No, por favor, no pongan en entredicho la labor honesta y sacrificada de la gente, el interés por hacer prosperar a su pueblo y llevarlo a los escenarios del prestigio nacional literario que tiene históricamente merecido, por intentar por activa y por pasiva aportarle resplandor a la mente y el espíritu de sus vecinos, por desvivirse desde un conocimiento académico y un puesto profesional privilegiado por hacer funcionar la maravilla de la cultura y la educación en el municipio para cuyo ayuntamiento fue elegido democráticamente. No porque aquí conserva su casa y sus raíces, familia y amigos y una vinculación que quiere seguir siendo entusiasmada, confiada y serena, para él, su mujer y sus hijos, y no verse obligado a exiliarse por asfixia si su frente puede seguir caminando alta. No porque hay constancia de todo ello en las actas y las cuentas bien estudiadas y en la memoria de los paisanos. No porque está muy mal sembrar la duda y la animadversión hacia las personas y en contrapartida profesar la fe ciega en Cristo. Porque si la verdad se presenta explícita y hay nobleza de alma hay que contribuir a crear un ambiente feliz en esta tierra y este pueblo de paso que reclama grandeza humana, en este pueblo colaborador que sabe también distinguir. No porque lo que hay que hacer es trabajar con eficacia y buena voluntad para así combatir la situación a la que ha llevado el patio la desaprensión y la irresponsabilidad, el lugar común y universal que, en lo más hondo, sueña ser ágora griega, peripatético discurso luminoso.
Escrito en favor de Enrique Jiménez Villalta, y de todas las personas que sufren la mala forma del desprestigio gratuito. Por mi lugar de nacimiento y donde comparto mi vida, mis apreciados paisanos y los gestores del ayuntamiento, con la confianza, insisto, de su talante constructivo.
Deseo a todos un Feliz Año Nuevo, y mi saludo especial para los miembros del Grupo literario Airén, por su progreso y reflexiones líricas.
Isabel Villalta Villalta