Desde que el vecino de Membrilla Francisco Martín Camacho estipulase en su testamento que 1.358.112 maravedíes irían destinados a la fundación de un convento femenino en la localidad, en los albores del siglo XVII, la singular construcción que preside la calle de las Monjas ha estado estrechamente vinculada a la población.
El vínculo más emocional, por la cercanía de los recuerdos, el que los vecinos entablaron con la comunidad de Concepcionistas Franciscanas el siglo pasado, con los lamentables puntos de inflexión que supusieron episodios como los destrozos de la guerra, los incidentes con la comunidad de Pastrana y el lento abandono de las instalaciones. Tras la reconstrucción y la llegada de nuevas monjas, la vida conventual formó parte de la vida social de la población, especialmente representada en la escuela de niñas, en la propia relación con las hermanas y sus labores y en la vida religiosa ligada al culto en la iglesia del convento, más estrecha en el periodo de rehabilitación del templo parroquial y, se modo singular, en la Semana Santa de Membrilla.
Desde el doloroso cierre de las instalaciones y el triste espectáculo del expolio de bienes que el convento ha sufrido en su interior (siempre el eterno debate de la propiedad de los objetos de culto que se encontraban en el interior del convento, algunos propiedad de la Cofradía de la Virgen, como la imagen de Ntra. Sra. del Espino de 1939, que se guardaba allí), los vecinos de Membrilla han asistido expectantes a los intentos del ayuntamiento por adquirir la propiedad para la población, con el fin de evitar que la especulación inmobiliaria arrasase de manera definitiva con todo un símbolo local.
Tras muchos años de trabajo, el ayuntamiento de Membrilla ha podido comprar el convento y lo ha hecho para la población, para los vecinos.
Aprovechando el inicio de la fiesta de Desposorios, mientras se trabaja en las posibilidades urbanísticas y constructivas, desde el ayuntamiento se ha querido hacer un acto simbólico de “entrega” de esa propiedad a los vecinos, invitándolos a visitar todas las instalaciones en lo que consideran una primera y sencilla toma de contacto del vecino con su convento. Una visita en la que los grupos están acompañados por los miembros del equipo de gobierno, guías improvisados y generosos en estos días de fiesta.
La toma de contacto supone el reencuentro de Membrilla con su iglesia, cerrada hace unos años por los deterioros en el tejado, y también un reencuentro con las zonas vinculadas con las concepcionistas franciscanas a las que la población sí tenía acceso: las salas de visita, el famoso torno, las aulas y los patios de la escuela de niñas…
Pero la iniciativa supone una verdadera jornada de puertas abiertas en la que los vecinos pueden acceder, muchos por primera vez, a la zona de clausura, mostrando a grandes rasgos la vida que las monjas dentro del convento: celdas de monjas y novicias, salas de lavado y costura, cocinas, patios, huerto, palomar, coro... Destacando sobre todo el bello patio de ladrillo y balconada de madera, (al que también le falta su Inmaculada central) que sin duda alguna merece ser rehabilitado y conservado. Acompañan la visita la proyección de un video y la exposición de fotografías relativas al convento y algunas muestras de labores realizadas por las hermanas concepcionistas.
Aprovechando la coincidencia con la festividad de los Desposorios, un detalle curioso y singular: El recuerdo de aquellos Domingos de Desposorios no tan lejanos en los que la procesión de la tarde hacía un alto frente al convento y la imagen de la Virgen del Espino se giraba para saludar a las monjitas, que asistían desde las ventanas superiores y saludaban a la patrona con repique de campanas. Un acto sencillo que en realidad tenía su complejidad tal como los vecinos pudieron comprobar en los peligrosos accesos a los ventanales desde los que las hermanas concepcionistas contemplaban la procesión.
La jornada de puertas abiertas se extenderá al domingo 14 y lunes 15 de 10 a 13 horas.
