“A menudo hablamos de lo que es “normal” y lo que no se ajusta a esa realidad se nos antoja extraño, raro, diferente. Pero… ¿qué es ser “normal”? Permítanme el atrevimiento de advertirles que se equivocan si son de los que piensan que lo normal es ser “normal”, pues lo cierto es que lo normal es ser diferente.”
Con esta tremenda afirmación iniciaba el pasado viernes su intervención Inma Cotillas en lo que se convirtió en una verdadera declaración de intenciones sobre el Concierto ofrecido por la AMMEC a beneficio de la Asociación de Minusválidos Santiago el Mayor.
La música, “que no sabe de barreras ni de capacidades diferentes”, sirvió como punto de encuentro entre los vecinos de Membrilla y las necesidades de una asociación que lucha día a día no sólo por la atención y la realización personal de sus componentes sino por la consecución de medios para llevar a cabo su proyecto integrador.
Abrieron este concierto especial los más pequeños de la AMMEC, los jóvenes músicos de la Banda Juvenil volcados también en este proyecto solidario, que interpretaron el pasodoble La gracia de Dios, de R. Roig, y se adentraron en el complejo mundo de las composiciones modernas interpretando The Tempest de Robert Smith y The Fields, de Jacob de Haan. La Banda Juvenil también se internó en el gran universo de las creaciones para bandas sonoras regalando al público piezas como Los Siete Magníficos de Bernstein y, con la siempre especial colaboración de Inma Cotillas, I’m alive, original de K. Lundin y perteneciente a la película Stuart Little 2.
La Asociación Musical Maestro Emilio Cano fue la encargada de sorprender en la segunda parte del concierto iniciando su intervención, como ya habían hechos los jóvenes, con un guiño español: el pasodoble Homenaje, de José de la Vega. Sin dejar lo latino, los músicos interpretaron Second suite for band, la composición del americano Alfred Reed que hizo bailar al público al ritmo de Son Montuno, tango, guaracha y pasodoble.
También Sandra Fernández e Inma Cotillas, las habituales voces colaboradoras de la Ammec, quisieron aportar su granito, más bien montaña, de arena a este Concierto Benéfico. En sus extraordinarias voces pudieron escucharse los temas Una y otra vez, Como una ola, Ave María o Como yo te amo, todos ellos adaptados para banda por Gustavo Ramírez. Las dos intérpretes y la banda de la Ammec regalaron al público como cierre un tema con un mensaje de gran importancia y hondo calado vital: Felicidad.
Los miembros de la Asociación de Minusválidos Santiago el Mayor de Membrilla agradecieron al público su asistencia y su colaboración y a la Asociación Musical su entrega en este concierto; una implicación con el proyecto que representan que, según reconocieron, tiene más valor en los tiempos que corren, en los que la situación económica de las familias se resiente y los medios destinados a financiar estas asociaciones se ven limitados.
En fin, un concierto “normal”, interpretado por músicos “normales”, para gente “normal”: precisamente esa que tiene el coraje de ser “diferente”.
INTRODUCCIÓN: A menudo hablamos de lo que es “normal”...
A menudo hablamos de lo que es “normal” y lo que no se ajusta a esa realidad se nos antoja extraño, raro, diferente. Pero… ¿qué es ser “normal”? Permítanme el atrevimiento de advertirles que se equivocan si son de los que piensan que lo normal es ser “normal”, pues lo cierto es que lo normal es ser diferente. Nadie es exactamente igual a nadie. Todos somos diferentes ¡y por suerte!
Hoy la AMMEC, su Banda Juvenil, Sandra y yo estamos aquí para colaborar con unas personitas que son realmente especiales. Pero no se equivoquen, no son especiales ni por ir en silla de ruedas o por aprender más lentamente que el resto. No son especiales por tener dificultades para comunicarse o por no ver u oír; podría seguir, pero en definitiva, no son especiales por tener unas capacidades diferentes a las suyas o a las mías. Son especiales porque si fuéramos capaces de mirarlos de cerca, de no tener miedo, ni sentir lástima, de detenernos un instante… nos podrían enseñar muchísimas más cosas de las que nosotros les podemos enseñar a ellos o por lo menos cosas mucho más importantes que ellos asumen con una naturalidad asombrosa, y nosotros con bastante frecuencia somos incapaces de ver.
Son capaces de disfrutar de los pequeños detalles con un goce infinito y sincero.
Son ejemplo de esfuerzo, paciencia, constancia y superación, pues a pesar de que les cuesta diez veces más conseguir algo, siguen luchando día tras día y a cada pequeño paso, se desbordan de alegría.
Tienen el don de la sencillez, son como son y lo que son, sin disfraces ni artificios, sin dobleces.
Son puros de corazón, pues son capaces no solo de alegrarse de lo que les pasa a ellos, sino de alegrarse por los demás como si de ellos mismos se tratara, pero de verdad. Son portadores de esperanza: aunque parezca que el mundo se pasa la vida en contra de ellos, vuelven a sacar la cabeza una, otra y otra vez.
Nos dan todo, sin esperar nada… En definitiva son capaces de ver lo realmente importante de la vida a la vez que consiguen sus logros por difíciles que sean.
Pero fíjense en una cosa, y es que a pesar de que yo no tengo estas capacidades tan importantes, para mí es más fácil vivir en esta sociedad. Es más fácil conseguir una educación adaptada a mí. Acceder a cualquier edificio, calle, acera, transporte público… Adquirir una autonomía, una independencia… Y es que igual al principio de este escrito no estuve del todo acertada. Es cierto que somos diferentes, menos en una cosa, en que tenemos los mismos derechos.
Es por eso que estas personas no quieren tu lástima, quieren que los entiendas; no quieren ser invisibles, solo quieren que los trates como a las personas que llamamos “normales”; no quieren estar escondidos, quieren salir al mundo; no son ellos los que tienen que adaptarse a la sociedad, es la sociedad la que tiene que adaptarse a ellos. Sus problemas son muchos y la lucha siempre es difícil, pero nadie dijo que vivir fuera fácil. Es verdad que se ha avanzado mucho, pero que nos se nos olvide que hay que seguir avanzando, pues aún queda mucho camino que recorrer.
Es por eso que en un día como hoy donde la música, que no sabe de idiomas, ni de barreras, ni de capacidades diferentes… nos sirve como vehículo de comunicación para destacar cómo son y lo que son estas maravillosas personas y no solo sus dificultades. Queremos hablar de inclusión, de concienciación, de respeto, de alegría, de sueños, de VIDA….
Y antes de terminar quiero pedir perdón humildemente primero por mi desconocimiento sobre el tema y aun así haberme atrevido a escribir estas líneas, y segundo porque seguramente mis palabras no hayan expresado de la forma más correcta lo que me gustaría decir. Pero por si queda alguna duda les pido un minuto para que vean un video que en un solo gesto muestra perfectamente lo que yo he intentado manifestar, espero que les guste tanto como a mi y que disfruten del concierto
INMACULADA COTILLAS JIMÉNEZ
VIDEO: “Tengan el coraje de ser diferente”