Una cucaña sin jabón

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La historia de la Cucaña en Membrilla es antigua y rica en anécdotas y avatares. El palo de madera permanece anclado en los Desposorios, fiestas patronales de la localidad, desde hace muchos años y eso es precisamente lo que hace que aún hoy, en pleno siglo XXI, centenares de vecinos sigan congregándose en el Polideportivo Municipal para seguir la gesta de los jóvenes acróbatas que se lanzan al desafío de la altura y el jabón.

Con el nuevo milenio, ha habido cucañas imposibles, como la del 2011; cucañas a la luz de la luna, en el 2010; la cucaña más breve del siglo, un año antes; cucañas divertidas y milenials, como la que nos regaló el joven del 2015, que aprovechó la culminación de su escalada para hacerse un selfie con su móvil  desde las alturas… Cucañas con más gloria que pena y cucañas sin pena ni gloria y, este 2018, la cucaña sin untar con jabón, que no sólo ha quitado grasa de las camisetas de los participantes, sino la emoción inherente a este tipo de práctica… Pocos participantes y escaladas rápidas y seguras, siempre reconociendo el mérito, la habilidad y la fuerza del que consigue trepar los seis o siete metros del palo y descolgar el jamón, que no es sencillo aún sin jabón.

La cucaña es un juego popular que permanece en el imaginario colectivo desde hace siglos, ligado al recuerdo pagano-religioso del árbol de mayo y de modo más concreto a los juegos nacidos en Italia, en el XVI o XVII, siempre vinculados a la plaza pública, la altura y el esfuerzo para la obtención de un premio consistente en un alimento que, por lo general, estaba fuera del alcance cotidiano del pueblo.

Hasta hace algunas décadas, la posibilidad de obtener algún producto cárnico de categoría era un premio suficiente para invitar a la participación a un buen número de jóvenes de la localidad. Eran otros tiempos y las despensas y fresqueras de los hogares estaban más mermadas… Tampoco hay que olvidar la parte de lucimiento personal, culminando con habilidad una difícil gesta del ascenso por el palo enjabonado ante vecinos y chicas. También para eso eran otros tiempos y las formas de destacar desde el punto de vista deportivo han cambiado con el nuevo milenio, rico en modalidades deportivas…

Lo uno más lo otro, aderezado con alguna razón más, está relegando la práctica de estos antiguos juegos populares a niveles testimoniales, con escaso número de participantes de peso más allá de los impresionantes esfuerzos de una chiquillería con más fe que fuerza. Todo pese a la singular afluencia de público el Viernes de Desposorios y al mantenimiento de la cita en el calendario por parte del área de deportes del consistorio.

Una cucaña sin jabón Una cucaña sin jabón

 

 

 

 

 

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