La lluvia hacía acto de presencia en la tarde del Jueves Santo de Membrilla apenas diez minutos antes de la salida de la procesión de la noche, con las cuatro hermandades y los cinco pasos listos para iniciar su estación de penitencia.
Participaban en esta procesión los pasos de San Juan Evangelista, llevado en andas, y la Oración en el Huerto, sobre carroza, de la Hermandad de San Juan Evangelista; Jesús atado a la Columna, sobre carroza, de la Cofradía de la Santa Veracruz y Cristo Resucitado; Cristo Rescatado de Medinaceli, de la Hermandad de la Verónica y Cristo Crucificado; y, cerrando el cortejo, la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad y Stma. Virgen de la Esperanza con el paso a costal de la Virgen de la Esperanza.
Tras posponer veinte minutos la salida, las previsiones meteorológicas llevaron a la Junta de Hermandades a suspender de modo definitivo la procesión. En sustitución, las tres bandas musicales participantes en la noche del Jueves Santo interpretaron una marcha a los pies del altar mayor de un templo repleto de fieles y penitentes. Así, la A.M San Juan Evangelista hacía sonar La Saeta, mientras la A.M. Santa Verónica interpretaba Tras de ti, Medinaceli. Cerraba las intervenciones la Asociación Musical Maestro Emilio Cano, que esa noche ejercía como banda de palio de la Stma. Virgen de la Esperanza, interpretando Mi Amargura.
Una oración dirigida por el párroco Raúl López de Toro ponía fin al acto celebrado en el templo.
Misa vespertina de la Cena del Señor
La tarde había estado protagonizada por los Santos Oficios, en los que el párroco incidió en tres aspectos básicos: la institución de la Eucaristía en el seno de la tradicional cena judía que Jesús celebró con sus apóstoles, la institución del sacerdocio y la entrega del Mandamiento del Amor, todo ello enmarcado en una jornada dedicada a la caridad. El párroco invitaba al mismo tiempo a participar en la Hora Santa ante el Monumento, un espacio de oración ante el Santísimo que este año ha querido hacer un guiño especial a la Patrona la Virgen del Espino ubicando el Pan y el Vino dentro del recién restaurado templete que se usó en la celebración del 50 Aniversario de su Coronación Canónica. En palabras de López de Toro, se trata de una forma de establecer un vínculo entre la Madre y el Hijo a través del Santísimo Sacramento.
En el primero de los tres episodios del Triduo Pascual, se llevó a cabo el tradicional lavatorio de pies a una representación de los apóstoles a cargo del propio párroco.