La Asociación Musical Maestro Emilio Cano despidió anoche el año 2009 tal como lo empezó allá por el mes de enero: entre los inagotables aplausos de un público entregado que quiso premiar así la magnífica factura del Concierto de Fin de Año. Un aplauso que, en suma, suponía un reconocimiento al intenso trabajo desarrollado por los músicos durante todo el 2009 fruto del cual nacieron grandes interpretaciones con las que la asociación ha obsequiado a los vecinos de Membrilla en cada uno de sus conciertos.
Presentó la velada el presidente de la Asociación, Félix Arias, que tuvo palabras de reconocimiento a los cinco directores que han tomado las riendas de la asociación durante el 2009, desde el director titular, Gustavo Ramírez, hasta su hermano Rafael que se estrenaba en el campo de la dirección con este concierto de Fin de Año, sin olvidar las grandes veladas dirigidas por Emilio Cano y el propio Félix Arias y la mágica noche en la que el General Francisco Grau tomó la batuta de la AMMEC. El presidente recordó el impecable trabajo y el enorme sacrificio de los músicos a lo largo de todo el 2009, en el que han preparado once novedosos conciertos y numerosos pasacalles y procesiones. La generosidad de esta asociación llega al límite de no sólo regalarnos parte de su vida en forma de música sino también repercutir en Membrilla los pequeños beneficios que esta labor cultural les reporta, empleándolos en acondicionar y ampliar los locales de ensayo para que sus músicos, y sobre todo las nuevas generaciones de músicos, tengan un lugar digno donde ensayar.
La primera parte del espléndido concierto estuvo dedicada a clásicos como Beethoven, en su compleja obertura de Egmont, y al musical Chess, de Ulvaneus y Andersson en adaptación de Johan de Meij, que levantó uno de los más significados aplausos de la noche. Concluyó con el clásico español de La Virgen de la Macarena, adaptada para banda por Calvin Custer.
La segunda parte del concierto estuvo formada por piezas alegres muy acordes con el tiempo festivo de la Navidad. Así, en la Casa de Cultura sonaron las notas tan conocidas de El Murciélago, el famoso vals de los Strauss. Y aunque el director del concierto, Rafael Ramírez, tuvo que expulsar por indisciplinados al propio presidente de la asociación y al director titular, los músicos siguieron desgranando los populares Vals nº 2 de Shostakovich y Fränkische Polka, de E. Löffler, haciendo las delicias de un público que a duras penas conseguía no bailar en sus butacas. La visita de dos irredentos Papás Noeles aficionados al clarinete y al espumoso (Papa Tristsch y Papa Tratsch, suponemos) puso la nota navideña a la velada, que continuó con Tristsch-Tratsch Polka, de Strauss y el Preludio de la ópera Carmen de Bizet, pieza que el público acompañó con palmas, así como el archifamoso Can-Can que Orfeo debió bailarse en los infiernos de la mano de Offenbach.
Lo que en principio se anunciaba como cierre del extraordinario recital, un Popurrí de Villancicos adaptados por Gustavo Ramírez, no fue sino el principio de una intensa salva de aplausos que obligó a los músicos de la Asociación a interpretar fuera de programa la ya casi preceptiva Marcha Radetzky, de Johann Strauss, y de nuevo Carmen, esta vez preludio de una prolongada ovación final entre palmas y aclamaciones.