La Coral Battistini de Membrilla organizó un novedoso concierto el pasado fin de semana que contenía en sí mismo dos regalos para el público. Por un lado, la coral ofreció un gran recital de canciones de amor y habaneras bajo la dirección de Pilar López Fernández y acompañada al piano por Miguel Angel Pintado. Una actuación en la que destacó el continuo crecimiento del grupo coral, tanto en la madurez interpretativa que los componentes van sumando gracias al trabajo casi diario y a la firme implicación de su directora como en el aumento numérico de miembros, subrayando la incorporación de grandes voces jóvenes como la de María Alumbreros. Sería la propia directora de la coral quien dedicaría el concierto a la figura de Emilio Cano y a la de todos los que estudian, luchan y trabajan por la música sobre todo desde instituciones educativas como las Escuelas de Música locales.
Un segundo regalo fue la posibilidad de disfrutar del primer concierto de arpa celebrado sobre un escenario de nuestra localidad gracias a la magistral interpretación de la joven María Valero Menchén, natural de Madrid pero con raíces en Membrilla. Con un extraordinario currículo musical labrado en sus escasos veintidós años, María Valero arrancó las mayores ovaciones de la noche tras convertir en pura magia las notas musicales que obtenía de su arpa.
El concierto comenzó con la sorprendente estampa de la Coral Battistini acompañada al piano y al arpa en la interpretación de la mítica canción de Billy Joel El hombre del piano. El recital, con el tema amoroso como hilo conductor, se completó con una amplia selección de boleros y habaneras entre las que también hubo un solo para Gregorio en la interpretación de El Reloj y dos invitaciones particulares a los asistentes: una a la participación con palmas en el jocoso Guriguri y otra a “besarse mucho” como cierre sentimental a la velada de canto.
La segunda parte consistió en un inédito recital de flauta y arpa de sorprendente factura y magistral ejecución. María Valero cautivó al público con la Danza de las sílfides, de Godefroid. Acompañada a la flauta por Pilar López Fernández desgranaron las piezas Berceuse, de Fauré y Entre ‘acte, de Ibert, creando un clima mágico y extraordinario en una anticipada primavera dibujada en Haru no umi, obra de Miyagi, fruto de las recientes andanzas de Pilar y Miguel Ángel (Mar del Norte) por las tierras de Japón. Las alegres Czardas de Monti interpretadas al piano, flauta y arpa supusieron el broche de oro a una noche original y de gran calidad artística, planteada con éxito desde la Coral Battistini.
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