La democracia consiste, además de en facilitar la alternancia en la gobernabilidad de los pueblos de los partidos políticos, entre otras muchas cosas en tener libertad de opinión, en poder expresar esa opinión. Consiste en que la opinión que cada uno tenga vaya encaminada a edificar la vida de la ciudad o el país en que se habita, a potenciar sus valores. En la asamblea griega se invitaba a los asistentes a levantar la voz por la ciudad. Era una forma de que las opiniones diversas de los ciudadanos favoreciesen los méritos posibles a los que pueden aspirar los pueblos o a despertar y activar aquellos que permaneciesen ocultos. Membrilla, desde la que escribo y para la que escribo, como cualquier otro lugar de nuestra historia española hoy, tiene en cualquier tribuna pública como lo son las redes digitales o los periódicos impresos una asamblea democrática, una plataforma para decir bien en favor de las esencias que deben alimentar a la población o de las que debe nutrirse; una tribuna para dejar, en lo que quepa, un poso sustancioso emanado de la capacidad reflexiva o cultural de quienes son invitados a sus páginas o de quienes voluntariamente deciden enviar su juicio o su gracia.
Considerándome, al menos, persona sensible especialmente hacia ese apartado importante de la vida personal y social, no puedo pasar por alto la invitación que se me hace desde la nueva concejalía de Cultura para levantar la voz, y ponerle quizás epílogo a cuatro años de fecundidad extraordinaria en el aspecto cultural que observo de la correspondiente concejalía saliente, y a prologar con un deseo de emulación o nuevo ingenio de la concejalía entrante esos años tan fructíferos y confortantes en favor de la ciudad. Todo porque no haya retroceso, e intentar de nuevo que la mentalidad, educación y cultura de los ciudadanos de Membrilla continúen avanzando.
Porque, ya se dice, es de bien nacidos ser agradecidos y, si se me permite, con grandeza, sin ninguna pose cicatera típica desde siempre de los españoles para cortar las alas –cortar el revesino, que decía Cervantes- a quienes, aunque sea por el bien público, se pasan en su vuelo, quiero resaltar esos empeños inusuales de la anterior concejalía de Cultura, asumida, como saben, por Enrique Jiménez Villalta. Aunque son de la mayor variedad y extraordinaria frecuencia –quienes han participado o disfrutado de ellos lo saben: exposiciones, conciertos, premios, publicaciones, representaciones teatrales… -, creados o potenciados con un saludable criterio democrático en provecho de los ciudadanos, sólo destacaré dos de esos empeños e instauraciones, no sé si quizás los más importantes pero sí los encaminados especialmente a favorecer el conocimiento más profundo de la historia real y literaria locales.
Uno es el Premio de Investigación Local, convocado anualmente. Este premio nos ha llevado a muchos amantes de la escritura y de la historia y tradiciones que laten bajo los cimientos de la localidad a la búsqueda de datos documentales sobre los que descansa su naturaleza, desarrollando temas que afianzan la identidad y valores de Membrilla y de sus vecinos y, a su vez, los ha puesto en manos de los lectores, nutriendo su curiosidad y favoreciendo un enriquecimiento mutuo o general. El otro es el salto, desde un empeño constante, decidido y seguro desde que el grupo socialista estaba en campaña electoral en 2007 con una edición escrita de la obra y, especialmente, a lo largo de los cuatro años que ha gobernado, de la concejalía de Cultura y pasando, desde su estreno en Membrilla en la primavera de 2010, por representaciones en toda la región, desde los archivos locales hasta el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro de El galán de la Membrilla, donde el pasado 5 de julio se representó con lleno total en el archiescenario del Corral de Comedias. El mayor logro, de varios grupos culturales coordinados desde el sólido brindis del Ayuntamiento, al que cualquier obra de nuestro teatro clásico puede aspirar. Este tesón, insisto, como el del Premio de Investigación, ha sido la demostración, como perseguía la asamblea griega, de un claro interés por la ciudad, por Membrilla, por resaltar sus peculiaridades, su historia y sus capacidades y llevarla a un conocimiento más universal, y que los ciudadanos, los membrillatos o membrillanos (véase el apartado sobre el gentilicio en mi libro El topónimo Membrilla y su gentilicio membrillato) o como queramos llamarnos, nos enriqueciésemos de ellos, y que la interesante personalidad de Membrilla, en definitiva, llegara a mayor y más amplio conocimiento: en este segundo caso –lo he dicho otras veces, y el interés de la mayoría de los vecinos por ella así como el apoyo con su asistencia a su estreno en Almagro lo corroboran a su vez-, nos ha de llenar de satisfacción cultural que Lope de Vega, el más prolífico escritor del Siglo de Oro de las letras españolas –monstruo de naturaleza, lo llamaba también el autor de El Quijote por su capacidad creativa- escribiese esta comedia ambientada en nuestra población y en la vecina Manzanares, y que pusiera su nombre en el título.
Dicho esto, quiero dar mi voto de confianza –de entrada y suponiendo que se empeñarán en no defraudar- a la nueva corporación gobernadora de este Consistorio, con su joven alcalde Manuel Borja Menchén al frente –espero que me permita decirle, con todo cariño, que el arrojo es grande y la responsabilidad mayor; aprenderá a lo largo de la legislatura, pues es joven y novel, y ojalá sea dulce, eficaz y ágil su gestión y su proceder ante el cargo y los ciudadanos, por la ciudad, y por él mismo, donde debe encaminarse a salir, cuando le toque, hecho más Hombre-.
Al pedirme una colaboración, entiendo que el heraldo encargado de abrir la asamblea –Carmen Jiménez Villalta, nueva concejal de Cultura- me ha brindado la oportunidad –de nuevo, como ya he venido haciendo con el saliente edil cultural y los anteriores- de alzar la voz por la ciudad como en el ágora griega. Son muchos los temas que, como explico por haber sido un acierto, pueden o deben continuarse y otros nuevos que estaría bien llevarse a cabo. Aunque la dichosa crisis obligue en general a una política de privacidad –también en los sueldos debe aplicarse-, quizás temas, por ejemplo, como la nueva revisión por un jurado de los trabajos que no han sido premiados en el Certamen de Investigación y publicación si procede de los que se pueda. Quizás protección de los edificios históricos, urbanos y rústicos, para su conservación patrimonial y para ilustración, por ejemplo, de escolares en visitas guiadas. Quizás revisión de los carteles divulgativos expuestos en Rezuelo y puesto de venta, en recinto tan emblemático y visitado, de los libros sobre Membrilla. Quizás unas charlas anuales sobre Lope de Vega y su comedia tan nuestra…
En fin, estos nuevos e ilusionados encargados de regir el gobierno de Membrilla al menos los cuatro años siguientes, tendrán –aquí mi confianza- ya su programa o sus ideas para el gobierno de Membrilla en este apartado cultural como en cualquier otro o concejalía, y quizás coincidamos. Sólo deseo, una vez más, como cada cual supongo, que la mesura y la honestidad sean paralelo de la buena gestión del Ayuntamiento, y que la voz transparente de todos siga conduciendo a Membrilla hacia su ganancia general y el noble contento personal de todos. Son ellos los que han tomado primero la voz por la ciudad, donde el heraldo peticionario encargado de abrir la sesión han sido las urnas. Venga ahora la acción.
Con mis mejores deseos.
Isabel Villalta