Membrilla celebró el pasado fin de semana la festividad de San Isidro Labrador en una popular romería vivida intensamente en el recinto ferial del Espino y que tuvo como centro de culto al santo la Misa de Campaña del domingo. Previamente, la imagen de San Isidro había sido trasladada en procesión desde la parroquia de Santiago el Mayor hasta el templete de la música, a los pies de la ermita de la patrona. Una procesión de profundo sabor manchego, precedida por las notas de la Agrupación Musical San Juan Evangelista, que este año ha perdido su popular tractor, pero ha sorprendido con la inesperada imagen del santo llevado en carro por los paseos del Espino.
Durante la homilía, el párroco Raúl López de Toro incidió en la importancia de celebrar la figura y la vida, llena de fe, del santo patrón de los agricultores, con un sentido cristiano que rebasa la propia escultura y, sobre todo, la mera fiesta: “La vida de San Isidro Labrador no puede quedar reducida a una estampa tierna e infantil (los bueyes arando conducidos por la mano del ángel). Todos los días, mientras dormimos, descansamos, discutimos o nos afanamos por un trabajo digno, Dios, sigue actuando y trabajando en nosotros como trabajador incasable, sigue llamándonos a la adhesión a Jesucristo, labrándonos y cuidándonos muchas parcelas (familia, trabajo, salud, proyectos, etc.) sin que nosotros nos demos cuenta.”
Por ello, continuó, “no podemos reducir, la romería de San Isidro, tradición española de siglos e identidad de nuestros pueblos rurales, a un mero fenómeno cultural, festivo o popular. Sería, entre otras cosas, traicionar el espíritu y la identidad del auténtico alma de este santo: se movió por Dios, vivió desde Dios y dio testimonio –real y pacífico- de Jesús Resucitado.”
Para el párroco, la festividad de San Isidro es una llamada a todos los hombres, no sólo los del campo, y sobre todo a los jóvenes (“a veces tan alejados y sin embargo tan cercanos por su espíritu juvenil y sincero en la búsqueda de Cristo”), para “recuperar la savia” y la fuerza de la Vid evangélica. “A los santos, y también a San Isidro, se le honra no de palabra, y sí promoviendo, conociendo, acercándonos e imitando –en el día a día- lo que fue decisivo en ellos: la fidelidad a Dios, a su Palabra, amor a la Iglesia y el estilo propio del Resucitado. El folklore, y todas sus expresiones, serán válidos en la medida que estén sostenidas en un contenido evangélico y evangelizador.”
Y concluyó: “San Isidro, en este día de su fiesta, nos invita a ser sembradores de la verdad: cosecharemos justicia, si ponemos verdad con nuestras manos; cosecharemos alegría, si proponemos armonía allá donde estamos; cosecharemos esperanza, si pregonamos optimismo cristiano; cosecharemos amor, si llevamos amor en la mochila de nuestra vida;-cosecharemos el cielo, si ponemos a Dios, en todas circunstancias de nuestra vida.”
En el marco de una celebración básicamente cristiana, reflexionó: “el peor homenaje a San Isidro, es ofrecerle sólo unas espigas de la cercana cosecha, entonarle unos cánticos, sacarle en procesión y luego…..vivir de espaldas a lo que fue el auténtico tesoro y oro de su vida: JESÚS DE NAZARET.”
Tras la misa de campaña, la imagen del santo fue trasladada al recinto ferial desde donde presidió la jornada del domingo, que se completó al mediodía con la interpretación de varias piezas por la Agrupación Musical San Juan Evangelista y los bailes del grupo de pequeños alumnos de “manchegas”, pupilos de Manoli Muñoz. Ya en la tarde, agasajo a los hermanos de San Isidro y verbena popular amenizada de nuevo por la orquesta la Zentral, poniendo fin a dos jornadas de intensa fiesta que habían comenzado cuarenta horas antes.
Intensa jornada del sábado
Después de la fuerte tormenta caída sobre Membrilla en la tarde del viernes, la parte del recinto ferial en tierra amanecía lleno de barro y de charcos, algunos bien resueltos por la organización. Más de un centenar de casetas y cerca, de nuevo, de dos mil romeros llenaron el recinto desde primeras horas de la mañana en una fiesta completa y continua de las familias y los grupos de amigos:
A mediodía, la comida popular compuesta de seiscientas raciones de pisto manchego en cuya elaboración se implicaron con la pericia de siempre algunos miembros de la asociación local de jubilados y pensionistas.
Por la tarde, algo más tarde que de costumbre por la disputa del título de liga en la última jornada, los juegos populares en los que “el pañuelo” volvió a despertar pasiones entre participantes y público.
Y por la noche, la verbena a cargo de la orquesta la Zentral que se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
En una celebración marcada por el espíritu del Año Jubilar de la Misericordia, la Hermandad de San Isidro ha colaborado este año con una de las asociaciones asistenciales que más trabajan por combatir la pobreza, Manos Unidas, otorgando a la junta local, que colaboró durante las dos jornadas, parte de los beneficios obtenidos en la barra de la hermandad.
