Abril de 1990, gimnasio del C.P Virgen del Espino, un escenario improvisado con pupitres; un patio de butacas, improvisado también, con las sillas de las aulas del colegio. Y en esa escena, una obra de teatro se representaba poniendo fin a la sequía teatral que se daba en Membrilla.
El emblemático Alborada había representado su última función en 1986. Después ninguna representación se había puesto en escena en nuestro pueblo; entre otras cosas porque (aunque parezca mentira) no teníamos ningún espacio escénico, ni grupo que se dedicara al teatro tras la desaparición de Alborada.
Así las cosas, unos osados actores (novatos la mayoría) pertenecientes al recién creado Grupo Cultural El Galán de la Membrilla, rompían ese vacío cultural, y se daban a conocer con una obra de teatro elegida por quien los dirigió, Pedro de Gracia. Se trataba de Un paleto con talento de Julio Mathias.
Los actores atrevidos fueron: José Jiménez, Pilar Ramos, Manuel Villalta, Miguel Ángel Jiménez, Pedro Contreras, Mª de los Ángeles Lozano, Pedro Moraleda, Rosario Herrera y la que escribe esta crónica.
Por unas razones u otras a muchos se nos quedó esta obra prendada del corazón y de la memoria. Pedro Contreras la rescató el pasado 2016 para ofrecérsela a un grupo de niños, entre ellos sus hijos, y dirigió el montaje que se puso en escena en Manzanares. Pero fueron José Jiménez y Pilar Ramos los que siempre tuvieron el deseo de volver a representarla.
Y así ha sido, veintisiete años después, los días 5, 6 y 7 de mayo en el escenario de La Casa de Cultura, los Amigos del Teatro, ponían en escena la divertida comedia de Julio Mathias UN PALETO CON TALENTO, dirigidos en esta ocasión por Mª Teresa Serna que contó con la ayuda en la dirección de Lola Jiménez.
Pilar Ramos y José Jiménez volvieron a ponerse en la piel de la intransigente Encarna y el no tan paleto abuelo Eulogio, respectivamente, tal como lo hicieran allá por 1990, acompañados ambos por el resto del elenco que en esta ocasión estuvo compuesto por Ascensión Cano en el papel de la cándida Angelita, José Muñoz representando al imponente Isidro, Ángel Villalta como el enamoradizo Manolo, Ascensión Núñez le dio voz y movimiento a la simpática asistenta Luisa, Blas Cano representando al amanerado Vicente, Ana Isabel Jiménez en el papel de la honesta Mª José y Manuel Márquez encarnaba a un timidísimo Ruperto Rodríguez. Todos ellos moviéndose como pez en el agua dentro de un escenario clásico con sofá y mesa camilla.
La nueva incorporación al elenco de José Muñoz nos dejó gratamente sorprendidos tanto en el arte de interpretar como en la caracterización del personaje, uniéndose de este modo al desparpajo del resto de actores, veteranos ya, y que con esta obra han subido un peldaño más en estas lides de la interpretación. Todos exprimieron al máximo la vis cómica de sus personajes a la vez que ponían de manifiesto las carencias personales de los mismos, alejadas estas de valores sencillos que fueron llevados a escena de la mano de un “paleto” a golpe de gayata y de sentido común. Y todo para poner en orden a una familia que perdía el norte.
Con esta nueva representación, los Amigos del Teatro, además de divertirnos dieron buena cuenta de su solidaridad ya que la recaudación de la taquilla fue donada a Caritas, así su presidente, Felipe Torres, lo hacía constar instantes antes de abrirse el telón.
Una velada teatral divertida para todos, pero si cabe un poco más para los que recordábamos, casi al pie de la letra, cada diálogo de esta comedia y casi nos veíamos pisando las tablas de aquel improvisado escenario de 1990.
La vida ha cambiado mucho desde entonces, pero la emoción que sienten los actores, ese sentimiento íntimo que se inflama de gratitud con el aplauso del público, me consta que no ha cambiado nada. Por otro lado el placer de ver una buena obra de teatro por parte del espectador, tampoco, y más cuando los que actúan son paisanos y amigos.
Enhorabuena a todos.
Alicia Jiménez Muñoz