Desde hace algunos años anda discutiéndose la conveniencia de mantener la imagen de Santiago Matamoros, u otros símbolos de la conquista cristiana, en templos y edificios civiles. El debate es complejo, porque no sólo afecta al ámbito religioso sino que toca una parte elemental de la tradición cultural española. Se discute la desaparición del dibujo de cabezas cortadas en ciertos escudos y banderas; se discute la retirada de armas y escenas que representan violencia en ciertos templos. Se discute, sobre todo, si es apropiado mantener la imagen de Santiago Matamoros en recintos religiosos. A propósito de esta discusión, la catedral de Santiago de Compostela optó hace varios años por mantener, pese a quien pese, la imagen de su patrón, intacta y tal como la describe la leyenda que nació en el año 844 tras la batalla de Clavijo.
No en todos sitios es igual. Hay cientos de pueblos en España donde la imagen de Santiago se representa en una forma u otra. Membrilla es uno de ellos. Santiago Apóstol, Santiago el Mayor, es el patrón de Membrilla desde el siglo XIII, desde su reconquista, apenas cuatro siglos después del inicio de la devoción jacobea.
Es así, además, porque en Membrilla históricamente se trazó la frontera entre las órdenes militares de Santiago y de Calatrava, pues esta última se extendía hacia el oeste a partir de Manzanares. Por eso la iglesia local está dedicada a Santiago el Mayor. Por eso la figura de Santiago Apóstol siempre ha estado presente en todos los templos y en el imaginario colectivo de Membrilla.
Pero los tiempos pasan también por Membrilla, y el pueblo no es ajeno a estas polémicas sobre la idoneidad de mantener imágenes de Santiago Matamoros. En Membrilla, hasta hace unos meses, el famoso caballo blanco mantenía a Santiago jinete en la ermita del Espino. Con su sable empuñado, y con la figura del moro debajo. Era una escultura de cartón piedra y escayola, remedio en tiempos de penuria adquirido por Acción Católica pocos años después de la guerra civil. La talla original del patrón había sido quemada junto con el templo en los primeros días de la guerra.
Durante años se ha discutido sobre el asunto. Y se ha querido hacer desaparecer la imagen. Aprovechando la remodelación efectuada en la ermita los meses pasados, de nuevo se ha intentado. Los responsables de la parroquia de Membrilla tomaron la decisión de hacer desaparecer la imagen de la ermita, por considerarla cargada de símbolos violentos y por tanto opuesta a los mensajes evangélicos.
La Hermandad de Santiago el Mayor, atendiendo a las razones históricas que justifican la presencia de imágenes del santo en Membrilla, se mostró contraria a esta resolución. Por ello, intentó negociar con los párrocos la posibilidad de que fueran sólo retirados aquellos símbolos que pudieran interpretarse como violentos, y que Santiago permaneciera en la ermita. Las disputas han llegado a todos los ámbitos de Membrilla, y a pie de calle se han podido escuchar opiniones favorables y contrarias a la retirada de Santiago Matamoros. Muchos vecinos han manifestado de forma enérgica su rechazo a la decisión de relegarlo de la ermita. Otros lo han visto como un gesto a los nuevos tiempos. En cualquier caso, el pueblo opina pero la potestad última es de los delegados de las instalaciones religiosas y su contenido: los párrocos.
En medio de la agria controversia, los responsables de la parroquia barajaron la posibilidad de recolocar la imagen de Santiago en el coro del templo, pues albergaban la idea de ubicar en la capilla de Santiago la imagen de San José, y de esta forma renombrar la capilla. La Hermandad de Santiago el Mayor, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, resolvió convocar a sus caballeros y hermanos para que opinaran, e hicieran patente a través de sus voces la opinión del pueblo. Celebraron dos asambleas extraordinarias para ello: el 30 de enero y el 13 de febrero. En esta última, que congregó a numerosos vecinos expectantes en el salón de plenos del ayuntamiento, se dio a conocer el acuerdo final al que se había llegado con los párrocos la misma noche anterior: la imagen de Santiago se mantendrá en su sitio, cabalgando su caballo blanco, en la capilla de Santiago de la ermita del Espino. Eso sí, habiéndosele retirado previamente la espada y la figura del moro.
Juan Jiménez, presidente de la Hermandad de Santiago el Mayor, es consciente de la polémica en que ha vivido el pueblo los últimos meses, mientras se rumoreaba sobre el destino de la imagen: «Ha sido difícil para todos, para la parroquia y para los hermanos. Entiendo que a algunos hermanos les pueda disgustar, pero es una decisión que ha habido que tomar». En referencia a la desaparición de signos que forman parte de la esencia y el significado de Santiago Matamoros, como el moro y la espada, Juan Jiménez admite la necesidad del cambio a que han obligado las circunstancias: «Quizá no sea una decisión justa, pero es una hermandad religiosa, y si tiene que renunciar a los símbolos violentos, lo hará».
El pasado domingo, acabada la reforma del interior de la ermita, la imagen de la Virgen del Espino volvió al templo, en medio de una procesión multitudinaria. La hornacina de Santiago, sin embargo, estaba vacía. La razón no es otra que la siguiente: la imagen, como las otras, abandonó la ermita antes de la reforma, y tras el acuerdo tomado se ha enviado a un taller especializado para su remodelación. Juan Jiménez ha querido tranquilizar a los vecinos que notaran su ausencia y hayan pensado que la polémica seguía viva: «Si algún vecino ha echado en falta a Santiago el domingo, que no se preocupe porque a finales de marzo estará en su nicho». Así pues, la imagen de Santiago volverá, restaurada y remodelada, a su sitio. Sólo queda que los vecinos juzguen el resultado.