La Plaza del Sitio volvió a revelarse como un interesante espacio escénico donde disfrutar de la cultura en las noches de verano, tal como quedó demostrado en el transcurso del último concierto ofrecido por la Agrupación Musical Maestro Emilio Cano el pasado fin de semana.
Ante centenares de vecinos que se desplazaron al barrio del Sitio, la agrupación local dirigida por Gustavo Ramírez ofreció un concierto muy equilibrado donde no faltaron las referencias a la música española más tradicional sin dejar de hacer un guiño, como viene siendo habitual, a las mejores composiciones musicales del séptimo arte.
El repertorio contó con un par de pasodobles de aire valenciano: Musica i Poble de Ferrer Ferrán, un pasodoble de concierto muy colorista y original, y el pasodoble Regina Enguídanos, del joven compositor valenciano Francisco Bort.
A pares llegaron también las referencias a la zarzuela de principios del siglo pasado, con piezas de El príncipe Carnaval de José Serrano, nueva en el repertorio de la agrupación, y La del manojo de rosas, la obra que consagró definitivamente al maestro Pablo Sorozábal.
La banda volvió a regalar al público Una noche en Granada, de Emilio Cebrián, pieza que ya se pudo escuchar en su Homenaje a la Canción Española de marzo. Esta intensa obra descriptiva del autor toledano ofreció en su recorrido una meditación nocturna en la Alhambra, una serenata a la mujer granadina y un bailable andaluz con ritmos de zambra en una fiesta gitana en el Sacro Monte.
Destacaron en este punto los solos de trompeta de Jesús Manuel en los pasodobles y los de fliscorno en La del manojo de rosas y Una noche en Granada, pieza esta en la que tuvieron el protagonismo los dos solos de trombón que hizo Miguel Serrano.
Una plaza en blanco y negro
La magia de la noche llegó de la mano de Charles Chaplin: Los primeros acordes de Candilejas tiñeron la Plaza del Sitio de blanco y negro y trasladaron a los espectadores un siglo atrás, cuando la música contribuía a reforzar los sentimientos de un cine mudo que, sin embargo, decía más que muchos diálogos de las películas modernas.
Tras ofrecernos a lo largo de su trayectoria numerosas bandas sonoras de las grandes producciones, obras de Menken, Morricone, Williams... la Ammec tuvo la gran iniciativa de rescatar el cine de los años 30 y 40 en una de las facetas menos conocidas del gran Chaplin, la de genial compositor. Con Charles Chaplin Selection, adaptada por Marcel Peeters, la asociación musical trajo a la memoria grandes obras como el tema principal de Candilejas, considerada una de las mejores partituras de la historia del cine y por la que Chaplin recibió un Oscar. El público pudo disfrutar de las divertidas Morning Promenade, pieza clave de El Chico, y de Titina Song, de la que sólo se echó en falta algún valiente músico que representase el “personal” baile que Chaplin se marcó en Tiempos Modernos. Una gran selección de melodías en las que no pudo faltar la Napoli March de la satírica El Gran Dictador, uno de los mayores símbolos contra el autoritarismo y la guerra que sin embargo ha sido censurado hasta casi nuestros días de una u otra manera.
También en blanco y negro sonaba en esta ocasión la guinda del concierto: el estreno absoluto de Gracia Soberana, el pasodoble que Rafael Cano compuso a finales de los años 40 y que ha sido recuperado por su hijo Emilio Cano y Miriam Escamilla. El director titular de la banda cedió la batuta al propio Emilio Cano en esta ocasión especial. Emilio Cano recordó que su padre dedicó el pasodoble a su novia y por ello quiso dedicar la pieza a todas las mujeres del público, en especial a las esposas y parejas de los músicos por los grandes ratos de espera entre ensayos, procesiones y conciertos. Una pieza de gran calado sentimental en la que destacó la glosa de flauta de Ana Isabel Alhambra y el requinto de Gustavo Ramírez.
La banda volvió a recuperar el multicolor en la sorpresa final de la noche: la gran voz de Sandra Fernández que llenó, como una ola, la Plaza del Sitio tras un gran concierto en el que los músicos brillaron de modo general aunque cabría destacar la presencia de las tubas, con Rafael Cano nieto, reforzadas por Cayetano Serrano y el buen hacer de los percusionistas destacando el xilófono y la lira.