Huelga Real (Un cuento de Navidad)

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Hoy me he despertado de un susto, acababa de sufrir una pesadilla, espantosa, como toda pesadilla que se precie.

En ese mal sueño, una noticia corría como la pólvora por mi barrio. Y un pregonero de los de la antigua usanza (ya sabemos lo raros que pueden ser los sueños a veces, se mezcla el pasado con el futuro o se cuela gente extraña), lo iba vociferando por las esquinas: "Se hace sabeeeeeeer, que este añooo, no vendrán los Reyes Maaaagos!".

¿Cómo que no vendrán los Reyes Magos? repetíamos con incredulidad las vecinas que nos asomábamos a la calle ante tal revuelo.

"Se hace sabeeeeer, que están en hueeeeelga, que no vienen porque Papá Noel, les ha robado el trabaaaaaaajo, les ha pisado el terreeeeno y les ha quitado la confianza de los niiiiiiiiiiiños..."

Me dirijo corriendo a encender el televisor y allí estaba, en todas las cadenas, sobreimpresionado en la parte superior de la pantalla:

Comunicado de los Reyes Magos dirigido a todos los que tengan intención de dejar entornada la ventana la noche del cinco de enero.

"Debido a que los padres de hoy no han sabido inculcar a sus hijos el valor de la paciencia y, aún siendo conscientes de que las edades más tempranas son las menos propicias para tener una actitud paciente, son los progenitores los que deben enseñar a sus hijos a ser fuertes para poder ser pacientes. Para que los niños tengan paciencia deben saber aguardar y esperar. En consecuencia, los niños de hoy no saben esperar ni aguardar unos días para recibir sus regalos ¿a caso no tienen otros juguetes con los que entretenerse? ¿O es que creen que llegará el fin del mundo cuando pase el día de reyes, y que ya nunca más podrán jugar? ¿A qué tanta prisa? ¿Ya no tienen los juguetes que recibieron el año pasado? ¿Ya están cansados de ellos? ¿Son tan decisivos los días de vacaciones que van del veinticinco de diciembre al seis de enero? ¡Doce días! ¡Doce insignificantes días! de entre trescientos sesenta y cinco en los que no se puede guardar fidelidad a los que, desde siempre, éramos los reyes de la Navidad. Los primeros que, después de los pastores, adoramos al niño Jesús. ¿A caso se dignó Papá Noel a acercarse por Belén y llevarle algún presente al Niño de Dios?"

Después de leerlo en la pantalla del televisor, me asomé de nuevo a la calle y escuche al pregonero que, con su peculiar tonillo al pregonar, agregaba estas palabras:

"Melchor, Gaspar y Baltasar estuvieron en Belén y se quedaron deslumbrados con la imagen de aquel niño en un pesebre y decidieron ofrecerle oro, como símbolo de la realeza, incienso, como lema de su divinidad, y mirra. La mirra es una resina que se utilizaba para embalsamar, es decir que aludía a su lado más humano, el que tendría que enfrentarse a la muerte.

En conmemoración de este hecho, año tras año los Reyes llevaron regalos a los niños y mayores que siguieron celebrando aquel nacimiento tan especial. Por eso los llamaron magos, porque tenían la cualidad de saber lo que cada cual necesita, lo que le conviene, aunque a veces no coincida con lo que demandamos.

En respuesta, Papá Noel ha enviado un twitter apelando a la globalización y a la fusión multicultural.

Miles de cuarentones han salido a las calles cargados con Cinexin, Nancis, Madelmanes o saltadores entre otros regalos que recibieron en su infancia, en apoyo de sus majestades de Oriente, haciendo un llamamiento para la conservación de nuestras tradiciones y a sí recordar de dónde venimos, por si nos vale de algo. Reivindican también la fidelidad a aquellos que pusieron en valor la paciencia por encima de la inmediatez que a veces origina un falso mundo feliz. He dicho."

El pregonero apagó la Tablet desde donde había leído la noticia y, con su trompetilla en una mano y el artilugio de nueva generación en la otra, abandonó mi esquina para seguir pregonando por otras calles del pueblo.

Mi disgusto no podía ser mayor, si los niños perdían la confianza todo estaba perdido, había que hacer algo.

¡Ya lo tengo! le dije a mis vecinas. Mientras se solucionaba el problema, los padres nos haríamos cargo de la situación. Enviaríamos por whasap la solución a todos los padres. Solo este año, hasta que los Reyes Magos arreglen sus conflictos, seremos los padres, tíos y abuelos los encargados de comprarles los regalos a nuestros hijos, manteniendo siempre la discreción, así, les cubriríamos las espaldas a los Magos de Oriente.

El resplandor intenso que entraba por mi ventana me despertó. Me encontraba conmocionada por la noticia de la huelga de los Reyes Magos y la responsabilidad que suponía comprar con el tiempo justo los regalos para toda la familia, ¡y acertar en tal empresa!

Bajé de un salto de la cama y me asomé a la ventana, los tejados y las calles estaban cubiertos de nieve. Una nevada monumental había caído durante la noche. Cuando tomé conciencia de la realidad encendí la tele, toda España estaba nevada, era seis de enero y alrededor de mi belén había un montón de paquetes envueltos en papel de regalo.

Respiré hondo y llamé a todos para compartir mi alegría. Un año más se había cumplido la tradición y... el milagro.

Alicia Jiménez Muñoz

 

 

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