Al margen de los dramáticos efectos sanitarios que el coronavirus está teniendo sobre la población y de las preocupantes consecuencias económicas, la pandemia está suponiendo todo un freno en la vida social y cultural de los vecinos. Y lo hace no solo con celebraciones centenarias, sino también con algunas de las novedades que asomaban en los últimos años en el calendario festivo local.
Una de estas celebraciones es la fiesta de la Candelaria. Considerada como una de las más importantes de las dedicadas a la Virgen María, es una fiesta celebrada el 2 de febrero que actualmente pasa muy desapercibida en la población, a pesar de que gozó de un gran seguimiento hace años. Este día se conmemora la Purificación de la Virgen, fiesta conocida bajo la advocación de Virgen de la Candelaria, asociada también por el evangelio a la celebración de la Presentación de Jesús en el templo (Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Lucas 2, 22-24)
Fiesta grande en Membrilla en otros tiempos y últimamente olvidada, hasta que la iniciativa del párroco Raúl López de Toro consiguió situarla de nuevo en el marco de la Parroquia, recuperando en el 2017 el sencillo y bello acto de la Presentación de los recién nacidos en el templo, ante la imagen de la Inmaculada. Una iniciativa que obtuvo una gran respuesta de los vecinos desde el primer momento, congregando en el templo en la tarde del 2 de febrero a casi la totalidad de los niños y niñas bautizados en el año anterior, acompañados por padres, padrinos y familiares.
La situación epidemiológica actual, agravada durante el último mes, ha obligado cuatro años después a un paréntesis en la recuperación de una de las tradiciones más singulares de la localidad, con la mirada puesta en el 2022 y una quinta edición.
La fiesta de la Candelaria en Membrilla
Es de suponer que Membrilla, como toda comunidad cristiana, ya celebraba la fiesta de la Candelaria desde hace muchos siglos. Documentada en Jerusalén desde el siglo IV, fue una fiesta muy extendida en la iglesia de Oriente. Roma la adoptó en el siglo VII, fecha donde ya los papas instituyeron las procesiones penitenciales que han llegado casi hasta nuestros días.
En la historia más reciente de Membrilla recordamos las referencias del profesor e historiador local Pedro Almarcha sobre su celebración en los siglos XVII y XVIII: “Se decía misa solemne con candelas y cirios y se hacían luminarias. En este día las mujeres que habían tenido un hijo durante el año último iban a misa para purificarse. Durante la misa se ofrecían dos tórtolas y al final se repartía bollería, torta, entre los asistentes. A mediados el siglo XVII a la procesión asistía el concejo municipal con velas encendidas.” (Las fiestas, costumbres, diversiones y excesos en Membrilla durante el siglo XVIII)
Las celebraciones sufrieron pocos cambios a lo largo del siglo XIX, llegando prácticamente intactas hasta el periodo anterior a la guerra civil. En estas fechas, la Parroquia contaba con una imagen de la Virgen de la Candelaria, guardada en la pequeña estancia que comunicaba el altar mayor con la Capilla del Santísimo. Era una talla de vestir, al modo de la imagen de la patrona, que también se utilizaba, junto a José y al Niño, en el Nacimiento instalado en la iglesia en Navidad. El día 2 de febrero, tras la eucaristía, se celebraba una procesión con la imagen llevada en andas por el interior del templo. En el cortejo que recorría todo el perímetro interior del templo no faltaban las candelas o velas encendidas ni los dos pichones testimoniales del texto evangélico. Al término de la procesión, se repartía entre los fieles la torta tradicional, elaborada por una pastelería local.
Tras la guerra, una vez recuperada la vida religiosa pero ya sin la imagen de la Candelaria, destruida en el asalto e incendio del templo en 1936, se retomaron las procesiones y actos en la iglesia, aunque el culto a la Candelaria fue desdibujándose y perdiéndose hasta desaparecer pocos años después.
Además de la presencia iconográfica de María, en su advocación de Virgen de la Candelaria, tres elementos rituales aparecen en las diferentes celebraciones de la fiesta:
- Las tórtolas o pichones, que recuerdan la ofrenda que según la ley María y José debían realizar en el templo el día de la Purificación.
- Las velas o candelas, nacidos del rito de la bendición de los cirios, del que ya se tiene testimonio en el siglo X, inspirado en las palabras de Simeón, con el que María y José se encontraron el día de la Presentación en el templo: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones”. Por asociación, suele aparecer el encendido de hogueras y luminarias.
- La tortada, torta o roscas, piezas de panadería que no faltan en ninguna de las celebraciones de la Candelaria y que suelen ser parte integrante de la misma procesión.