Los primeros viernes del mes de agosto trajeron una actividad tan atractiva como novedosa para nuestro pueblo: el desarrollo de unas visitas guiadas, nocturnas, por el casco histórico de Membrilla. Si pensamos que en el casco histórico de Membrilla, o en el pueblo en general, hay poco que ver y visitar, estamos bastante equivocados. Esto no es Almagro, ni Infantes, fundamentalmente porque casi todo lo valioso que había fue modificándose con el tiempo o directamente destruyéndose, con total convicción, en aras del progreso. Y porque nunca se ha acometido un plan serio para restaurar lo que merezca la pena, bien por su antigua funcionalidad o bien por el mero deseo de que las señas de identidad que un pueblo ha tenido durante siglos no se pierdan para siempre en la ignorancia y en la nada. Aunque nunca es tarde para empezar.
Y al menos se ha empezado por hacer saber a nuestros vecinos el patrimonio histórico y artístico que aún se conserva en Membrilla, el que hubo o el que potencialmente puede recuperarse. Este fin persiguen las visitas guiadas que, organizadas por el Ayuntamiento, se desarrollaron en estas noches de agosto. Con un éxito importante de seguimiento y participación, y dirigidas por la guía turística y Licenciada en Historia del Arte Juani Muñoz Arroyo, natural y vecina de Membrilla, estas visitas son un buen punto de arranque para que todos los membrillatos aprendamos a conocer y respetar nuestro patrimonio, nuestra historia, la esencia de nuestro pueblo.
El recorrido se circunscribió al centro del pueblo, el casco histórico desarrollado a partir de la conquista cristiana y la repoblación medieval. Partiendo del edificio del ayuntamiento, ubicado frente a la Plaza Grande, la guía fue explicando al grupo de asistentes los orígenes del pueblo, desde los primitivos asentamientos y el progresivo crecimiento del núcleo urbano a los pies del Castillo del Tocón en la Edad Media, hasta el establecimiento de esa plaza, entonces denominada Plaza Mayor, como centro neurálgico de la población. A sus explicaciones de la arquitectura primitiva de la plaza, bordeada en su totalidad de soportales de estilo manchego, se sumaron las aportaciones históricas que ayudaran a comprender por qué en el siglo XVII esta zona de Membrilla empezó una lenta decadencia en favor del crecimiento del pueblo hacia el este.
Del ayuntamiento, y de las vicisitudes sufridas por el edificio y la plaza circundante, los asistentes pasaron a los arcos que dan comienzo a los Paseos del Espino, donde pudieron escuchar las explicaciones relativas al antiguo castillo árabe, la antigua iglesia al pie del castillo, la ermita que se construyó sobre el cerro y la leyenda sobre el comienzo de la devoción del pueblo a la Virgen del Espino. Siguiendo con el recorrido, pasaron a la Plazoleta de las Monjas, donde contemplaron, por fuera, eso sí, el complejo formado por la iglesia y el convento de las monjas concepcionistas. De su construcción a principios del siglo XVII a instancias de los hermanos Camacho, vecinos del pueblo, de su historia y de sus particularidades arquitectónicas tuvieron noticia los asistentes, tranquilizados además por la confirmación de que este edificio fue incluido en la Carta Arqueológica de Membrilla, lo que impedirá que tan insigne edificio sirva de pasto a la desordenada fiebre inmobiliaria que ataca Membrilla. Además de tener noticia de la cercana y desaparecida ermita de San Antonio, en la calle del Castillo.
La ruta siguió por la calle Tercia, histórico emplazamiento de amplias casonas de nobles de la villa, hasta llegar a la Plaza del Azafranal, donde, en el terreno que hasta el primer tercio del siglo XIX ocupó el convento de Trinitarios, se alza desde hace décadas el edificio de la centenaria Sociedad Cultural “La Protectora”. Añadiendo a las respectivas explicaciones anécdotas curiosas, como el hecho de que el antiguo nombre de la calle Cervantes, calle del Toril, se debiera a que por esa calle eran conducidos los toros hacia la Plaza Mayor donde se celebraban corridas y juegos de toros. O interesantes comentarios sobre la intención y hábitos de la Sociedad desde su fundación.
De ahí pasaron a la bifurcación entre la calle Valdelomar y la calle Almagro, una dedicada al ilustre vecino y la otra al pueblo hacia donde se encamina esa calle. Allí escucharon, desde fuera, las indicaciones sobre uno de los edificios de arquitectura civil manchega más valiosos y mejor conservados de Membrilla, la casa del Niño Jesús y su patio interior. Dando la vuelta en redondo, se dejó a un lado la Plaza Grande para acabar el recorrido en la iglesia parroquial, cuyo interior se visitó para mayor garantía de las explicaciones sobre su construcción primitiva, sus sucesivos deterioros hasta el más voraz de la guerra civil, su interés arquitectónico y artístico, sus arreglos y reparaciones. Rodeando la iglesia, los asistentes tuvieron oportunidad de contemplar con otros ojos la decoración externa de la iglesia, el sentido de su disposición, los detalles sobre sus tres puertas.
El éxito de participación en esta iniciativa garantiza que se repetirá en otras ocasiones. Y es una suerte para los membrillatos disponer de estas ayudas para conocer algo tan propio como el patrimonio de nuestro pueblo, algo que todos los días vemos sin mirar, que seguramente despreciamos sin advertir su historia y su sentido. Para las próximas, incluso, no estaría de más alargar la ruta, o proponer recorridos alternativos, prestando especial atención a la poca arquitectura civil auténtica que todavía queda en Membrilla. Será en otras ocasiones, si los membrillatos, concienciados, se siguen interesando por Membrilla.