El Homenaje a la Música Española que la Asociación Maestro Emilio Cano ofreció el pasado viernes se convirtió en una auténtica sorpresa musical al mostrar una nueva y desconocida faceta de estos intérpretes que, acompañados por el guitarrista José Tomás, cautivaron al público en su versión más flamenca.
El concierto se planteaba con la dificultad añadida de adaptar determinadas piezas a las características propias de una banda, lo que se sumaba a la complejidad de algunos temas, handicap que los músicos consiguieron resolver con maestría tanto en ejecución como en el trabajo previo: Además de las muchas horas de ensayo hay que recordar que obras como Entre dos aguas ya habían sido adaptadas para banda por Gustavo Ramírez, que fue el encargado de dirigir a los músicos, “la batuta también suena”, en este concierto. Destacó también el estreno como concertino de Cristina Arias (15 años) que actualmente cursa 2º de grado medio en el Conservatorio de Ciudad Real.
La velada se inició al compás de pasodobles, muy bien interpretados, en una auténtica lección didáctica que permitió al público apreciar las diferencias entre los pasodobles de concierto (más solemnes y clásicos, arrogantes y melodiosos) y los pasodobles taurinos donde la alegría de la fiesta reflejada en adornos musicales se mezcla con la tristeza de la muerte en una descripción armónica de la propia faena del torero. Así, el público disfrutó de Marta Agustín, el pasodoble de concierto compuesto por Pere Sanz Alcover, que ganó el primer premio del 12 º concurso nacional de pasodobles falleros y que está dedicado a la fallera mayor de Valencia 2009. El contrapunto torero llegó con Fiesta taurina, de José de la Vega. El genio de José Tomás apareció en escena para interpretar el 2º movimiento de una de las más famosas obras para guitarra y orquesta adaptada para banda por Gustavo Ramírez.
Cerró la primera parte Una noche en Granada, intensa obra descriptiva del toledano Emilio Cebrián (“el protector del andalucismo hondo, el elegante, el que no necesita de florituras y resulta igualmente andaluz”) que en su recorrido nos ofreció una meditación nocturna en la Alhambra, una serenata a la mujer granaina y un bailable andaluz con ritmos de zambra en una fiesta gitana en el Sacro Monte.
Homenaje al flamenco, Patrimonio inmaterial de la Humanidad
La segunda parte del concierto estuvo dedicada al Flamenco en un homenaje a su declaración por la UNESCO el pasado 16 de noviembre como “Patrimonio inmaterial de la Humanidad” y así, muy flamencas con su clavel reventón, aparecieron en el escenario las componentes de la agrupación musical.
Abrió este homenaje López Odero, fantasía andaluza de Ferrer Ferran inspirada en el folklore de Cádiz donde se reflejaron los cantes de esa tierra, como el Tanguillo de Cádiz, el Pasodoble y la Alegría. Esta obra, junto a Una noche en Granada, son obras descriptivas cuya dificultad estriba en que tienen muchísimos cambios de velocidad, de carácter, lo que requiere mucha atención, mucho ensayo y es donde los músicos de la Asociación nos demostraron una perfecta compenetración Director-Banda.
El guitarrista local José Tomás Jiménez fue el protagonista indiscutible del resto de la velada participando con la maestría y el arte que sólo él sabe arrancarle a la guitarra flamenca en dos de las piezas clave de la noche: Entre dos aguas, de Paco de Lucía y adaptada por Gustavo Ramírez, y la original Palindromía flamenca de Antonio Ruda.
En las notas de Entre dos aguas los músicos nos trajeron el flamenco más popular y mestizo con una rumba nacida de la fusión y la creatividad que sólo músicos como Camarón o Paco de Lucía fueron capaces de presentar ante el ortodoxo mundo del flamenco. Una pieza clave donde en realidad los instrumentos de la banda actúan como si fueran varias guitarras que acompañan al guitarra solista.
Con Palindromía flamenca llegó la sorpresa de la noche. No en vano esta obra suele describirse como “un torrente de sensaciones musicales”. La originalidad de esta pieza reside en su construcción como palíndromo (palabra o frase que se lee igual de derecha a izquierda que de izquierda a derecha): La banda, cada cuatro u ocho compases podría haber vuelto sobre sus notas y hubiese sonado igual. Con el protagonismo indiscutible de la guitarra y de José Antonio Fuentes como saxofón soprano (un saxofón que actúa como un cantaor) acompaña esta insólita pieza el toque particular del cajón, una cuidada presencia de palmas y una espectacular ejecución de unos músicos que supieron superarse una vez más adentrándose, con éxito, en el complicado campo de la interpretación del flamenco.
Un extraordinario y novedoso trabajo que el público supo reconocer, premiando con ovaciones este original regalo musical, que se completó con varios bises como Granada, Entre dos aguas y la parte final de Palindromía flamenca.