"Muchos niños y niñas comen una sola vez al día en Madagascar, y solo maíz”, nos relata José Luis Guirao, presidente y fundador de la ONG Agua de Coco, como premisa básica a la hora de entender lo que estaba a punto de materializarse en la Caja Mágica de Madrid: Mil voces de niños y niñas, de jóvenes españoles, cantando por los derechos de la infancia y por un mundo más justo con las Malagasy Gospel, de Madagascar, uno de los países a la cola de la nutrición infantil.
Y entre esas mil voces, un grupo de niños, niñas y jóvenes de Membrilla y Manzanares, integrantes del coro de Voces Blancas Mansil Nahar, que bajo la dirección musical de Francisco José Román quisieron sumarse a este proyecto mágico.
La invitación llegó propiciada por los vínculos creados entre coros en la producción del proyecto de Veleta Roja “Canciones y Palabras”, un libro-CD con poemas de Aldo Méndez, ilustraciones de Inés Vilpi y canciones compuestas por Carlos Cano y Hernán Milla e interpretadas por más de un centenar de artistas entre los que se incluyen solistas internacionales y tres coros infantiles: Veleta Roja, Mansil Nahar y Malagasy Gospel. Un disco, por cierto, recientemente nominado en los Latin GRAMMY al Mejor álbum de Música Latina para Niños.
Tras los ensayos de la tarde del viernes y del sábado, los integrantes de las 23 corales infantiles participantes se unieron a las componentes del Malagasy Gospel en los dos conciertos solidarios de la Caja Mágica de Madrid, en la noche del sábado 17 y mañana del domingo 18, con los que los malgaches cerraban su gira española "Había una vez mil voces". Una verdadera lección de vida en la que no sólo se han intercambiado instantes artísticos y musicales, sino que ha propiciado la convivencia entre culturas, permitiendo un conocimiento de primera mano de la situación en la que vive la infancia en otros países menos favorecidos.
En una primera parte de los conciertos, las componentes del Coro Malagasy Gospel, acompañadas del solista Harris, interpretaron canciones del folclore malgache y otras regiones y países vecinos con el ritmo y el colorido propio de la cultura africana, como la aplaudida Andriamtompo. El momento cumbre, la interpretación del tema Soy Minero, de Antonio Molina, por Harris, superando con su actitud no sólo su ceguera, sino los otros problemas físicos que padece y limitan su movilidad.
En la segunda parte de los conciertos, las Malagasy Gospel se sumaban a las mil voces de los niños españoles para interpretar canciones emblemáticas de occidente que hablan de paz y concordia, algún villancico y también piezas como el "Samby Olo Raike" (Todos somos uno), del artista malgache Kilema, con el que quisieron dar las gracias finales a todos los asistentes y colaboradores en el evento.
Todo ello hilvanado con la voz y los relatos de Aldo Mendez, “cuentero” cubano afincado en Ciudad Real, y el propio Guirao de Agua de Coco, desgranando entre tema y tema la realidad con la que esas niñas conviven en Madagascar.
En Madagascar, los problemas rebasan incluso el tema nutricional: Con un 40% de la población menor de 14 años, de la que el 80% vive en situación de extrema pobreza, sin posibilidad de acceso a la educación y con un riesgo importante de ser víctimas de la explotación laboral y de la prostitución infantil, con los embarazos precoces como un grave problema social.
La Fundación Agua de Coco trabaja no sólo por la educación de estos jóvenes, sino por ofrecerles un ocio positivo que llene las pocas horas que el trabajo les deja libre, sobre todo en los barrios más pobres. De ahí surgió, entre otros programas, la Malagasy Gospel, un proyecto educativo y social de Agua de Coco realizado a través de su Centro de Arte y Música de Tulear. A las niñas, pertenecientes a la Escuela de las Salinas, se unieron en el coro un grupo de niños ciegos y otras diversidades funcionales, pero con una voz y unas cualidades sorprendentes para la música, tal como demostró en Madrid el solista Harris sobre el escenario de la Caja Mágica en otra nueva lección de intercambio y relaciones normalizadas con la discapacidad (en Madagascar, los discapacitados acaban en su mayor parte desahuciados). Porque tal como apuntaba Guirao, “las diferencias deben sumar, nunca restar”.