Año 2011. Por una extraña casualidad, cuyos condicionantes no nos pondremos a analizar, alguien inquieto decide visitar un lugar de La Mancha del que, sin embargo, tiene pocas referencias: Membrilla. Y como dispone de poca información sobre esta villa manchega, la busca. Busca, claro está, en Membrilla.com, que, aunque no la conoce aún, supone una página seria y fiable, sólo por eso del nombre. También se da un paseo por la página del Ayuntamiento, y otras oficiales que le puedan dar un poco de luz sobre lo que Membrilla tiene que enseñar al mundo.
Nuestro viajero, o turista, o curioso, busca también en publicaciones especializadas: esto es, en revistas de viajes. Le resulta complicado encontrar referencias a Membrilla, son muy pocas y además ofrecen una información general, y eso cuando la mencionan y no pasan de largo dando un pequeño salto desde La Solana a Manzanares, como si se tratara de un pueblecito pequeñito, una pedanía triste que queda en medio. Nuestro turista sigue buscando y, por fin, da con la publicación adecuada. O la que él cree que es la publicación adecuada. Craso error: nuestro turista llega a Membrilla con las referencias que ha obtenido de la autotitulada “revistaiberica.com. Revista de Turismo, Viajes y Vacaciones”.
¿Por qué error? Echando un vistazo general a la citada revista electrónica, parece bastante completa, aparecen en ella bastantes destinos y posibilidades para viajar, todos ellos documentados. Pero, ¿bien documentados? A juzgar por lo que encontramos en el artículo “Entre cepas y cereal”, en el que habla de nuestra comarca, algo falla en ese proceso de documentación.
Nuestro viajero se queda atónito cuando llega a Membrilla y compara lo que hay ante sus ojos con lo que ha leído en esta revista especializada en turismo. Comienza este artículo el recorrido por Manzanares, se desplaza desde ahí hasta Villarta de San Juan, vuelve sobre Llanos y otra vez a Manzanares, para ya visitar nuestro pueblo. Hace justicia mencionando su antigüedad, mencionando El galán de la Membrilla, el “azafrán, melón y buen vino”. También menciona la iglesia de Santiago el Mayor, las ruinas de molinos a lo largo del río Azuer y la ermita del Espino. Pero el viajero se puede volver loco buscando ese “convento de las Carmelitas” del que se da cuenta en ese artículo. ¿Qué, dónde? Primera sorpresa.
La segunda puede venir cuando se disponga a buscar los “restos de arquitectura religiosa romana”. Que los haya, nadie lo niega; que estén bien señalizados y constituyan un atractivo turístico o cultural, sí podemos dudarlo. ¿Arquitectura religiosa romana? Quizás haya restos de templos enterrados, o quizás se nos hayan ocultado a la vista durante muchos años hasta olvidarlos. Pero como el viajero venga buscando “arquitectura religiosa romana”, como le promete la revista, tendrá él mismo que sacarla a la luz y enseñárnosla. Y a lo mejor entonces vamos al templo romano a celebrar con él.
Y podemos celebrar, cómo no, la única festividad de nuestra localidad que mencionan en este artículo: “la tradicional fiesta de la Purificación, con motivo de la cual se ofrecen pichones, denominados tostada”. Bueno, no digo yo que no, pero yo en mi pueblo entendía por tostada otra cosa. Debe de ser una tradición muy arraigada, tampoco lo ponemos en duda, pero lo que no sabemos es dónde. ¿Purificación, pichones? ¿Ésta es la festividad más destacada de Membrilla? Que lo fuera en un pasado del que apenas se conserva recuerdo, bueno está, pero que la revista lo proponga como la festividad más destacada... A poco que el viajero ate cabos, vendrá para esta fecha, y esperará que lo obsequien con unos pichoncitos en los magníficos templos romanos de nuestra localidad. Los pichones tostados, claro está, entendidos como sacrificio animal, porque en este pueblo todavía conservamos, además de los templos, los ritos romanos.
Qué mal que las referencias a Membrilla sólo ocupen dos párrafos, porque de lo contrario habríamos descubierto cosas de nuestro pueblo que ni siquiera imaginábamos. Lo malo es que el viajero que se documentó para venir a este lugar perdido, tendrá que seguir buscando aquello que le dicen que hay, y quizás se vuelva más decepcionado que si no hubiera leído nada antes de visitar Membrilla. Que no serán muchas las maravillas que tiene que ofrecer, pero que si se explicaran un poco mejor, hasta darían para que algunos entendieran que entre Manzanares y La Solana existe un pueblo. Lo más que podemos hacer es recomendar a nuestro viajero que consulte otras revistas de viajes, o que al menos rellene ese vacío de información después de visitarnos.