Historia, ficción, poesía, música, una pizca de humor, un puñado de pasión y muchísimo AMOR, fueron los ingredientes que se mezclaron en el escenario de la Casa de Cultura el pasado viernes 11, para conseguir un cóctel fascinante, y así celebrar un año más la fiesta de los enamorados.
¡Y ya van diez!
Comenzaba el acto presentado por Luisa Díaz, quien nos recordó que los poetas y filósofos han elogiado siempre al Amor, diciendo que es el motor del alma, la condición en la que la felicidad de otra persona es esencial para la tuya propia, el idioma que usan los corazones para hablar entre ellos y que la medida del amor, es amar sin medida.
Este acto de lectura de cartas de amor o desamor, está ya consolidado y es esperado por muchos de nuestros paisanos que, a lo largo de estos diez años, han repetido experiencia entusiasmándonos con sus peculiares cartas; algunos participaban por primera vez, disfrutando de la experiencia de subir espontáneamente desde el patio de butacas al escenario y allí compartir sus escritos.
Un total de once participantes del público, entre ellos dos niños: Raquel Luna y José Ramón Silvestre que nos divirtieron con sus candorosas lecturas, tres participantes declamaron “a capela” con pasión y soltura bellos poemas de amor. Otros nos divirtieron con misivas en tono irónico, también hubo enamorados de la esencia, o cartas dirigidas al amor de toda una vida… Variedad y calidad fue la tónica en la intervención del público participante.
La segunda parte del acto, como en años anteriores, corrió a cargo del grupo literario AIRÉN.
Empezó con la recreación por parte de Manuel García y Amalia Aparicio (quien tuvo que sustituir a Antonia Fernández por una indisposición) de Romeo y Julieta, de William Shakespeare; él desde su escritorio le escribía una carta, ella desde su balcón leía la respuesta, tramaban ambos la manera de unirse, a pesar de las desavenencias de sus familias.
La simbólica escena del sofá del Tenorio de Zorrilla, también estuvo presente en este encuentro retrospectivo del medioevo y fue interpretada por Luisa Díaz en el papel de Doña Inés, y Alicia Jiménez en la piel de Don Juan Tenorio.
El amor platónico que inventara Cervantes para Don Quijote, fue reinventado por Ramoni Andujar, quien con lanza en astillero, fantaseaba en su misiva proclamándole un amor incondicional a Dulcinea, recreada por Cati Martín, que contestaba la carta con advertencias de que ya estaba harta de esperar las ínsulas del soñador caballero.
No podía faltar a la cita de romances, el acontecido entre Don Félix de Trillo y Leonor (de Manzanares la niña, y el galán que la lleva, de la Membrilla) salido del ingenio de Lope de Vega, e ironizado por el ingenio de Vicente Ballesteros, quien se metió en la piel de Don Félix y le contó sus “batallas amorosas” en astuta carta a Doña Leonor, Valentina Nikolenko, quien volvió a deleitar al publico con su peculiar acento extranjero, que entonaba con dulzura los giros irónicos de la respuesta.
Tampoco faltó al encuentro Doña Jimena, viuda de Díaz de Vivar, representada por Amalia Aparicio, quien tiró el manto y las cuentas, y se dio a la vida moderna, abriendo puertas y ventanas a la imaginación y destapando tabúes en la educación de sus hijos, Doña Elvira, Doña Sol y el infante Don Diego recién salido del armario.
La ultima carta vino ni más ni menos que desde el purgatorio: un anticuado Cid Campeador, apareció bajo la sombra de Juani Nuñez, quien supo expresar la congoja del desterrado Rodrigo, que no podía dar crédito a las descabelladas ocurrencias de su amadísima Jimena y la instaba para que se dejara de modernismos, tales como depilarse las axilas y las cejas.
El colofón de la fiesta estuvo en manos de Los Tuno´s que hicieron su entrada por el pasillo central de la Casa de la Cultura, y desde el primer momento se metieron al público en el bolsillo tras su “brevísima” actuación que tras un raspado de pandereta, salieron todos despavoridos provocando la risa y el aplauso de los asistentes. Después de entonar tres bellas canciones, invitaron a los componentes de AIRÉN a cantar con ellos los clásicos “Clavelitos” coreados por todo el patio de butacas.
Un pequeño obsequio a todos los participantes que subieron al escenario a recogerlo y una foto de grupo, pusieron el punto final a una entrañable velada.
Un contraste maravilloso entre historia y actualidad, poesía y humor, interpretación y lecturas, participación y colaboración.
Destacar el agradecimiento por parte del grupo literario AIRÉN hacia todos aquellos que nos siguen y nos alientan con sus aplausos. Un humilde grupo que año tras año se esfuerza por poner su granito de arena al acervo cultural de Membrilla y que este año brindó satisfecho con el cóctel fascinante del AMOR.
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