Un niño de 14 años y un dibujo de la antigua imagen de la Virgen del Espino

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En un año extraño marcado por la celebración callada del 75 Aniversario de la llegada a Membrilla de la actual imagen de Ntra. Sra. del Espino, patrona de la localidad, volvemos la vista atrás para recordar por un instante a su predecesora histórica: la talla barroca que llegaba entre los siglos XVII o XVIII y que desaparecía bajo el fuego en el incendio de la ermita en julio de 1936, a manos de los grupos anarquistas que se hicieron con el poder en Membrilla en los primeros días de la Guerra Civil.

Presidía esta imagen barroca de la Virgen del Espino, -bastante similar en forma a la actual talla-, el altar mayor de su ermita, recibiendo desde hacía más de dos siglos el cariño y la devoción de los hijos de Membrilla, tal como la antigua imagen de Ntra. Sra. del Castillo lo había recibido desde los tiempos de la Reconquista. Lo describía de modo atinado el párroco D. Luis en una homilía de la Misa de Despedida, un Lunes de Desposorios: los vecinos de Membrilla no veneran a la Virgen del Espino desde la idolatría a una talla de madera, sino como el que acude a una Madre buscando consuelo y protección.

Así lo sentía un pequeño monaguillo de la parroquia de Santiago, de 14 años, que había decidido dejar su pueblo y su familia para ingresar en el Seminario de Ciudad Real y servir a Dios en primera línea. Y ese sentimiento quedaba patente por un detalle mínimo, pequeño, pero extraordinario: antes de marchar, cogía su cuaderno de dibujo y unos lápices y plasmaba sobre el papel lo más grande que dejaba atrás en su pueblo: su Virgen del Espino.

Curiosamente, su ingreso en el Seminario venía de la mano del que había sido otro monaguillo de la parroquia, el ya sacerdote Domingo Chacón, natural de Membrilla y  entonces concluyendo su etapa como párroco de Malagón, que había fundado una beca bajo el nombre de la Virgen del Espino para ayudar a estudiar en el Seminario. De allí le llamaría un día el diácono Gabriel para anunciarle la concesión de esta beca, recomendado por el párroco Avelino.

El dibujo del niño, a pesar de la corta edad, retrataba con bastante fidelidad a la ya desaparecida imagen: La Virgen del Espino vestida con manto rojo, luciendo su corona estrellada rematada en cruz. Sitúa a la imagen en su templete de plata meneses de 1883, adornado con ángeles en las esquinas y también desaparecido en la guerra (en este caso, suponemos que presa de alguna de las cajas de reparaciones que saquearon las piezas de valor de toda la provincia). El dibujo del niño se completaba con angelotes rodeando el templete desde el cielo y un tributo de rosas a los pies. Eran años en los que el manto de la Virgen del Espino solía decorarse con rosas naturales prendidas con alfileres, además del habitual ramo que la Patrona lleva siempre entre las manos.

El dibujo era el amor de un niño a su Patrona, a su otra Madre. Un regalo ante la inminente partida y la triste distancia que le esperaba.

Firmaba el dibujo con un sencillo P.R. Era un 13 de noviembre de 1935. Ya no volvería a ver a su Virgen del Espino barroca.

∞∞∞


85 años después, en julio del 2020, el sacerdote Don Pedro Roncero, ya con 99 años, encontraba su dibujo de niñez entre “papeles viejos”. Lo recogía con cariño y lo llevaba consigo a su retiro de jubilación en Puertollano.

 

Fdez. Megías

 


NOTAS.-

- En 1971, don Pedro había sido Cumplidor de los Desposorios y predicador del Novenario en agradecimiento a esa Beca dedicada a la Virgen del Espino por D. Domingo Chacón que lo llevó al Seminario. 

- El sacerdote Domingo Chacón destacó por su importante labor social entre los más necesitados y el mundo obrero de la provincia, reflejada en hechos como la creación del Sindicato Agrícola Católico en 1932.

 

 

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