El Grupo Literario Airén rindió el pasado viernes un pequeño homenaje a D. Narciso Perea y a D. Pedro Roncero recuperando la prolífica y extraordinaria faceta poética y literaria de estos dos sacerdotes locales.
Tras la presentación de Antonia Fernández, Cosme Jiménez fue el encargado de guiarnos en el descubrimiento más sorprendente de la noche: el “alma noble y poética” del antiguo párroco de Membrilla D. Narciso Perea, ya fallecido. Su afición a las letras se inició en su etapa en el seminario y se desarrolló a lo largo de los años recogiendo los sentimientos del sacerdote ante los diferentes acontecimientos que marcaron su vida, desde los años de juventud hasta su etapa de madurez en el sacerdocio, pasando por las “horas rabiosas” de la Guerra Civil y numerosos acontecimientos íntimos y familiares de extrema ternura. Alicia Jiménez, Amalia Aparicio, Vicente Ballesteros y Valentina Nikolenko, componentes del grupo literario, desgranaron sobre el escenario una selección de impresionantes poemas que fueron escritos desde una visión profundamente creyente, pero tremendamente humana. Una característica esta que fue resaltada por el propio Cosme al concluir que la dimensión humana de sus escritos tenía que conectar forzosamente con la dimensión divina de este sacerdote, tan desconocido por la mayoría de los vecinos con los que compartió los diecisiete años que estuvo al frente de la Parroquia de Santiago el Mayor.
Pascual Muñoz, miembro del propio grupo literario, esbozó una semblanza de la vida y la obra del segundo homenajeado de la noche, D. Pedro Roncero, decano de los sacerdotes de la diócesis y presente en el acto, resaltando su inagotable caudal artístico: poeta, escritor con varios libros publicados, firme orador, pintor de sencilla elegancia, dibujante preciso y metódico, pensador... Esta visión artística del mundo ha marcado y definido con un toque personal su larga e intensa vida caracterizada por su calidad humana, su cercanía a los demás y su entrega a la labor sacerdotal, que aún hoy sigue desarrollando en ocasiones especiales y cuando la salud se lo permite. Unas cualidades que el propio pueblo de Membrilla reconoció nombrándole Hijo Predilecto el año 2004. Ramoni Andujar, Cati Martín, Luisa Díaz y Juani Núñez, componentes del Airén, fueron las encargadas junto con Pascual Muñoz de rescatar algunos escritos y poemas de D. Pedro, de hondo calado moral y filosófico y muy marcados por su amor a la Virgen María y a su pueblo. Unas lecturas completadas fuera de programa con una carta del antiguo alcalde de Herencia, compañero de D. Pedro, entonces su párroco, en las complejas horas de la transición.
El acto se cerró con la entrega de un recuerdo a los homenajeados por parte del grupo a manos de Manuel García. Pepita Perea, hermana de D. Narciso, fue la encargada de agradecer a Cosme y al grupo esta particular memoria de la obra de su hermano. D. Pedro Roncero, firme a sus noventa años, agradeció personalmente al grupo y a los asistentes el recuerdo de su obra, desde la sencillez y la humildad que sólo las personas extraordinariamente grandes poseen.
El momento de magia, la entrañable nota en blanco y negro, lo pusieron los miembros del antiguo coro parroquial de principios de los setenta: nueve mujeres que, de nuevo dirigidas por la voz potente y serena de Sandalio Morales, transportaron en el tiempo al público asistente llevándoles de nuevo al interior de la iglesia de Santiago el Mayor, cuando los muros del templo eran blancos y sobre el altar mayor D. Narciso Perea predicaba la misa, firme y serio por fuera pero, ahora lo sabemos, con un alma de poeta por dentro.
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