Un pasacalles de la Banda de Música Virgen del Espino y un trenecillo al que subieron a los alumnos de la escuela de verano fue el preámbulo a la Fiesta del Chico, la inauguración popular y festiva de los Desposorios que cuenta con más de sesenta años de tradición.
Antes de la llegada del pasacalles a la Plaza Grande, se lanzó el chupinazo oficial y se procedió al lanzamiento de juguetes desde el balcón del Ayuntamiento, para los niños y para los que se siguen sintiendo niños, en una de las estampas que componen el mapa más característico de nuestras fiestas.
Desaparecidos ya numerosos elementos de otras épocas, algunos interesantes y otros no tanto, la Fiesta del Chico continúa su proceso de decadencia, acumulando críticas de sus detractores en cuanto a la organización y al contenido, y alabanzas de los que defienden el mantenimiento de una tradición casi centenaria que, sin duda, necesita una revisión urgente tanto para su mejora como para su enriquecimiento y puesta en valor.
