La imagen de Santiago el Mayor volvió a ocupar ayer su espacio habitual en la hornacina que preside la capilla que lleva su nombre en la Ermita de la Virgen del Espino, una vez concluidos los trabajos de restauración de los que ha sido objeto aprovechando la coyuntura temporal de las obras de remodelación del santuario.
Tras intensas conversaciones en torno a la conveniencia de mantener en un templo cristiano una figura con manifiestas connotaciones violentas y tan alejada de la tradición evangélica de la Iglesia, se optó por una solución salomónica: mantenerla en su lugar habitual para respetar la tradición iconográfica de todo un pueblo pero eliminando de la talla elementos poco acordes con el espíritu cristiano, como la figura del árabe pisoteado y la espada amenazante en manos del apóstol.
De este modo se ha conseguido subrayar la importancia del culto a Santiago el Mayor en la localidad, de la que es patrón y bajo cuya advocación se levantaron la desaparecida iglesia de Santiago el Viejo y la nueva parroquia, resaltando la trascendencia de la figura apostólica de Santiago alejada, ahora algo más, de las manipulaciones generalmente políticas de las que ha sido objeto desde los tiempos de la Reconquista en España y que tuvieron un nuevo auge en los años siguientes a la Guerra Civil.
La imagen, que ha tenido que esperar algunos días a que se concluyan las obras de pintura y acondicionamiento de varios elementos de su hornacina, permanece ya expuesta a los fieles en su capilla luciendo un nuevo estandarte en su mano izquierda. Santiago recupera así el formato primitivo de la imagen que fue destruida en la guerra y que, aunque mantenía la figura del infiel bajo los cascos del caballo, portaba un estandarte en lugar de una espada. Acción Católica se encargó de comprar la nueva talla en los años cincuenta para recuperar su culto en la población, acentuado desde la formación de la hermandad del santo en los años 80.