Vaya Cirio: Diez actores con mucho cuento que contar

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Nos contaron el cuento de la fregona y nos lo creímos. A partir de ahí, desarmados ya, nos contaron los cuentos que quisieron en una espiral de enredos que brilló especialmente en el desenlace de la historia: sucesión de escenas encadenadas muy habituales en este tipo de comedias pero que no por ello, o precisamente por ello, dejaron de arrancar la sonrisa, incluso la carcajada, de un público que ya se ha aficionado a esta entrañable compañía de actores aficionados.

En un amago a lo Pirandello, en No me cuentes cuentos... los actores interpretaron la comedia de hacer comedia, Director incluido, pero esta vez sin personajes que buscasen a Cristóbal del Río, el autor, por los escenarios; que los diez actores ya tenían su propia historia que ofrecernos. Vaya Cirio nos contó el cuento del boniato caliente, el del caballero canalla, el de la joven dama caprichosa y consentida con padre (el de mentira) algo lelo y consentidor. Nos contaron y nos cantaron el cuento del trovador pícaro, de las condesas que viven en un castillo plagado de tesoros y de guardias (alabarda en mano como es preceptivo en Membrilla) y en el que no faltó la presencia del tonto de turno, de esos que saben más de lo que aparentan, que todo lo enredan y lo salvan. Y todo aderezado por el autor y director de la obra con unos toques de absurdo que transportaban la acción de lo real imaginado a lo imaginario, mezclando tiempos y modos, siglos y trovas, en una comedia muy adecuada para olvidar la lluvia y las tormentas de la tarde noche del sábado.

Incluso los cuentos que no nos contaron oralmente sobre el escenario merecen ser contados. Porque en realidad la historia se hizo más creíble gracias a tres elementos indispensables en la concepción de esta obra: el cuidado diseño del vestuario de época creado por Inmaculada Orellana (del derecho o del revés, da igual); la banda sonora original que transportó la trama hasta la misma Edad Media, obra de Juan Carlos Sánchez Prieto; y el decorado sobrio, sencillo, funcional y muy elegante obra de la joven artista Iris Sevilla, autora también de la cartelería oficial y miembro del plantel de actores que quiso contarnos el cuento de la rubia tonta con tanta genialidad que hizo sombra sobre los escenarios al mismísimo padre (esta vez el de verdad).

Y todo con mucha picardía, real e imposible como la vida misma, trasladando al espectador a dos mundos paralelos tan creíbles como inciertos. Porque como ya apuntaba el mismo Pirandello: “La vida está llena de infinitos absurdos que, descaradamente, ni siquiera tienen la necesidad de parecer verosímiles porque son verdaderos.” Tan verdaderos, tan auténticos como esta compañía de actores. Aficionados, dicen ellos. Otro cuento.

 

REPARTO (Por orden de intervención)


  • Trovador Jesús Rodríguez
  • Guardia Julián Muñoz
  • Caballero Ginés Cándido Sevilla
  • Caballero Tristán José Miguel Martín
  • Julio Jesús Mª González
  • Condesa Antonia Torres
  • Dama Iris Sevilla
  • Vecina Isabel Vázquez
  • Conde Cristóbal Del Río
  • Sisante J. Antonio Márquez-Villarejo

Galería de fotos

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