Inmersa en plena celebración del Año Jubilar de la Misericordia, la parroquia de Santiago el Mayor de Membrilla rescató un año más la memoria de San Antonio de Padua y una de las tradiciones más vinculadas a la misericordia del calendario litúrgico: el pan de los pobres, pionera obra de caridad nacida bajo la advocación del santo para dar de comer a los más necesitados. Una tradición que se remonta muchos siglos atrás, pero que renació con fuerza a finales del siglo XIX y que los mayores de Membrilla aún recuerdan en los años de posguerra, cuando los donativos al cepillo del milagroso San Antonio iban destinados al “pan de los pobres”, panes que se repartían en el atrio de nuestra iglesia a los más necesitados de la población.
Aunque el recuerdo del “pan de los pobres” se ha convertido en un acto testimonial que cierra la eucaristía en honor al Santo, el 13 de junio, desde la Hermandad de San Antonio de Membrilla, presidida por Espino Atochero, se sigue una línea marcada por la caridad, colaborando con organizaciones para el desarrollo y asistenciales. El resto de donativos de sus cerca de 150 hermanos se destina a misas en sufragio por los difuntos de la hermandad, tanto en el momento de su fallecimiento como cada día 13 de mes.
Tras completar el Triduo iniciado durante los días previos, numerosos fieles llenaron de nuevo la iglesia parroquial para asistir a la eucaristía en honor al Santo en el día de su fiesta. La imagen de San Antonio, que durante muchos años ocupó su propio altar en la nave central del templo hasta su traslado a la actual capilla del Santísimo, presidió los actos religiosos desde el altar mayor.
Durante la homilía, el párroco Raúl López de Toro realizó una semblanza de la vida de San Antonio de Padua, subrayando algunos aspectos de su personalidad y su predicación, como su gran elocuencia y su firme oratoria, que le llevaron a ser nombrado Doctor de la Iglesia, bajo el título de Doctor Evangélico. Recordó además detalles de su iconografía, destacando su carácter milagroso y su rápida canonización.
Al finalizar, el párroco procedió a la bendición de los “panecillos del santo”, alrededor de quinientos panes preparados por la junta directiva de la Hermandad que, siguiendo la tradición, fueron repartidos a los fieles al término de la eucaristía.