“En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” (Lucas 2, 1-7)
Y así fue como la pequeña y humilde aldea de Belén entraba de lleno en la Historia al ser el lugar elegido por Dios para nacer, rodeado de pobreza, en un pesebre, en una de los centenares de grutas que servían de almacén y establo a los vecinos.
El recuerdo de aquel sagrado lugar pervivió en la memoria de los primeros cristianos, transmitiéndose de padres a hijos. Lo recogía Justino, palestino de nacimiento: “Habiendo nacido entonces el Niño en Belén, porque José no tenía en aquella aldea donde alojarse, se alojó en una cierta gruta cercana a la aldea, y entonces, estando ellos allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un Pesebre, donde fue encontrado por los Magos provenientes de Arabia”. (San Justino, Diálogo con Trifón, 78, 5).
Y aún lo contaba Orígenes, apenas un siglo después: “En armonía con lo que en los evangelios se cuenta, en Belén se muestra la cueva en que nació [Jesús] y, dentro de la cueva, el pesebre en que fue reclinado envuelto en pañales. Y lo que en aquellos lugares se muestra es famoso aun entre gentes ajenas a la fe; en esta cueva, se dice, nació aquel Jesús a quien admiran y adoran los cristianos.” (Orígenes, Contra Celso, 1, 51).
Y todo ello a pesar de la paganización de la zona que se hizo en tiempos de Adriano y que ocultó la gruta entre un bosque sagrado dedicado a Adonis. Fue de nuevo la iniciativa de Santa Helena y de su hijo Constantino la que recuperó el espacio, construyendo sobre la gruta una basílica que fue consagrada el 31 de mayo del año 339.
Saqueada y destruida en una revuelta local, la basílica sería reconstruida en tiempos de Justiniano y así ha llegado a nuestros días. Ninguna invasión o contienda volvió a afectarla de modo grave. Incluso la leyenda habla de cómo “los persas, que en el año 614 asolaron casi todas las iglesias y monasterios de Palestina, respetaron la basílica de Belén al encontrar en su interior un mosaico donde los Reyes Magos estaban representados vestidos a la usanza de su país.”
Desde el siglo XIV los franciscanos se encargan de su custodia. Administrada de forma conjunta por católicos romanos, ortodoxos griegos, apostólicos armenios y ortodoxos siriacos, la iglesia de la Natividad fue declarada, como lugar amenazado, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2012.
Justo debajo del Altar Mayor de la basílica se encuentra la Gruta de la Natividad: Allí, en el suelo, una estrella de plata señala el lugar donde nació Jesús, con la inscripción “Hic de Virgine Maria Iesus Christus natus est”. Incluso hay una pequeña capilla cercana donde se conserva el pesebre donde, como reza el Evangelio, María acostó a Jesús tras envolverlo en pañales.
El lugar se ha convertido en uno de los centros de peregrinación más importantes del cristianismo por el excepcional simbolismo que atesora, testigo nada menos que del Nacimiento de Jesús que precisamente celebramos durante estos días de Navidad.
La Luz de la Paz de Belén
La magia del lugar, el misticismo de sus piedras, el ambiente sagrado de la gruta, ha dado lugar a una de las tradiciones más curiosas y simbólicas de los últimos tiempos: La Luz de la Paz de Belén.
Por una iniciativa de Scouts de Austria, unas semanas antes de cada Navidad, un niño austriaco viaja a la Gruta de la Natividad en Belén y allí enciende una vela que simboliza la Luz de la Paz. Después, durante una ceremonia en Viena, se distribuye esa luz a representantes Scouts de numerosos países, entre ellos España.
Los Scouts y las Guías la distribuyen por parroquias, hogares particulares, hospitales, residencias de ancianos, prisiones y otras asociaciones de sus respectivos pueblos y ciudades. En Madrid, el acto de recogida y reparto de la Luz de la Paz de Belén fue el pasado 13 de diciembre en la Catedral de la Almudena. Scouts de Madrid la entregaron a representantes castellanomanchegos.
La Luz de la Paz de Belén se entregaba en Ciudad Real el pasado jueves 17 de diciembre. La Diócesis retransmitía en directo desde la Catedral la entrega a parroquias, asociaciones y fieles, presidida por el obispo don Gerardo Melgar.
Y desde Ciudad Real, la Luz de Belén ha llegado hasta algunos hogares de Membrilla, traída desde la Gruta de la Natividad donde María dio a luz a Jesús hace más de dos milenios.
Lo subrayaba el propio Obispo Melgar en el acto de entrega: “La Luz es un símbolo cargado de contenido.”
Que al final de este difícil 2020 la luz de Belén esté brillando en nuestros hogares de Membrilla es todo un símbolo en la víspera de Navidad.