La uva para vinificación en Castilla-La Mancha deberá tener al menos un contenido en azúcares de 9º Baumé

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La Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha ha publicado la Orden 104/2020, de 28 de julio, por la que se establece el grado mínimo de la uva para vinificación, para la campaña 2020/2021. La norma forma parte de las medidas extraordinarias adoptadas desde el gobierno regional para intentar paliar los efectos negativos que el Covid-19 está produciendo en el mercado del vino, haciendo una apuesta por la calidad de los productos.

La orden determina que la uva de vinificación que entre en las instalaciones de Castilla-La Mancha para su transformación en vino deberá tener un contenido en azucares no inferior a 9º baumé.

La uva procedente de parcelas de viñedo con un grado baumé inferior a 9º no podrá ser destinada a la producción de vino y el producto de su trasformación deberá tener como destino final exclusivamente mosto, vinagre o alcohol.

La nueva orden no supondrá cambios importantes en la producción de vino local, puesto que desde la Cooperativa Galán de Membrilla "ya se lleva actuando en este sentido durante varias campañas, estableciendo una politica de pagos por calidad en base a diversos parámetros, uno de ellos el grado del vino." En condiciones normales, comentan desde la propia cooperativa, la nueva medida tendrá poca incidencia en Membrilla porque el grado medio de la uva que entra en la bodega es superior a los 9º baumé. "La medida la vemos como un mensaje al sector para garantizar la calidad de los vinos de Castilla-La Mancha", añaden.

Esta medida complementa la limitación del rendimiento ya establecida en el Real Decreto 557/2020, de 9 de junio: Los rendimientos por encima de determinados límites, variables en función del sistema de conducción y de las prácticas de cultivo, pueden afectar a la calidad de la uva y a la calidad y el grado del vino elaborado, por tanto, es importante acompañarlo de la exigencia de un contenido mínimo de azucares en la uva, a fin de evitar prácticas de cultivo que elevan considerablemente la productividad de la parcela, redundando en una disminución de la concentración de azúcares en la uva, y por tanto del grado alcohólico del producto que con ella se elabora, recurriéndose a otras prácticas enológicas para obtener vino.

Para cumplir esta orden, las bodegas de Castilla-La Mancha deberán presentar antes del 20 de septiembre en la Delegación Provincial de la Consejería de Agricultura, Agua y desarrollo Rural donde tengan cada una de sus instalaciones una declaración responsable respecto al cumplimiento de este requisito en la elaboración de vino de toda la campaña.

La Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, realizará las medidas de control necesarias para garantizar el cumplimiento de la orden y, en caso contrario, impondrá las sanciones que deriven de la legislación vigente en la materia.

Esta medida se suma a las actuaciones extraordinarias ya adoptadas en el sector del vino por el Real Decreto 557/2020, de 9 de junio, para hacer frente a la crisis causada por la pandemia de COVID-19: Una destilación de crisis de 2 Mhl, el almacenamiento privado de 2 Mhl de vino con denominación de origen protegida y 0, 25 Mhl de vino con indicación geográfica protegida. Respecto a la limitación del rendimiento, las uvas de vinificación que se destinen a bodegas para su transformación en vino deberán proceder de parcelas en las que los rendimientos por hectárea nunca superen los 18.000 kg/ha para uva tinta y 20.000 kg/ha para uva blanca. Debiendo dedicarse a mosto, vinagre o alcohol si el rendimiento es superior.

Todas estas medidas tendrán una importante repercusión en Castilla-La Mancha donde se encuentra casi la mitad de la superficie de viñedo y se produce más de la mitad del vino nacional. Tanto la medida de destilación como la de almacenamiento han tenido una gran acogida, según el gobierno regional. Asimismo, las abundantes lluvias de la primavera hacen prever una producción para la próxima campaña superior a la media, por lo que se todas estas medidas son consideradas desde la Consejería como necesarias, en una decidida apuesta por la calidad, trazabilidad y transparencia que sitúe a los vinos de Castilla-La Mancha en una posición más competitiva.

 

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