Quedaba en la recámara de fin de fiestas el recuerdo del cierre de los Desposorios en Membrilla, que no es el lanzamiento de los fuegos artificiales, como muchos pensarán, sino la cada día más popular Puja de objetos donados a la Virgen del Espino, el Lunes de Desposorios.
La subasta, que comienza en torno a las 9 de la noche, se alarga hasta altas horas de la madrugada del martes, ofreciendo la imagen de la Plaza del Azafranal repleta de público siguiendo los avatares de una negociación singular donde todos ganan. Comentaban desde dentro de la propia organización que “es una forma de hacer un donativo a la Cofradía Ntra. Sra. del Espino, pero es un donativo colaborativo o acompañado, ya que hacen falta dos personas: una que dona el objeto y otra que puja por él.” Así, cada uno dentro de sus posibilidades, contribuyen a engrandecer la fiesta principal de la localidad.
Todo en la puja es singular. Desde el objeto donado hasta la cantidad ofrecida, pasando por el público que acompaña el trasiego de ofertas y contraofertas, a veces auténticas batallas de cifras, y, sobre todo, los miembros de la Cofradía que tras unas jornadas de mucho trabajo pasan doce horas del tirón preparando y llevando el hilo de la Puja, especialmente este año José Jiménez y Pedro Andújar, subastadores que supieron mantener con soltura y desparpajo el interés de toda la Plaza durante aproximadamente ocho horas. Y siempre, presidida por la figura de los Cumplidores de los Desposorios y por el párroco de la localidad.
Pero lo más curioso son los datos, que vienen a subrayar la singularidad comentada.
Normalmente se donan entre 150 y 200 objetos diferentes que aportan los vecinos y cofrades de Membrilla, además de otros objetos que aporta la Cofradía para complementar la noche, entre ellos las balconeras del Aniversario, y que en muchas ocasiones suman un elemento divertido al lote, como el zurra, refresco, bizcochos restantes de los agasajos o dejados para la puja por los hermanos. Y por supuesto, los grandes ausentes de la edición del 2018: los demandados sombreros, que arrancaron sonrisas durante toda la noche.
Especial valor tienen los trabajos artesanos, que llevan tras de sí muchas horas de mano de obra y de especial cariño hacia la Patrona: Cuadros, alabardas, marquetería, cordetas, encajes… Incluso las macetas son el resultado de un cuidado especial pensando en la Virgen. Y qué decir de las tradicionales “tortasoles” que año tras año son cultivadas expresamente para la puja…
Otros elementos de nueva incorporación, y muy demandados, son los lotes que preparan los bares y establecimientos del entorno: churros, raciones y bebidas que ayudan a sobrellevar las horas de negociación, alcanzando grandes sumas pujadas.
Año tras año, se repite un elemento estrella: los centros de flores que han procesionado en la subida en los tronos de la Virgen y de San José. Estos elementos florales adquieren un especial valor económico ya que tienen mucho valor sentimental y devocional. Cada uno de ellos puede superar los 250 euros de puja.
Hay objetos emblemáticos como las alabardas, que suelen ser de los elementos que más valor adquieren en la puja, no sólo por su valor económico real, que es muy elevado, sino por el valor simbólico que representa adquirir una alabarda en la puja, tan vinculada a la fiesta de los Desposorios. Este año se han donado cuatro alabardas y la propia Cofradía ha continuado con el ritual de rifar una más entre los alabarderos que procesionan escoltando a la Patrona, haciendo entrega de ella durante el acto.
Y precisamente, una alabarda muy especial, la que sirvió de modelo al cuadro conmemorativo del 50 Aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen del Espino, ha sido el objeto por el que se ha pujado más dinero en la edición 2018: un total de 450 euros.
Y, entre los objetos por los que más se ha pujado, igualados en el segundo y tercer lugar de la recaudación obtenida, las dos novedades de la Puja de este año: los cuadros donados por el Ayuntamiento procedentes del Certamen de Pintura rápida y cinco reproducciones a escala de la Virgen del Espino, realizadas en impresión 3D, con PLA y en diferentes acabados, desde pan de oro o plata a policromía manual. Por uno de estos cuadros, una representación de la iglesia en blanco y negro, y por una de estas imágenes de la Virgen se obtuvieron sendas pujas de 420 euros.
Nunca faltan los objetos exclusivos, como el Nacimiento traído de Tierra Santa, realizado en madera de pino que además de su valor material tiene mucho valor simbólico, o el boceto del cuadro del 50 Aniversario. Ni los objetos divertidos, como la bandera de la Peña Los Templaos, que año tras año se dona a la puja… Desde el año pasado, dejaron de donarse animales vivos…
En definitiva, más que una subasta, donde a veces casi lo menos importante son los 15.000 euros recaudados para la Virgen (3000 más que en la edición anterior) porque es impagable el sentimiento y la dedicación de todos los vecinos.
Tras vaciar el escenario de objetos donados, un cohete anunciaba a las 6:30 de la madrugada del martes el final de la Puja y, ahora sí, el cierre definitivo de las fiestas de Desposorios 2018.