María del Espino Núñez-Barranco Ruiz de Elvira presentó en Membrilla su libro Entrañas de una guerra, una colección de testimonios orales sobre lo acaecido durante la Guerra Civil en Villafranca de los Barros (Badajoz), en un sencillo acto que consiguió convocar a numerosos vecinos atraídos por la necesidad de conocer un poco más nuestra historia local. No en vano, María del Espino tiene sus raíces en nuestra población y el propio libro nació como resultado de un primer ejercicio de búsqueda personal en la figura y la vida de Santiago Ruiz de Elvira, su abuelo, el que fuera alcalde de Membrilla durante la Guerra Civil.
Durante la presentación, la periodista extremeña estuvo acompañada por Manuel Borja, actual alcalde de Membrilla, que resaltó la importancia de personas como María del Espino, gente que no olvida sus raíces, teniéndolas siempre presentes en su vida, su trabajo y sus investigaciones. La presentación estuvo a cargo de Carmen Jiménez, Concejala de Cultura, que destacó sobre todo la capacidad de la autora para conseguir contar una gran historia sin rencor pese a las implicaciones personales y la necesidad urgente de acabar con los odios generados tras la contienda, una necesidad que resumió con una certera cita de García Lorca: “Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo.”
Y así, sin rencor, fue como María del Espino Núñez reconoció haber escrito su libro, un “gran reportaje” periodístico que en ningún momento ha pretendido ser un manual de Historia. Tras la recuperación de la memoria de su abuelo en base a interesantes documentos como su propio Consejo de Guerra, la autora realiza un recorrido por los acontecimientos que se desarrollaron en Villafranca de los Barros, pasando por la vida durante la II República, los primeros momentos del levantamiento de los militares en julio de 1936 y la ocupación de la zona por el mal llamado Bando Nacional, seguido de la desafortunada represión de militantes o simpatizantes del movimiento republicano o anarquista. El libro, crudo como toda historia que relate esos años de guerra fuera de mapas, despachos y manuales, está tejido sobre la base de la memoria de los verdaderos protagonistas de la contienda: el pueblo llano, de uno y otro bando, que sufrió las consecuencias de un enfrentamiento fratricida que se gestó sobre la falacia de las “Dos Españas”.
La autora, consciente de la veracidad relativa de las historias al provenir del testimonio oral marcado por los propios sentimientos de los afectados, se mostró sin embargo segura de que la mejor forma de conocer la realidad no es a través de fríos tratados de Historia sino a partir de la visión subjetiva y personal de quienes sufrieron durante la guerra.
María del Espino reconoció que el acercamiento personal a la vida del abuelo y a las circunstancias que rodearon su vida y su muerte le habían permitido eliminar resentimientos previos y llegar a un reconocimiento más acertado de muchas de sus actuaciones. El espíritu del libro se marca de un modo tremendo en la carta que Juan José Quiñones, compañero de celda de Santiago Ruiz, escribió en su memoria: “Pero la responsabilidad de aquella tragedia, guerra, revolución y represión, que solo debe recordarse como vergüenza nacional, recae históricamente sobre sus provocadores, que los hechos han venido a demostrar, como lógicamente debía ocurrir, que fue innecesaria y el sacrificio de un millón de muertos en vano, según se ha manifestado y se siente por la inmensa mayoría del pueblo español.”
Un espíritu que la propia autora resume en sus palabras finales: “Aunque el perdón no justifica los crímenes y las injusticias cometidas, de un lado y de otro, es necesario perdonar para seguir adelante.”