Han tenido que pasar tres años para que el grupo de teatro aficionado El Atardecer vuelva a subirse a los escenarios de Membrilla después de un amplio paréntesis provocado por la pandemia de coronavirus, pero el regreso valió la pena. El Atardecer, grupo vinculado en su mayor parte a personas ya jubiladas, como medio de vivir esta etapa de la vida de manera activa, conquistó una vez más al público que llenó la Casa de Cultura durante los dos primeros días de representaciones. El domingo 12 bajarán el telón tras la tercera y última de sus representaciones.
Sobre las tablas, la obra “¡Qué solo me dejas!”, una adaptación de la obra de Alfonso Paso y Emilio Sáez, especialmente elegida por su contenido: una hilarante farsa que consiga arrancar al público la sonrisa; una manera de hacerles olvidar los problemas del día a día; dos horas de evasión para sanar los últimos años.
Pero no fue solo la sonrisa, sino la carcajada sonora la que llenó el patio de butaca con los enredos de los protagonistas para hacerse con la fortuna de un divertido “difunto” encarnado, por obra y gracia de la ambición de todos los huéspedes de una pensión, en la persona de Gaspar Fernández. Junto a él en esta sucesión de maquinaciones y contratiempos, de giros inesperados del guion, sobresalieron Pepi Martín, Pedro Andújar, Tomasa Contreras, José Jiménez, Antonia Quiñones, Ascensión Moreno, Juan Alfonso Jiménez y Antonia Serrano. El grupo de actores contó con el apoyo de Juani Ruiz en el apunte y, de nuevo, con la batuta de José Sánchez Prieto en la dirección de la obra.
Ante eventos culturales de estas características, al público solo le queda el aplauso con el que recibió a los actores tras cada una de las representaciones; pero también el agradecimiento sincero. Tras estas dos horas de función existen dos elementos de gran valor que quizá no puedan pagarse solo con aplausos. Por un lado, la intención cultural de El Atardecer como grupo, que se suma al elenco de agrupaciones locales que están sosteniendo gran parte de la vida cultural de Membrilla con sus representaciones teatrales, conciertos, bailes, actuaciones. Por otro lado, el aspecto personal: las horas de dedicación y ensayo empleados por cada uno de los actores durante meses antes del estreno, desinteresadamente, con la única intención de divertir a los vecinos durante tres noches.
Durante estos últimos años, “qué solos nos habían dejado” los del Atardecer.