Especialmente en las grandes ciudades es frecuente hallar carteles instalados en numerosas fachadas con la leyenda que prohíbe fijar carteles.
Suelen terminar los citados carteles con una segunda leyenda, esa que dice “Responsable la empresa anunciadora”.
Confieso que esta parte siempre me desconcertó desde muy joven. Me preguntaba cómo podrían responsabilizar a la empresa anunciadora de una acción que realizaba un trabajador, en general con un puesto de trabajo de baja cualificación (se dedicaba a pegar carteles) o en otros casos, lo realizaba una empresa a la que se encargaba esta tarea.
Seguía mi razonamiento pensando que, en todo caso, el responsable de infringir la prohibición de pegar carteles donde no estaba permitido, sería aquella persona que habría pegado indebidamente el cartel, pero no la empresa que figura en el anuncio adherido.
Con los años comprendí que efectivamente la responsable debía ser la empresa y no el empleado o empresa de servicios contratada al efecto por aquella. Entendí que si una empresa cualesquiera recibe un encargo para realizar un trabajo y envía a un empleado a efectuarlo, cualquier negligencia o daño causado por el trabajador en su tarea, es la empresa la que debe hacerse responsable y pagar los daños. Luego, en su caso, el empleado responderá ante la empresa pero no ante el perjudicado.
Toda empresa, entidad u organización que realiza una labor debe conocer, supervisar, dirigir, comprobar, fiscalizar y someter a control de calidad los trabajos que bajo su responsabilidad se ejecutan por medio de sus trabajadores, representantes y directivos.
(En otro momento, lo diré al revés. Son estos últimos quienes reportarán permanentemente información y documentación que permita su control. Pero esto es otra historia)
Las tarjetas opacas de Cajamadrid
Todo esto viene a cuento a propósito del caso de las llamadas tarjetas opacas de Cajamadrid. Los medios de comunicación han informado profusamente de ello y los partidos políticos, organizaciones empresariales y sindicatos están tomando medidas con sus representantes implicados: Apertura de expedientes, expulsión del partido, dimisiones, destituciones, etc.
Sin embargo, solo en un caso (que yo sepa), el de CCOO, ha pedido perdón públicamente por no haber controlado la labor de sus representantes. Los demás, les expulsan o aplican medidas sancionadoras, y ya está. A mirar para otro lado.
En mi opinión, la responsable es la empresa anunciadora. Los responsables son los partidos, sindicatos y entidades que debían realizar una labor de supervisión del trabajo de su representante en la dirección de Cajamadrid. ¿Qué es eso de echarle la culpa solo al representante (que también tiene culpa)?
En el caso de CCOO, les honra haber tomado conciencia de su irresponsabilidad, pero no es suficiente. El que actúa mal, paga. El que infringe, paga el daño y una sanción. El que administra deslealmente, devuelve el dinero y debe pagar una sanción. Pero lo deben pagar los responsables, los partidos, todos los afectados, todos los negligentes con su labor de control. Lo que hagan con sus representantes me da igual. De no ser así, valdrá con pedir perdón cuando se comete una infracción de tráfico, por ejemplo.
El mayor daño que este caso provoca, no es económico. Es el de evidenciar que el modelo democrático de control a través de representantes no se ejerce con seriedad y con rigor, es arbitrario.
Para cuándo un sistema democrático en el que los representantes políticos (todos) sean supervisados por los órganos de sus respectivos partidos, éstos, a su vez por las asambleas de los partidos y los partidos por todos los ciudadanos. Y no me digan que con votar en cada una de las elecciones. Con eso no basta.
Quédense con lo esencial: Responsable la empresa anunciadora. Responsables las entidades representadas.
No digan que fue “el muchacho”.
Vicente Alumbreros