La parroquia de Santiago el Mayor de Membrilla ha celebrado por primera vez la Presentación de los recién nacidos en el templo en el marco de la fiesta del día 2 de febrero: la Presentación del Señor y de la Purificación de María, en una jornada conocida popularmente bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria.
A esta novedosa iniciativa del párroco de la localidad, Raúl López de Toro, acudieron la práctica totalidad de los niños bautizados durante el año 2016; medio centenar de pequeños que estuvieron acompañados por sus padres, padrinos, abuelos y demás familia, llenando la nave central del templo en un multitudinario acto de oración y bendición.
La celebración, que estuvo presidida a los pies del altar mayor por la imagen de la Inmaculada Concepción, comenzó con la monición y el saludo del párroco, que realizó una oración previa a la lectura del Evangelio del día sobre la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén.
En una breve homilía, López de Toro hizo hincapié en la bendición recibida en los hijos, recordando el compromiso del bautismo y dando gracias a Dios y a la Virgen para que los protejan y los cuiden siempre.
El párroco recordó el sentido de la Presentación como ofrenda generosa para que Dios cumpla en ellos su voluntad como en Cristo, la Virgen y san José, la Sagrada Familia. Invocó la protección de Dios para las familias de la parroquia, para que les aleje del mal, del peligro del desamor. Durante su intervención, tuvo un recuerdo a la figura de Simeón y Ana, los abuelos, los fieles, los consagrados al Señor en el Templo, con la oración y el ayuno, el sacrificio de toda la vida.
La ceremonia continuó con la lectura de unas peticiones por parte de dos padres, la oración de bendición de los niños y la aspersión con agua bendita a todos los presentes.
Seguidamente, el párroco inició el acto de Presentación de cada uno de los niños a la imagen de la Inmaculada, flanqueada por unos cirios de los que los padres encendían una vela.
Una oración leída por los padres, bajo la luz de esas velas, encomendando a sus hijos a la Virgen María, y una bendición final, cerraron el programa de este acto de gran sencillez y belleza que obtuvo una gran acogida por parte de las familias.
La fiesta de la Presentación del Señor
“La fiesta de la presentación de Jesús en el Templo tiene su origen en el ritual judío, que consistía en consagrar los primogénitos varones a Dios y ofrecer por ellos una ofrenda como rescate, conmemorando la liberación de la esclavitud de Egipto (Ex 13). Esto se hacía a los cuarenta días del nacimiento, siendo así también purificada la madre por su sangre derramada en el parto (Lev 12).
Se trata de un acontecimiento eminentemente religioso. Ofrecer la vida del recién nacido, consagrarlo al Señor, es algo que habla de gratitud, de sentido de trascendencia de nuestras vidas, de reconocimiento del gran regalo que supone la vida y de aquel que la da. Imitar este gesto hoy, en el día conocido como La Candelaria, –Cristo, luz de las naciones– es un canto a la vida que Dios regala, a la maternidad como bendición, a la paternidad como responsabilidad. Y es ocasión para tener en gran aprecio el significado de toda consagración. Consagrarse es ofrecer los dones y cualidades recibidas como servicio y entrega a los hombres. Por ello, si desde los inicios de la vida unos padres presentan así a sus hijos a Dios, con toda generosidad, se crea el terreno propicio para que el Espíritu siga llamando a lo largo de la vida a una entrega cada vez mayor y más hermosa. El creyente auténtico entiende su vida como un devolverle a Dios todo lo que ha recibido de él, se expropia libremente. Es la vocación bautismal. El bautizado es ungido, consagrado por el Espíritu para una misión: ser, en Cristo, semilla del reino de Dios, levadura que fermenta la masa, la familia, el matrimonio, la profesión, la vida pública, las relaciones personales.” (Juan Pedro Andújar Caravaca. Con vosotros. Diócesis de Ciudad Real.)