De María Magdalena lo único que conocemos es lo que nos narran de ella los Evangelios, primera fuente de nuestra historia cristiana. Y lo único que los Evangelios nos cuentan de ella es que fue una mujer sanada por Jesús que, agradecida y cautivada por sus enseñanzas, se convierte en su seguidora desde Galilea. Fue una figura importante en el círculo de discípulos, pues siempre es nombrada la primera entre las mujeres que le acompañan. También es de las pocas que estará en el Calvario junto a Jesús en los momentos de la muerte, permaneciendo incluso velando frente al sepulcro. Será ella quien acuda a ungir el cadáver de su amigo y será la primera persona a la que Jesús se aparece tras la Resurrección, encomendándole su anuncio al resto de discípulos.
María Magdalena fue una persona muy importante entre los apóstoles.
Sin embargo, algo debió suceder para que María Magdalena desapareciese de la historia oficial del cristianismo tras la muerte de Cristo. Su presencia se limita a los textos “no oficiales” de aquellos primeros siglos, donde su figura aún permanece, destacando siempre su importancia como un apóstol más entre los apóstoles.
Tuvo que llegar la oscura mentalidad de la Edad Media para desdibujar esta imagen evangélica de María Magdalena: En un intento de explicar y reinterpretar cada intención de las escrituras, los pensadores de la incipiente Iglesia comenzaron a confundir la excepcional figura de María Magdalena con la de la pecadora anónima que aparece en el Evangelio de Lucas. Incluso mezclaron estas dos mujeres con Marta de Betania, hermana de Lázaro. Como si los evangelistas, cercanos a Jesús o a sus discípulos, no hubiesen llamado ya a cada una de estas mujeres por su nombre en cada uno de los pasajes bíblicos. Encontramos primero la duda y luego la afirmación de que las tres mujeres (Magdalena, Marta y pecadora anónima) eran la misma en los Grandes Padres de la Iglesia de Occidente (San Ambrosio, San Agustín…) cuya influencia será decisiva en el pensamiento teológico de la Edad Media. Y esta identificación se irá consolidando sobre todo a raíz de las famosas homilías de Gregorio Magno en el siglo VI. A raíz de ese momento, desde el siglo sexto, María Magdalena será una prostituta arrepentida que derrama un frasco de perfume en los pies del maestro, los seca con su larga cabellera, es perdonada y se convierte en seguidora de Jesús. Si lo dice la Iglesia medieval, ¿para qué vamos a leer nosotros los Evangelios y contrastarlo? Esa es la imagen que ha llegado de María Magdalena hasta nuestros días en la Iglesia de Occidente (no así en la Iglesia de Oriente, que mantiene hasta hoy su culto como “igual entre los apóstoles”, sin reinterpretaciones medievales.)
Pero su figura tuvo que ser tan importante, que su leyenda se extendió rápidamente por toda Europa, -Alemania, Francia, Italia, España…-, donde surgió una devoción tan intensa que son múltiples las historias, mitos, recuerdos de María Magdalena en cualquier rincón del imaginario cristiano europeo, sobre todo en la literatura y en el arte.
Su recuerdo físico se vincula a la zona de la Provenza francesa, donde se conservan sus reliquias en la bella basílica de Saint Maximin y la leyenda de su retiro ermitaño en la cercana y mística zona de la Sainte Baume. Tras Roma y Compostela, Saint Maximin se convirtió en el tercer centro de peregrinación más importante de Europa.
María Magdalena en la actualidad
La Iglesia celebraba la festividad de María Magdalena el 22 de julio bajo la memoria de «Santa María Magdalena, penitente» (penitente por la redención de su vida pecadora) y en su celebración abundaban las referencias a su papel de pecadora arrepentida y perdonada por Jesús y a su identificación con María de Betania. El Evangelio del día era el pasaje de Lucas 7: la unción de Jesús a cargo de “una mujer pecadora que había en la ciudad”.
Pero tras el Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI llevó a cabo una profunda renovación litúrgica, también en lo referente a las misas de santos: “Devuélvase su verdad histórica a las pasiones o vidas de los santos.”
De esta reforma surgió una revisión de la figura histórica de María Magdalena: ya no la va a identificar con la pecadora penitente de Lucas y así reza ahora en su memoria del 22 de Julio: Santa María Magdalena. El apelativo "Penitente" ha desaparecido.
En el evangelio de la Misa de la Memoria de Santa María Magdalena, el texto de la pecadora se cambia por uno de los textos evangélicos más bellos: el de la Resurrección de Jesús narrada por Juan. La lectura recoge un exquisito pasaje del Cantar de los Cantares que la identifica con la Iglesia-esposa de Cristo.
Sin embargo, pese a esta reivindicación tardía de la figura de María Magdalena realizada por la Iglesia en 1969, la tradición está tan arraigada en la memoria colectiva, que sigue utilizando a la santa como modelo y ejemplo de la redención del pecado a través del arrepentimiento y la penitencia.
Las escenas de La Penitencia de Santa Magdalena, inspiradas en la leyenda provenzal de Saint Maximin, llevan la calavera, el crucifijo y un libro. Esta es la iconografía de la María Magdalena de la Hermandad de Jesús Nazareno de Membrilla, adquirida en el año 1962 a instancias del entonces párroco Joaquín Moreno que echaba en falta su figura en la catequesis iconográfica que es la Semana Santa de Membrilla.
Pero incluso en Membrilla, la imagen de María Magdalena no ha sido valorada en su justo papel apostólico; no se ha librado de la carga de la tradición y ha permanecido durante muchos años olvidada, arrinconada arriba en el coro... hasta que fue “rescatada” para el culto diario,ubicándose en el “guardapasos” de la entrada de la iglesia parroquial. El lastre medieval de su vinculación a la vida de pecado aún perdura en textos religiosos tan importantes en la Semana Santa local como el Sermón del Encuentro, pendiente de revisión y actualización.
Fiesta de María Magdalena: el Papa Francisco la eleva al rango de apóstol
La Iglesia, en su proceso de recuperación de la figura de María Magdalena y su importancia como primer apóstol de Jesús, ha firmado este 2016, con fecha 3 de junio, el decreto Apostolorum Apóstola: Por expreso deseo del Papa Francisco, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos establece que la celebración de Santa María Magdalena, hasta ahora memoria obligatoria, será elevada en el Calendario Romano General al grado de Fiesta.
La iglesia clasifica las diferentes celebraciones en solemnidades, fiestas y memorias, según el grado de importancia. Las solemnidades son días muy importantes y se equiparan a domingos comenzando a celebrarse en las vísperas. Las fiestas son días litúrgicos de menor rango que las solemnidades y entre ellas están las celebraciones de los Apóstoles, entre los que el Papa Francisco ha situado a María Magdalena. Las memorias, que pueden ser obligatorias o libres, son conmemoraciones de los Santos y algunas de la Virgen.
En años anteriores, la celebración había pasado desapercibida en Membrilla y la imagen de María Magdalena ha seguido su “misa oficial” desde el guardapasos. En Membrilla es común ver cómo no sólo los patrones (Virgen del Espino y Santiago) o los santos que mueven multitudinarias romerías (San Isidro) tienen el honor de seguir su misa desde un altar del templo parroquial. También San Antón, la Virgen del Rosario, Santa Gema… Incluso las imágenes de Santa Rita, San Antonio o la Virgen del Carmen, con hermandades muy pequeñas, presiden sus fiestas bien desde la Capilla del Santísimo, bien desde el Altar Mayor.
Reivindiquemos en Membrilla la importancia de la figura de María Magdalena, liberada ya de las oscuras cargas medievales. Y podemos empezar hoy:
22 de julio. Fiesta de Santa María Magdalena. Ya por fin reconocida como Apóstol entre los apóstoles.
Fdez. Megías.
22 julio 2016