Un año más, el templo parroquial de Santiago el Mayor de Membrilla se quedó pequeño para albergar a los centenares de vecinos que se congregaron a las diez de la noche para asistir a la celebración del tradicional Viacrucis del Miércoles Santo. Así, muchos de ellos siguieron la lectura de la Primera Estación desde la calle, antes de la salida por la puerta sur de la imagen de Cristo Crucificado, de la Hermandad de la Santa Verónica y Cristo Crucificado, también organizadora del recorrido.
Sobre los hombros de hermanos cofrades, la imagen de Cristo Crucificado presidió de nuevo el camino de la cruz por las calles de la localidad en un acto sobrio e intimista dedicado a la oración y la meditación en torno al Año Santo de la Misericordia.
Guiados por el párroco Raúl López de Toro en las oraciones y la colaboración del seminarista Raúl, los vecinos dedicaron las intenciones de este Viacrucis a las obras de Misericordia, dejando patente que, lejos de ser una fórmula u oración vacía, la Misericordia forma parte de la vida cotidiana de la Iglesia.
Catorce obras, siete espirituales y siete corporales, para catorce estaciones y una única reflexión: Ante los problemas y necesidades reales de la sociedad, la iglesia católica responde día a día con verdaderas obras de misericordia, personificadas en el trabajo de miles de voluntarios y numerosas organizaciones, desde Cáritas a otros movimientos pastorales, que trabajan para dar de comer al hambriento y de beber al sediento, posada al peregrino, visitar al enfermo, vestir al desnudo, enseñar al que no sabe… En realidad, obligaciones morales que todo cristiano debería adoptar en el ámbito personal y familiar, tal como pretende recordarnos este Año Santo el papa Francisco, cuyas reflexiones también pudieron escucharse por las calles de Membrilla.