La tradición cristiana de cultos y festejos en torno a la figura de San Antonio Abad volvió a rescatar de su origen milenario los ritos de magia y las costumbres de fuego, concentrados y reinterpretados en la actual hoguera de San Antón.
Fieles a la tradición anual, los miembros de la Junta de la Hermandad de San Antón convocaron a los vecinos de Membrilla en torno al fuego; amables y grandes anfitriones en los aparcamientos de la Plaza de Colón, invitando a todo el que quisiera acercarse a un trago de vino y un aperitivo, en una loable lucha por mantener una de las tradiciones más antiguas de la población.
Entre los rescoldos de la fiesta invernal de San Antón se adivinan los trazos de los antiguos fuegos purificadores; ancestrales fuegos del solsticio de invierno que nos explicaron Frazer y Eliade: ritos que buscaban la protección sobre personas y animales, al tiempo que se intentaba provocar de un modo mágico el retorno de la primavera.
"Que la aldea celebre fiesta. Purificad la aldea, campesinos, y ofrendad sobre las hogueras aldeanas los anuales pastelillos",describía Ovidio de las posteriores fiestas romanas, las Feriae Sementivae y las Paganalia.
El San Antón cristiano mantuvo esa esencia (vinculada después en la Edad Media a la enfermedad del “Fuego de San Antón”), y en los pueblos manchegos las hogueras siguieron siendo centro de vida social: Vecinos que se reúnen en torno al fuego para rodearlo y bailar, cantar, comer, charlar, jugar… También en Membrilla, en múltiples hogueras, la principal frente a la iglesia; con la intención puesta en el patronazgo de San Antón sobre los animales de la casa, antes tan necesarios para la vida y la labor, ahora apreciadas mascotas.
Sin embargo, esta manifestación festiva popular al calor del fuego sigue perdiendo el calor humano: No existe una masiva respuesta de vecinos, -que no obstante sí siguen las celebraciones populares del domingo, con la bendición de animales y la procesión del santo-. Y, lo que es más lamentable desde el punto de vista cultural, se han perdido los bailes y corros en torno a la hoguera, condenando al olvido coplas y dichos protagonizados por el Santo Viejo.
Resuena todavía en la memoria de los mayores aquel “San Antón como era viejo/tiene barbas de conejo./ Y su tía Catalina/ tiene barbas de gallina.”
Quizá haga falta un pequeño esfuerzo, de todos, para no perder esta parte de nuestro legado. Fórmulas que sirvan de apoyo a una Hermandad que lucha año tras año por mantener el fuego de San Antón encendido, -a veces pese a la lluvia, al frío o a la niebla-. Una mayor implicación de administraciones y vecinos. Y, sobre todo, un sencillo trabajo de transmisión oral a las nuevas generaciones, para que de vez en cuando salgan de las pantallas y se asomen al mundo real, y aprendan a descubrir la magia ancestral que encierran cosas tan aparentemente sencillas como una hoguera encendida en los Paseos del Espino.