El grupo literario Airén participa en el III Recital Poético celebrado en Calzada de Calatrava

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El pasado domingo 11 de septiembre, algunos componentes del grupo literario Airén viajamos a Calzada de Calatrava para participar en el III recital poético, que se realizó en el centro cultural D. Rafael Serrano, organizado por la hermandad del Santísimo Cristo del Sagrario.

En torno a la advocación del Cristo del Sagrario se agrupaban los pastores, de ahí que actualmente al Cristo del Sagrario se le siga conociendo, sobre todo por personas mayores, como el Cristo de los pastores.

La junta directiva de esta hermandad nos recibía de forma acogedora  a los componentes de “Airén”, que por primera vez ofrecíamos un recital  poético fuera de nuestra localidad.

En el acto compartimos escenario con algunos miembros de la hermandad, así como con la Concejala de Cultura, que también recitaron algunos poemas.

El punto final, lo puso un coro rociero que nos deleitó con emotivas canciones.

Un agradable día compartido con la junta directiva de esta hermandad, que nos explicaba las costumbres y tradiciones: el puñao, los garbanzos y limoná; el tambor y el racataplán; los pinchos (que es algo parecido a una alabarda), las anguarinas (traje típico); la música, la función o la procesión, el cambio de insignias, la vuelta a la bandera etc. entre otros muchos actos, que los vecinos de Calzada, devotos del Cristo, viven de forma entusiasta.

Desde el grupo literario “Airén”, nuestro más sincero agradecimiento a la Hermandad del Stmo. Cristo del Sagrario, por contar con nosotros para este significativo evento.

El grupo literario Airén participa en el III Recital Poético celebrado en Calzada de Calatrava

XXXIX edición del concurso literario "Natalio González” de Montiel

Por otro lado, el sábado día 10 dos de nuestros componentes viajaron a Montiel, ya que fueron agraciados con sendos premios de prosa y poesía.

Enmarcado en las fiestas del Cristo de la Expiración, el centro cultural Castillo de la Estrella celebraba su XXXIX edición del concurso literario "Natalio González", que se llevó a cabo en el teatro José Sánchez Mota, de Montiel.

Amalia Aparicio en MontielAmalia Aparicio Jiménez se alzaba con el primer premio en prosa dotado de 450€ y diploma, con el trabajo titulado: MONTIEL: SU PASADO Y SU PRESENTE, bajo el lema: Páramos del Hidalgo. Era condición indispensable que este trabajo tratase de Montiel.

Manuel García Díaz-Pintado obtenía el segundo premio de poesía, con tema libre, dotado con 270€ y diploma. Su trabajo consistió en seis sonetos titulados: AL FINAL ¿QUÉ NOS ESPERA? bajo el lema: Un camino abierto a todos.

Ambos autores también fueron ganadores en este certamen poético en 2006 y 2009 respectivamente.

Enhorabuena compañeros, pues aunque el principal premio al escribir es el hecho mismo de hacerlo, siempre es de agradecer que alguien reconozca el trabajo bien hecho.

 

Trabajos premiados

{tab= Fotografías}

Amalia Aparicio

Manuel García


{tab=Amalia Aparicio Jiménez}
MONTIEL: SU PASADO Y SU PRESENTE

Amalia AparicioTierra fuerte y noble de Montiel: ya, al pisar el visitante tus  parajes,  sale a  su encuentro tu regio pasado que, mezclado con el revuelo de coloridas perdices y de alondras cantarinas… suave se desliza entre dorados  matorrales,  o derruidas almenas, mientras la vespertina brisa reparte el intenso perfume a vides, a mares de trigo, a piedras de molino y a tus altivos y sugerentes olivos. Tu pasado  se mezcla con el  esfuerzo y el ardor del presente que, los brazos y el corazón de las gentes de hoy, van sembrando en tus parajes.

Parajes que fueron el seno de hidalgos y molineras de trigo, de tejedoras de sueños, de gañanes de fructíferas besanas, de forjadores de guirnaldas de hierro,  pupila del cauce de los ríos y la lumbre del ocaso de las tardes. Tu tierra fue la espalda del milenario arado, del candeal sembrado a voleo. A tu amparo se hizo mi estatura, a la sombra de tus patios, con hastíales encalados, con frescura que emana de  higueras, de malvas y zarzos. Pero es Montiel, en tu término, donde las llanuras manchegas quedan rotas por las insinuantes ondas festoneadas de las sinuosas y regordetas figuras de angelillos traviesos, que parecen escapar del cielo, para aposentarse y adornar este trozo de tierra castellana. Tal vez, arrepentidos de su travesura, quisieran volar nuevamente hasta las nubes para, así, dejar limpia, sin obstáculos, la gran planicie, la que antaño recorrió Don Alonso Quijano, subido en su rocín, libre, orgulloso…

Quizás, las fantasías del hidalgo, si hoy día volviera a recorrer estos parajes, volarían desde las altivas torres de los regios y diseminados castillos, que pueblan o poblaron los labrantíos de Montiel, en donde duermen o vagan: amores, celos, intrigas, odios…, que sus antiguos moradores gozaron y sufrieron  en esta noble tierra.

¡Ay! mis bellos parajes ¡Cuánta historia encierran tus lindes! Triste, cruel a veces, como la que recorre los ajados tapiales, del siglo X, del castillo de la Estrella. ¡Cuántas intrigas esconden esos viejos y roqueros muros, entre los cuales, allá por el año 1369, don Enrique de Trastámara, apoyado por las órdenes militares y gran parte de la nobleza, fue capaz de maquinar la muerte, y llevarla a cabo, de su propio hermano, el temido y odiado don Pedro I: para unos, el Cruel, para otros; el justiciero. ¡Cuánta hipocresía y falsedad fue camuflada entre exuberantes brocados, suaves y dúctiles sedas, y los ostentosos bailes de aquella mundanal corte!

Seguro, también, nuestro Hidalgo soñador, se detendría en su sueño ante los muros del castillo de San Pablo, del que hoy apenas quedan vestigios, y creería ver asomar, en las fantasmales almenas, el angelical rostro de su idolatrada Dulcinea.

Quizá hoy, si retornase a este trocito de la Mancha, el caballero de la triste figura dejaría entrever, en su rostro, esa tristeza tan característica en él, y descendería de Rocinante para acariciar, con su huesuda mano, el cuerpo reseco y lastimado de esta tierra, y lloraría: lloraría de rabia e impotencia al recordar este suelo preñado de espigas que, en las frescas y fructíferas primaveras, se mecían y bamboleaban sobre un exquisito balancín de amapolas y margaritas, empujadas por la suave brisa, dejando oír,  en la alborada, sus melodiosas cadencias. Cantaban y reían alegres hasta saltárseles las lágrimas que, en gotitas de rocío, iban a posarse en el cálido regazo materno. ¡Ay, mis trigales! gritaría a los vientos al verlos desperdigados y heridos por ésta pertinaz y abrasadora sequía.

Y suspiraría por las verdes y robustas vides, que antaño se adornaban con exuberantes y dorados zarcillos, y hoy, purificando pecados ajenos, se abrasan en inmensos cadalsos, que el labrador manchego, verdugo a la fuerza, levanta por unas cuantas monedas sobre la resquebrajada estepa.

Elevaría su plegaria por el ecosistema que muere: lo incierto del silencio del árbol que perece, la huida de los peces de ríos y lagunas, carencia de amapolas en  sembrados por la ausencia del llanto de las nubes, por el pasto del cordero…, y buscaría, al borde del camino, el silvestre almendro y la carrasca para reposar en su sombra y dejar sus sueños  centenarios que se esfumen entre las sombras del pasado.

No reconocería los  campos de estos términos, que en otros tiempos incansable recorrió, pues, borradas están sus veredas y cañadas. Ya no hay albercas con aguas claras, donde los rebaños sedientos abreven, y al ver los cauces de los ríos muertos y sus orillas y pueblos huérfanos, triste y sombrío volvería a recordar el pasado y, a su mente, vendrá aquél pequeño riachuelo llamado el Segurilla, y su juguetón cauce donde las mozas de Montiel cantaban y soñaban mientras lavaban y extendían la enagua, de  sinuosa puntilla  a blanquear en la orilla; y creerá ver sus sonrosadas caras, encendidas de rubor, al escuchar el piropo del atrevido mozalbete que, escondido tras los carrizos,  se sentía afortunado y pletórico por haber podido contemplar las desnudas y sugestivas pantorrillas de las mozas que, sin percatarse de la mirada del intruso, terminada la faena, se refrescaban alegres y dicharacheras en aquellas limpias aguas.

Y echaría en falta el bramar del fuego de la vieja chimenea en ventas y posadas, los molinos, las cuevas, los  májanos. Añoraría aspirar el perfume de las rosas de azafrán, que crecían perfumando las riberas, y se detendría callado, creyendo escuchar el tañido  de las campanas de los pueblos manchegos, pues ellas, con su alegre repiqueteo o su apesadumbrado doblar, reproducían cada día la historia de sus gentes, desde templos, iglesias, santuarios: hermosos e históricos muros, los cuales  cobijan dogmas, credos… en suma, su rica y variada cultura. En ellos quedó latente  toda la herencia y sabiduría de los pueblos y las gentes que nos precedieron.

Y descabalgaría y rezaría una oración frente al Santuario del Santo Cristo de la Expiración que a las afueras de Montiel, a los pies del castillo de la Estrella, a finales del siglo XIII o principios del XIV fue erigido, en principio, para albergar la imagen de Santiago Apóstol pero, también, dio cobijo a la hermosa imagen de un Cristo llamado de la Expiración ,que fue encontrado bajo tierra; y que hoy día, aunque en otra talla, se venera con gran devoción en este pequeño rincón.

O se quitaría, de su febril cabeza, para hacer cumplida reverencia, la bacía que la cubría,  delante de esa otra joya, que es el templo parroquial, el cual data de principios del siglo XVI y que fue mandada construir por el Infante de Aragón, don Enrique.

Después, marcharía hacia la ermita  de la Virgen de los Mártires, que allá por el siglo XV, en la ladera de un pequeño cerro, en una replaza, se erigió y que, siglos después, ya en nuestros tiempos, al estar derruida la  original, se volvió a levantar, en el mismo sitio, con la ayuda de todo el pueblo de Montiel. En ella hoy día se venera la imagen de la querida y adorada Patrona de este pueblecito manchego, pequeño en extensión, pero enorme en devoción y arraigo mariano.

Ya en los tiempos pasados, Montiel y sus habitantes siempre estuvieron en la vanguardia, defendiendo su territorio con las armas y entregando sus vidas para salvaguardar la fe católica, guerreando con los infieles con gran arrojo y bravura, y, aún hoy, en estos tiempos modernos,  brotan fuertes las raíces que quedaron en la tierra.

Muestra de ello fue la celebración del Año Mariano en estos campos, desde el siete de junio de mil novecientos ochenta y siete, hasta el quince de agosto de mil novecientos ochenta y ocho, con la participación de los trece pueblos y sus vírgenes.

¡Campo de Montiel! cuánta gloria viviste en tiempos pasados, pero, también, cuánto sometimiento padeció la gente humilde que aquí vivió, por ello, bien merecido tienes el gran reconocimiento que toda la comarca siente por ti.

Lema: Páramos del Hidalgo

{tab=Manuel García Díaz-Pintado}
AL FINAL ¿QUÉ NOS ESPERA?

I

Manuel GarcíaNacer muriendo en las entrañas
de una madre, es nuestro destino.
no es posible buscar otro camino
que descifre en la vida la maraña

Tejida en la fina telaraña
espera paciente al inquilino
poblador de la tierra de interino
hasta un final de forma extraña.

Siempre es dura la espera de la parca
se vive pendiente quien aguarda,
alegre quien se olvida y desmarca.

Ella a su antojo te lleva o guarda,
silenciosa y tenebrosa abre el arca
siempre segura, aún llegando tarda.

II
Mi vida entregado a mi trabajo
buscando el subsistir de la familia
en un constante vivir sin abulia
llenamos las alforjas a destajo.

Siempre prieto y ajustado lleve el fajo
conviviendo el esfuerzo y la vigilia
las veinticuatro horas del día
sin buscar ningún momento relajo.

No espero pago a mi trabajo,
sólo pido amor en mi descanso
que ya viejo me creo merecido.

Si, fallé, algo por vosotros me distrajo,
perdonadme ahora en mi remanso
el error que pude haber cometido.

III

Solo abuelo en la crianza de los nietos
cuando  joven y pleno de bonanza
eres para el hijo la esperanza
al sacarles del mayor de los aprietos,

que a veces, pueden ser hasta biznietos,
si los nietos se toman confianza,
ya los padres les dieron la enseñanza
del abuelo jubilado y aún inquieto

los lleven al parque y  al colegio.
Es el San Benito colgado a los abuelos
y aún así, es estar favorecidos,

Que ser viejo y tener el privilegio
de vivir junto a ellos, es consuelo
que hace sentirte el Dios de los nacidos.

IV

Hoy encuentro la maleta en el quicio
de la puerta esperando mi llegada,
junto a ella una manta bien planchada
y fotos que aguardan en silencio.

¿Acaso merecemos este precio
que  deja nuestra vida destrozada
al antojo y de forma descarada
con final de marioneta a su albedrío?

Aún así, a veces pienso soy un elegido.
Si miro al vagabundo solitario
que  lleva su mundo en el bolsillo

y espera un final inmerecido
que abriga con cartones su calvario
mientras libre fuma un cigarrillo.

V

Cargado de años y recuerdos
camino lentamente con sigilo
hacia la vieja puerta del asilo
que me espera en desacuerdo.

Es mi andar taciturno lerdo
alargando mi llegada de pupilo
que llena a mis hijos de júbilo
festejando la entrada con su acuerdo.

Fortaleza que no cierra al mundo
y apaga nuestras refulgentes brasas
convirtiéndolas en frías cenizas.

Lugar donde el pasado es fecundo,
Y el presente, olvidado, de largo pasas
A un futuro de arenas movedizas.

VI

Si me llegara a morir, que estoy muerto
estando vivo, que no toquen las campanas
ya debieron repicar tempranas
cuando entré con paso incierto.

Pudo haber sido un acierto
hecho  de una forma más humana,
que viejo, pero abierto a la mañana
ofrezco el  corazón despierto.

No me vieron llorar, ni suplicar,
soy como el toro bravo en la plaza
que se crece en el dolor sin replicar.

Dejando un fragmento de mi raza
de nada ni a nadie quisiera criticar,
sólo ofrecer un trozo de mi hogaza.


LEMA: UN CAMINO ABIERTO A TODOS


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