Fallece el artista Juan Antonio Giraldo

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La vida puso por primera vez a Juan Antonio Giraldo en mi camino en el verano del 2006, cuando era concejala de cultura de Membrilla. El artista andaba entonces por tierras manchegas, entre dos de los lugares más vinculados a su infancia: Villanueva de los Infantes, su lugar de nacimiento, donde completaba su grupo escultórico para el homenaje a Cervantes por la conmemoración del IV Centenario de la publicación del Quijote, y Manzanares, donde vivió su adolescencia y lugar en el que había realizado una exposición fotográfica. Pero Giraldo quiso hacer un alto en el camino y pasarse por Membrilla, la población en la que vivió desde los 5 hasta los 14 años, para recordar esos años de infancia, “la etapa forjadora de genios y destinos”, que escribíamos entonces.

De esa visita surgió el compromiso con la concejalía de realizar una exposición fotográfica bajo el título “Semana Santa. Iglesias y Santos” que inauguró la nueva Sala de Exposiciones de Membrilla, ubicada en la primera planta de la Casa de Cultura, en San Miguel. Era la Semana Santa del año 2007 y de las horas de montaje surgieron muchas conversaciones con el autor e incluso una disputa divertida sobre la fotografía elegida para la cartelería y la portada del libro-catálogo de la exposición, que tuvo un final muy personal, mágico e inesperado.

Aquella Semana Santa, Giraldo no sólo nos regaló su particular visión del mundo capturada a través del objetivo de su cámara, sino que nos dejó impresa en el catálogo una estampa costumbrista impagable de La Membrilla (así la llamaba) de los años 40 y 50: recuerdos de la vida de una población de los que apenas quedan fotografías, ni historias, ni videos.

Nos hablaba Giraldo, con cariño, de su llegada: “El año 1942, yo tengo cinco años, y la familia a la que Rita, mi madre, servía desde que era niña la trasladaron para administrar “la caseta de la luz” a La Membrilla, arrastrando así con ellos a mis padres. A Fernando, mi padre, lo colocaron como casero de “la casa de la obra”. Era el antiguo palacete renacentista del cantante Battistini, lleno de pinturas y frescos, ubicado en lo que después serían los terrenos de la cooperativa y que fue demolido, con gran pesar para Giraldo.

Después llegarían sus años de escuela: “Ya con siete años comienzo a ir a la escuela, es la escuela del “cojo”, que estaba muy cerca de la esquina de la calle San León con la calle Nueva. Poco tiempo después mi escuela pasó a ser en San Miguel, que está en la misma calle de “la casa de la obra”. Mis recuerdos a estas alturas son más de lugares que de personas, pero aun así recuerdo algunos: Para comprar vino me mandaban a “Bartolillo”.”

Y regresado de Úbeda, donde pasó un par de años trabajando, se hace cargo de la primera frutería de Membrilla: "Mi padre me puso un puesto de frutas en la plaza en su parte baja, o sea enfrente del Casino, y en invierno, (creo) la plaza se subía al Azafranal. Más tarde, cuando mi padre dejó de ser casero de “la obra”, compró una casa en la calle Mazarras, y allí montó la que a la sazón fue la primera frutería de La Membrilla, esta frutería estaba frente a lo que más tarde fue el mercado.”

Giraldo aún recordaba los medios de transporte de la época: “Mi memoria me lleva a recordar que “Mangas” cobraba cuatro pesetas por la ida y vuelta a Manzanares; esto era dentro de la “tartana”, y tres pesetas, si ibas fuera en el pescante con el cochero.” O el coche de los muertos, “que iba desde San Miguel al cementerio y pasaba delante de “la obra”, lo que no recuerdo es si lo hacía con una o dos mulas.”

Fue durante esos años en “La Membrilla” cuando comenzó a aflorar su alma de artista: “Por este tiempo aparecen mis primeros garabatos que los hacía con un lápiz bicolor (azul y rojo), que pertinazmente “robaba” en la oficina de “la caseta de la luz” los días que la hermana Pura hacía potaje de garbanzos y comíamos toda la familia, porque ese día mi madre iba a lavar la ropa de la semana. Casi siempre el día siguiente alguno de los dos hombres que trabajaban en la oficina, le reclamaban el lápiz bicolor, y mi madre, que sabía dónde yo lo guardaba (a la derecha de la banca debajo del colchón) lo devolvía y así hasta la siguiente semana que otra vez comenzaba “el juego”. (A nadie se le ocurrió comprarme un lápiz azul y rojo).”

El artista nos rescató mil recuerdos más de la vida en nuestra población: el cine de la Plaza en Desposorios, la pescadería del Cañamero, la tienda de Nicolás, el cuarto de los Municipales, la fábrica de gaseosas… A los 14 años, su vida seguiría en Manzanares debido al traslado de sus padres, pero Giraldo seguiría vinculado a Membrilla gracias a su trabajo como acomodador en el Cine Avenida.

Toda una vida recorriendo nuestras calles, en los duros años de la posguerra, para terminar con una reflexión final llena de nostalgia: “Todo esto aquí y ahora puede hacer pensar que mi infancia fue triste; nada más lejos de la realidad, pues debido a ser bastante introvertido, yo tenía mi mundo particular, y fascinado como estaba por el cine, mis fantasías volaban. Y a pesar de que no me compraban juguetes, esta carencia la suplía inventándome y realizando aquellos juguetes que más me gustaban. Y así bastante ajeno a lo que me circundaba, se forjó mi personalidad. Por tanto, mis recuerdos del tiempo en La Membrilla no son negativos, y los recuerdo con bastante cariño.”

De ese cariño siguió una vinculación personal con muchas personas de Membrilla, visitas a su casa de Infantes, (donde nos presentó en persona a sus particulares Don Quijote y Sancho que pudieron, -al fin-, ser instalados en la Plaza Mayor en el 2008), visitas a nuestra localidad hasta hace muy poco, cuando el peso de la edad era más visible.

Podríamos resumir en unos párrafos su extraordinaria trayectoria artística: En 1954 realiza su primera exposición y ya en 1963 obtiene el Premio de Dibujo de la Exposición de Artes Plásticas de Valdepeñas. Viajes a París. En 1964 se va a vivir a Madrid y lo encontramos trabajando en el taller de José Luis Sánchez. En 1965 y 1966 participará en la II y III Bienales de Zaragoza. 1967 lo pasará viviendo en Holanda, admitido como residente en “Academia 63”, en Haarlem, y allí conoce a Carel Visser. A finales de los sesenta fijará su residencia en Las Palmas de Gran Canaria, donde realizará espectaculares vidrieras e interiores para diversos templos e instituciones en los años siguientes, cuya creación se extenderá a casi toda su vida.

Viajes a México, - en cuyo Museo Arqueológico se gestan las dactiloformas-, Italia, Francia, Finlandia. Invitaciones a numerosas exposiciones en nuestro país y Suecia.

En 1980 participa con un grupo de artistas e intelectuales manchegos en la creación de la Fundación Cultural Castilla-La Mancha. Nuevas exposiciones muestran su obra por el mundo: FIAC, Paris. Art 1980, Chicago; Amnistía Internacional, Madrid; exposición de Artistas Manchegos, Palacio de Velázquez, Madrid; Galería Ynguanzo, Nueva Cork. Al mismo tiempo, realiza numerosas esculturas, murales y múltiples para diferentes organismos, como Banco de Santander, revista “Cambio 16”, Universidad de Las Palmas... Todo ello sin abandonar su labor en el campo de las vidrieras. Es invitado al Segundo Salón Internacional del Vitral en Chartres, Francia. En 2002 termina la última vidriera de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria.

También va a continuar su labor escultórica para instituciones canarias. Pertenecen a estos años sus esculturas “Puente de Arles”, “Cuatro estaciones”, “Fuente de sueños”, “Homenaje a la vela latina”, “Homenaje a la mujer sureña”... Después llegarían la “Sabina”, “Hombre” y “Mujer”, “Del cero al infinito”, la escultura “Jamila”, fundida en bronce, donada a su Infantes natal.

Se multiplican las exposiciones, al tiempo que continúa su labor como dibujante, fotógrafo, escultor, creador de vidrieras… Su obra está expuesta en numerosos museos y colecciones.

Entre los múltiples premios artísticos y reconocimientos atesorados a lo largo de su trayectoria, destacamos sólo cuatro, los de mayor peso sentimental: El Ayuntamiento de Manzanares le dedica una calle con su nombre (2003), es nombrado Hijo Predilecto de Villanueva de los Infantes (2004), ingresa como académico numerario en la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel (2008) y el año 2014 fue nombrado Hijo Predilecto de Manzanares.

El genial escultor, pintor, dibujante, fotógrafo y vidrierista Juan Antonio Giraldo Fernández de Sevilla falleció este jueves, 19 de enero de 2023, en Gran Canaria a la edad de 76 años, “después de todo un viaje a través del mundo del arte que ha recibido el reconocimiento mundial y que comenzó precisamente en Membrilla, cuando aquel niño hurtaba el lápiz azul y rojo de los operarios de la luz y lo escondía a la derecha de la banca, debajo del colchón, para trazar con él después sus primeros garabatos”. Así lo describíamos desde la concejalía de Cultura aquél ya lejano 2007. 

 

Descanse en paz.

 

 

 

 


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