Las socias y familiares de la Asociación Afammer de Membrilla se desplazaban el pasado fin de semana hasta tierras salmantinas para celebrar la fiesta del Día de la Hispanidad; un viaje en apariencia sencillo pero que en realidad encerraba una riqueza paisajística, histórica y artística que acabó conquistando a los viajeros, que regresaron encantados con la experiencia.
La primera parada del viaje se realizó en la localidad de La Alberca, en plena Sierra de Francia. Un municipio de gran belleza arquitectónica, declarado Conjunto Histórico Artístico, con calles estrechas, balconadas y soportales que desplazaron a los visitantes hasta otra época. Entre los puntos más emblemáticos, la Plaza Mayor y la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción.
Sin embargo, el elemento que más sorprendió al grupo de Afammer fue la figura de un singular vecino de La Alberca: el marrano de San Antón. Un cerdo que fue bendecido allá por el mes de junio y que pasea libremente por la localidad el resto del año, alimentado por los vecinos, hasta que acaba siendo rifado para San Antón.
Salamanca
El viaje se completaba con la estancia en Salamanca, una de las joyas arquitectónicas del país, ciudad en la que el grupo pudo disfrutar de su extraordinaria riqueza cultural comenzando por una Plaza Mayor, un premio churrigueresco del primer Borbón a la ciudad por su apoyo, vestida con la bandera española para celebrar la fiesta del 12 de octubre.
Los vecinos de Membrilla pudieron conocer sus dos catedrales adosadas, la Vieja románica y la nueva Gótica; se sorprendieron con la grandeza del Convento dominico de San Esteban y su preciosa fachada plateresca, frente a cuyo altar mayor, obra de Churriguera, posaron en grupo; buscaron la rana en las fachada, también plateresca, de su centenaria Universidad (“Cuenta la leyenda que el estudiante que vaya a estudiar a Salamanca y encuentre la rana en la fachada de la Universidad, tendrá suerte y aprobará los exámenes.”); visitaron la Casa de las Conchas, mansión señorial de la época de los Reyes Católicos en la que también destaca su patio de aires mudéjares, con sus gárgolas y sus columnas; y mucho más…
Un recorrido por las calles de la ciudad en la que no faltaron el descubrimiento de rincones especiales, de curiosas estampas nocturnas y de su riqueza gastronómica. Todo con un completo programa de visitas guiadas, para aprovechar al máximo la experiencia, y en un alojamiento de lujo en pleno centro de la ciudad.