Membrilla estrenaba el calendario festivo y procesional de la Semana Santa 2020 con la celebración del Viernes de Dolores en un formato inédito e irreconocible: la retransmisión televisiva del Sermón de la Soledad atendiendo a la normativa general establecida por el estado de alarma en esta crisis sanitaria del Coronavirus. Un Sermón centenario, pieza histórica de nuestra Semana de Pasión, que desde aquellos tiempos de templos oscuros del siglo XVII se reinventaba siglo tras siglo al compás de la sociedad, hasta reconvertirse de golpe y aliarse con las tecnologías del nuevo milenio en esta crisis.
El párroco Raúl López de Toro oficiaba la Eucaristía y Sermón de la Soledad, cerrando el Septenario de la Virgen de los Dolores, en un altar mayor presidido por los estandartes de las seis hermandades y cofradías de Pasión, protagonistas de las manifestaciones populares de la fe de nuestra Semana Santa. En primer plano, un cartel con la imagen de Ntra. Sra. de los Dolores, imagen titular de la Hermandad de Jesús Nazareno Yacente y Virgen de los Dolores, que se convertía en la más dura de las ausencias en el templo. A pesar de que la lluvia había truncado muchos años su estación de penitencia por las calles de Membrilla, la imagen, una de las más bellas de la Semana Santa local, no había faltado nunca a los pies del altar mayor para presidir la Eucaristía.
En su intervención televisada, el párroco destacó el sufrimiento de todas las madres por sus hijos, en el caso de María asumiendo todos los dolores de Jesús hasta límites insospechados. “Nadie puede llegar a comprender el sufrimiento de la Madre que tuvo que asistir a la ejecución pública de su hijo”. El párroco destacó la imagen del corazón de María, iconográficamente traspasado por la espada de dolor, como prenda de reparación, capaz de curar.
Sin embargo, López de Toro quiso destacar sobre todo una idea fundamental: En el sufrimiento de los dolores, la clave no es el dolor, sino el amor. “Se sufre porque se ama; se sufre por quien se ama.” La imagen de María Dolorosa no llora sólo por su hijo, sino que también sufre por los pecados que nosotros le hacemos a su hijo. “Sufre por nosotros y con nosotros”.
Un mensaje especialmente vinculado a estos tiempos de crisis y sufrimiento, con tantas familias viviendo el dolor de la enfermedad y la pérdida, en los que puede aplicarse la fórmula descrita por el párroco: “llevar a María nuestros dolores y dejárselos en su corazón.”
A pesar de la ausencia de desfiles procesionales, donde numerosos fieles acompañan a la Virgen de los Dolores por las calles y las marchas interpretadas por alguna de nuestras bandas enmarcan el recorrido de la imagen, la festividad de la Virgen de los Dolores se vivió históricamente en el templo vacío y en streaming. Una oportunidad única de vivirla más íntimamente, como concluía Raúl López de Toro: Nuestra devoción a María es hoy más sincera y más profunda, sin procesiones, porque la procesión a veces va por dentro.
Fotos Virgen Dolores: Archivo Fdez. Megías.