Once grupos de vecinos y asociaciones vistieron la cruz de mayo en la noche del día dos, víspera del día de la Invención de la Santa Cruz celebrado el 3 de mayo, participando así en una de las tradiciones más antiguas del calendario festivo y religioso local. Un gran trabajo que permite consolidar y mantener un culto que se remonta a tiempos inmemoriales y que se consolida en el calendario cristiano a raíz del hallazgo de la Cruz por Santa Elena en Jerusalén, aunque ya está datado su culto en España en los siglos VI y VII.
La celebración popular, de orígenes más misteriosos, viste las calles de Membrilla de flores y hogueras y la llena de numerosos vecinos que recorren las cruces en un itinerario en el que, sin embargo, predomina un marcado carácter religioso nacido de la tradición del último siglo en Membrilla y acentuado tras la desaparición, aún reciente, del canto del mayo profano a las mozas. Y junto a esto, los irrenunciables zurras y el popular puñao en una invitación festiva que dará lugar a una semana de rezo y cántico más intimista en cada una de las cruces vestidas.
Junto a estos vecinos, destaca del mismo modo la labor de los dos grupos locales, Los Toconeros y la Rondalla Marmaria, que llevan muchos años recuperando la tradición del canto del mayo a la cruz. Ambos grupos recorrieron las calles de la localidad cantando los mayos en las cruces y bailando, entre mayo y mayo, alguna que otra seguidilla.
El Grupo Cultural “El galán de la Membrilla” vistió, como viene siendo tradicional desde los años 80, la cruz del Ayuntamiento en el Centro Cultural de San León. El propio presidente del grupo, José Jiménez, recordaba aquella primera cruz vestida por el grupo en lo que hoy es la ermita de la Soledad junto a la Casa de Cultura.
No faltaron a la cita con la noche del dos de mayo los entrañables vecinos de la Cruz Verde ni los de la Cruz de la Calle de Santiago. Tampoco dos asociaciones de gran tradición en la fiesta del mayo como los Pensionistas y Jubilados y las Amas de Casa. Este año volvieron a sumarse las integrantes de la Asociación Vida y quisieron aportar, por primera vez, su granito de arena los cofrades de la Hermandad de la Verónica y Cristo Crucificado.
También la Calle del Prado volvió a ser un punto de encuentro en esta noche gracias a la ya habitual dedicación de José Serrano y a un grupo de vecinas que han conseguido consolidar su participación en esta fiesta en los últimos años.
Los vecinos también pudieron disfrutar del incomparable marco de la cruz de la Iglesia, una de las más antiguas de la población, vestida por Joaquina Espinar, y una nueva cruz vestida en la calle de la Vega por Mercedes Jiménez.