La Presidencia española de la UE, que finaliza el próximo día 30 de junio, se ha caracterizado por las pocas decisiones tomadas. Además, en lo que a las relaciones exteriores se refiere, la firma de los acuerdos con Marruecos y Centroamérica y la reactivación de las negociaciones con MERCOSUR conllevan fatales consecuencias para el sector agrario, que ya de por sí atraviesa una depresión sin precedentes. No hay nada que alegar, en cambio, al trabajo llevado a cabo por los técnicos que, sin embargo, no ha sido respaldado por los políticos, totalmente superados por la crisis, que ha sido la verdadera protagonista de esta presidencia española.
A nivel técnico se ha pretendido avanzar en estrechar posturas agraristas de cara tanto a la Estrategia 2020 como a la PAC post 2013 y el debate presupuestario. Respecto a la primera, la Presidencia española se apunta el éxito de haber colocado en el documento un párrafo referente a la agricultura. No deja de llamar la atención que una actividad que gestiona más del 80% del territorio, supone casi el 50% del presupuesto, afecta de forma directa a 10 millones de agricultores, 30 millones de asalariados y 500 millones de consumidores, y ha sido el núcleo de la construcción europea desde 1957 hasta nuestros días, “merezca” un párrafo en un documento sobre el futuro de la UE.
En cuanto al futuro de la PAC post 2013, la Presidencia intentó liderar un debate para reformar la PAC para después intentar afianzar posiciones. Avanzó un documento sobre una tarifa plana -100 €/ha, se llegó a anunciar- que fue rotundamente contestado por el sector, para después limitarse a resaltar el carácter estratégico de la agricultura en los futuros debates, sin entrar a hablar de presupuesto. En cualquier caso, debemos evitar que el futuro de la PAC, con todo lo que implica en términos de inversiones y decisiones de planificación de las empresas agrarias, esté lastrado por un debate presupuestario desarrollado en el actual entorno de “psicosis de crisis”.
Por otra parte, se han podido apreciar algunos avances en el análisis de la estructura de la cadena alimentaria y en la búsqueda de medidas para frenar la grave crisis de precios y atajar los diferenciales entre los precios percibidos por el agricultor y los pagados por el consumidor. Aunque de momento se trata sólo de ideas, y hay que esperar a que se consoliden en medidas concretas, es significativo el deseo mayoritario del Consejo de Ministros de equilibrar las fuerzas de la cadena, demandando más flexibilidad y nuevas adaptaciones en el derecho de la competencia.
En relaciones exteriores el balance es absolutamente negativo. A finales de 2009 se alcanzó un acuerdo con Marruecos que liberaliza aún más el comercio sin imponer las necesarias mejoras en los controles; España pretendió ocultar las negociaciones y el contenido del acuerdo y retrasar su firma oficial hasta pasada su Presidencia semestral. Por otra parte, el Acuerdo de Asociación UE-Centroamérica conlleva un grave perjuicio para los intereses de los productores comunitarios de plátano, mientras que el anuncio de la reanudación de las negociaciones con MERCOSUR implica fatales consecuencias para todos los agricultores y ganaderos de la UE. En definitiva, todas estas acciones han sido la apuesta de Moratinos y Rodríguez Zapatero para intentar salvar, con una una Presidencia marcada por los fracasos internacionales (protagonismo de Merkel, Sarkozy y Van Rampuy, anulación de las visitas de Obama, cancelación de cumbres, etc.) a cambio de sacrificar los intereses agrarios europeos, sacrificio reconocido por los propios estudios de la Comisión Europea.
Por último, en cuanto a la visibilidad de la Presidencia, hay que apuntar que los dos principales actos del semestre español de la UE en materia agraria los ha protagonizado ASAJA. En primer lugar, la celebración del Congreso Europeo de Jóvenes Agricultores en Sevilla -que contó con la primera intervención pública del Gabinete de Dacian Ciolos, incluso antes de formarse-, y el Consejo Informal celebrado en Mérida los días 31 de mayo y 1 de junio, cuyo evento más importante fue la multitudinaria manifestación del campo español en contra de la pasividad del Gobierno ante la crisis que atraviesa el sector y reclamando una PAC fuerte y orientada al agricultor.