Tras haber escrito la crónica oficial, donde no he podido expresar todo lo que significó este día para mí (por no alargarla demasiado) he decidido hacer otra para completarla.
Cuando te pones a trabajar para organizar un evento que nunca has hecho, cuando te vienen las dudas, piensas ¿merece la pena? Los nervios aparecen porque tenía la misión de hacer de Speaker, labor que nunca había realizado y no duermes bien pensando en el día H, vuelves a plantearte otra vez, ¿Merece la pena?. Una y otra vez te respondes, si que merece la pena, te lo ha pedido un amigo, si no lo hago mejor lo hago peor, pero cuando una persona hace todo lo que sabe y todo lo que puede, nunca se le puede reprochar nada.
El tiempo que dedicas a estas cosas, son de tu tiempo libre y una y otra vez dices, Joaquín se ha metido en esta empresa porque cuenta conmigo no le puedo defraudar.
Por fin llega el día señalado y una vez pasado verdaderamente te das cuenta de que MERECIÓ LA PENA, pero no solamente por lo que tú pensabas que merecería la pena. Vienen muchas cosas más.
Se da la circunstancia de que era un acto benéfico a favor de una asociación que lucha contra el cáncer, y ves como aportas tu granito de arena para que gente que sufre por esta enfermedad tengan por lo menos esperanzas.
Ves como la amistad que tienes con tu amigo se fortalece.
Vas viendo cómo hay muchas personas que dedican mucho más tiempo que tú en ayudar a otras y te das cuenta de que en la vida hay muchas más cosas que trabajar, ganar dinero o encerrarte egoístamente para ti mismo y que cuando te entregas a los demás sientes una satisfacción que es difícil de explicar con palabras.
Te das cuenta cómo una familia que un día perdió a su hijo, hermano, padre, marido, y a la quien se le dedicó este acto, sienten alegría y les vienen el recuerdo de cómo era Leo. Esa tristeza que sintieron por su muerte, se convierte en orgullo de ser su familiar, ves como gran parte de esa familia quieren recordarlo emulando lo que a él tanto le apasionaba (correr) contribuyendo a engrosar su palmarés a pesar de llevar 7 años fallecido.
Miras a tu alrededor y ves a los participantes del maratón, venidos desde diversos puntos de España (San Sebastian, Burgos, Córdoba, Madrid) y otros venidos de pueblos vecinos y todos ellos de manera desinteresada para colaborar por esta causa y acompañar a su gran amigo común, Joaquín, para que su iniciativa fuese un éxito.
Cuentas a los participantes que quisieron acompañar a los del maratón y ves que sobrepasan todas las previsiones más optimistas, te das cuenta de lo solidario que es el pueblo donde vives enorgulleciéndote por ello.
Aunque ya lo sabía, ves a toda la gente que se prestó voluntaria para ayudar con la organización, a esos miembros compañeros en su día de la junta directiva del club que no dudaron en sacrificar su tiempo libre en ayudarnos.
A todos los miembros de la Asociación Española de Ayuda contra el Cáncer, que también jugó un papel importantísimo, involucrándose desde el principio, a pesar de que tienen muchos actos a lo largo del año, y no les peso otro más.
A nuestros políticos orgullosos de ser los dirigentes de un pueblo que organiza cosas novedosas y que además llenan una pista de atletismo como jamás se ha visto nunca y en lo que será un día, para el recuerdo. Viendo como una instalación deportiva vale para mucho más que hacer deporte.
Por lo que he vivido y experimentado dar las gracias a todos, pero muy en especial a tres personas: a mi mujer Manoli Elipe por soportarme, a Idoia Esnaola por sembrar la semilla de esta iniciativa y a sobre todo a Joaquín Lozano por cultivar esta semilla y llevarla a dar este fruto tan generoso y tan inolvidable.
Solamente añadir que: VERDADERAMENTE MERECIÓ LA PENA
(Ver: Membrilla entera se vuelca con el Primer Maratón Benéfico Leo Condés)