La devoción a San Antonio de Padua no sólo es una de las más asentadas en la cristiandad desde su canonización en el siglo XIII; también en Membrilla continúa siendo objeto de una gran devoción popular como se manifiesta año tras año en la celebración de su fiesta, el 13 de junio. Cientos de fieles volvieron a llenar el templo de Santiago el Mayor para asistir a la función religiosa en honor al santo y participar en el simbólico acto de la entrega de los "panecillos de San Antonio", también llamado el "pan de los pobres": Pionera obra de caridad nacida bajo la advocación del santo para dar de comer a los más necesitados.
La tradición se remonta muchos siglos atrás, pero que renació con fuerza a finales del siglo XIX. Los mayores de Membrilla aún recuerdan los años de posguerra, cuando los donativos al cepillo del milagroso San Antonio iban destinados al “pan de los pobres”, adquisición de panes que después se repartían en el atrio de nuestra iglesia a los más necesitados de la población.
La Hermandad de San Antonio, presidida por Espino Atochero, mantiene en Membrilla unos 150 hermanos y es la encargada de organizar los actos conmemorativos. A lo largo de la semana, se vino celebrando en la parroquia el triduo religioso en honor al santo, presidido por la imagen de San Antonio colocada para la ocasión en el altar mayor, cambiando su ubicación habitual en el lado de la epístola por el lado del Evangelio. Los donativos a la hermandad se destinan a misas en sufragio por los hermanos difuntos, tanto en el momento de su fallecimiento como cada día 13 de mes. Como dato curioso, este último año no ha fallecido ningún hermano de San Antonio.
El día de su festividad, 13 de junio, tuvo lugar la función religiosa presidida por el párroco Raúl López de Toro, que antes de la misma procedió a la bendición de los panecillos de San Antonio colocados en el altar. El párroco dedicó su homilía a realizar una breve semblanza de la vida del fraile franciscano portugués, destacándolo como uno de los santos más populares en toda la Iglesia católica. Además de su iconografía y su significativa contribución al desarrollo de la espiritualidad franciscana, se destacó la riqueza de sus enseñanzas contenidas en sus dos ciclos de “Sermones”, que le valieron la proclamación de Doctor de la Iglesia, con título de “Doctor evangélico”, por el papa Pío XII, en 1946. Unos escritos cuya lectura recomendó el párroco por su “gran provecho espiritual”.
Terminada la eucaristía, la junta local de la hermandad de San Antonio procedió al reparto de los “panecillos del santo” entre los fieles.