Intenso fin de semana en el II Certamen de Bandas de Torrellano

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¡Hoy vamos a Elche! Era el pensamiento de muchos al abrir los ojos el sábado por la mañana. A las 6:45 horas estábamos citados en Santa Catalina. Poco a poco íbamos apareciendo, ligeros de ropa y con una mezcla entre frío y sueño, pero con la ilusión del que se va de excursión. Cargamos las maletas, recogimos la percusión y emprendimos la marcha sobre las 7:20 horas. Pusimos rumbo al sol, que acababa de despertarse y lucía sus mejores galas, envuelto por un despejado cielo azul que nos envolvía con sus manos de terciopelo. Arropados por nuestros familiares, viajábamos en dos vehículos de la empresa “Márquez”, un minibús blanco que circulaba delante y un autobús grande de color gris plomo que le daba escolta. Lo de gris plomo me lo apuntó Verónica (flauta). Las mujeres tienen un sexto sentido para poner apellidos a los colores.

Uno a uno iban pasando los kilómetros por la meseta manchega. En las proximidades de Albacete, unos nubarrones grises ensuciaban el horizonte y el sol se ausentó temporalmente mientras tomábamos la autovía A-31, por la que circunvalamos la capital albaceteña. Poco después, el sol salió de su escondite y de nuevo lució con todo su esplendor. Detrás dejamos el cielo gris y otra vez un cielo azul pastel nos alegraba el alma.

A la altura de Chinchilla los caballos de hierro detuvieron su marcha, donde tras unir cuerpo y espíritu en una misma cosa, aprovechamos para desayunar y los conductores para hacer la reglamentaria parada en la conducción. Un castillo se alzaba en el norte, testigo fiel del paso del tiempo y huella imborrable de nuestra historia.

Tras el pertinente almuerzo, reanudamos la marcha con energías renovadas camino de Alicante, donde habíamos reservado el hotel. Los vehículos cambiaron el orden de la marcha y esta vez el pequeño Renault blanco escoltaba a su hermano mayor, el Volvo gris plomo. Hacíamos el camino con buen ánimo. Todavía había alguien que intentaba dormir un poco, pero una ligera algarabía se iba adueñando poco a poco del ambiente. Durante el recorrido vislumbramos un buen puñado de molinos eólicos y huertos solares, fiel reflejo de una época en constante desarrollo tecnológico. Muestra del momento que vivimos, es que el que suscribe, iba tomando nota de manera virtual en uno de esos dispositivos modernos que no hace tanto que llegaron, pero que vinieron para quedarse, relegando a un segundo plano al lápiz y al papel.

El paisaje cambió de manera radical. Las montañas sustituyeron a la llanura, hasta que de manera progresiva descendimos al Levante, nuestro oriente peninsular. Varios son los castillos que forman parte del paisaje antes de llegar al destino y que nos recuerdan las batallas entre moros y cristianos, que tantos pasodobles han inspirado en las fiestas populares de los pueblos levantinos.

La temperatura fue subiendo hasta unos 27 generosos grados, con los que llegamos a la entrada de Alicante. Las palmeras nos aguardaban pacientes, para acompañarnos hasta el hotel Maya de esta bonita ciudad, donde nos presentamos sobre las 11:30 horas.

El resto del día fue bastante completo. El reparto de habitaciones, las actividades del hotel como el bingo y el aquagim en la piscina nos abrieron el apetito, que después pudimos saciar en el buffet. Después, la mayoría, en lugar de practicar el deporte nacional de la siesta decidimos irnos a la playa, donde pudimos comprobar que el agua estaba bastante caliente. Entretanto, parte del grupo se iba uniendo al resto, venidos desde diferentes puntos de la geografía europea. Algunos se encontraban cerca disfrutando de unos días de vacaciones y otros desde latitudes más lejanas, hasta que, sobre las 20:30 horas la banda al completo se cito en la recepción del hotel para subirse de nuevo a los autobuses camino de Torrellano (pedanía de Elche), para cumplir con el objetivo que nos había llevado hasta allí; el II Certamen de Bandas de Torrellano. Nos recibió la joven banda de la localidad (Unión Musical de Torrellano), cuyo flautista es nuestro paisano y compañero Manuel García, que junto con las dos bandas invitadas, la de la también pedanía de Elche L’Altet (Banda Societat Musical L’Altet) y nuestra Banda Virgen del Espino, conformaban el cartel de la noche.

Intenso fin de semana en el II Certamen de Bandas de Torrellano

Sobre las 22:20 horas y tras resolver los algunos contratiempos, propios del directo, después de la simpática presentación que hicieron un dicharachero rubiete y su tía, la Banda de Música Virgen del Espino, dirigida por Pablo Labián, abría el concierto con “Mujer esteponera”, un pasodoble del compositor jienense Manuel Navarro, con el que pudimos disfrutar, de los solos de saxo y trompeta que arrancaron los aplausos del publico antes de finalizar la pieza. A continuación interpretamos una de las novedades de este verano: “Pilatus: Mountain of Dragons” del compositor norteamericano Steven Reineke. Una extraordinaria obra que representa a los viajeros que suben a la montaña de Pilatus en Suiza, con la esperanza de buscar dragones. En tercer lugar, un popurrí muy bonito de la discografía del gigante de la guitarra eléctrica Eric Clapton, “The Cream of Clapton”, del compositor belga Ron Sebregts, terminando nuestro turno con otro gran tema: “Os pássaros do Brasil” del compositor y trompetista holandés Kees Vlak, que nos recuerda los ritmos caribeños de esa cálida tierra.

A continuación, la otra banda invitada, bajo la batuta de su director Zourab Kala, comenzó su actuación con el pasodoble “Pepe Antón” del alicantino Antonio Carrillos Colomina, seguido de “The Godfather Saga”, BSO de la saga de películas “El Padrino” del compositor italiano Nino Rota y del estadounidense Carmine Coppola. Para finalizar el tema “Dances With Wolves”, BSO de la película “Bailando con lobos” del compositor británico John Barry.

Hay que resaltar el valor de este grupo, que con un número reducido de músicos, entre los que se encontraba un percusionista de 94 años, se atrevió con obras de esta envergadura. Es cierto que cualquier obra suena mejor si la toca una banda de cien músicos, pero no es menos cierto que cuando hacemos de la música un medio para disfrutar y pasarlo bien, un grupo pequeño de músicos pueden cumplir perfectamente con este objetivo y hacer una versión decente de casi cualquier cosa y además entretener al público.

Llegó el turno de la joven banda anfitriona. Antes de deleitarnos con cuatro obras que estuvieron a un buen nivel, los presentadores reclamaron la presencia de los tres presidentes de las bandas intervinientes y del alcalde pedáneo de la localidad, el cual hizo entrega de unos obsequios a las bandas invitadas. Su director, Francisco Soler, dio la entrada al primer tema, el pasodoble “Als Llaneros Dianers” del compositor Rafael Mullor Grau, compuesto en 1983, está dedicado a la “Filá Llana de Alcoy”, con él se arranca la diana del día grande alcoyano. A continuación, “Jesucristo Superstar” del compositor británico Andrew Lloyd Webber. Una obra que primero surgió como álbum conceptual en 1970 y un año después dio el salto a los escenarios de Broadway. Adaptado libremente de los Evangelios, el argumento se centra en los últimos siete días de la vida de Jesús de Nazaret, comenzando con los preparativos de su llegada a Jerusalén y finalizando con la crucifixión. La resurrección no está incluida de manera intencionada para evitar cualquier referencia a la divinidad del protagonista. En tercer lugar, “Aladdin” de Alan Menken y arreglo de Paul Jennings, BSO de la película del mismo nombre, concluyendo su actuación con la joya de la corona, “Abba Gold”, arreglo de Ron Sebrets, una interpretación de los temas del mítico grupo sueco, con el que el público disfrutó de manera especial. Una brillante actuación para una banda con tan solo cinco años de recorrido.

Para cerrar el encuentro, las tres bandas se subieron al escenario e interpretaron el pasodoble “El abanico”, del compositor ilicitano Alfredo Jovaloyes López. Compuesta en 1910, en origen el pasodoble era una marcha de paseo militar y sigue siendo una marcha de referencia entre las bandas militares, tanto en España como en otros países. El público entregado, escuchando la música de un hijo de la villa y después de casi dos horas de concierto aún quería más.

Para rematar el encuentro, los anfitriones nos obsequiaron a todos con unos bocadillos y unos refrescos, con los que pudimos saciar dos de nuestros instintos más primarios y compartir un rato entre todos los asistentes. Un bonito encuentro, fruto de la amistad, del esfuerzo, de la ilusión, y del buen hacer de las directivas de las bandas, gracias a la colaboración extraordinaria de nuestro paisano Manuel García, donde una vez más, la música sirvió para unir a las personas en buena armonía.

La satisfacción del deber cumplido, hizo que el viaje de vuelta fuese alegre y amenizado con cánticos regionales y cierta exaltación de la amistad, llegando al hotel unos cien minutos pasada la media noche. Ya hacía un buen rato desde que la carroza de Cenicienta se había convertido en calabaza.
En general estábamos muy cansados, pero los más jóvenes siempre quieren más y algunos todavía tuvieron tiempo de conocer algo de la noche alicantina. Nuestro agradecimiento a los miembros de la junta que se sacrificaron velando por la salud social de los más pequeños.

La mañana del domingo, aún tuvimos tiempo de disfrutar del hotel. Un copioso desayuno en el buffet, es una buena manera de empezar el día, aunque engorde un poco. Algunos se dieron el último chapuzón en la piscina, recogimos los bártulos y nos dispusimos a desandar el camino del sábado en torno al medio día. El personal viajaba tranquilo, la mayoría dormitando cuando en el exterior la temperatura rondaba los 30 grados. En mitad del camino y sobre las 14:15 horas, nos encontrábamos de nuevo en Chinchilla, donde repostamos el estómago para, acto seguido, reemprender la marcha en la hora de la siesta por tierras albaceteñas.

Minutos antes de las 17:00 horas, nos dejábamos a la izquierda la Laguna del Rey, la primera de las quince lagunas que conforman el Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera, un oasis en pleno corazón de La Mancha y sobre las 17:30 horas, estábamos de nuevo en Membrilla, con 34 grados de temperatura y el cielo teñido de nubes blancas, finalizando una interesante y ajetreada aventura, con la ilusión de volver a repetirla.

Gracias a los anfitriones por organizar el evento, a las autoridades municipales de nuestra localidad por ayudarnos económicamente en el desplazamiento, a los familiares de la banda que nos han arropado con su compañía y a todos en general por su comportamiento. Entre todos, hemos conseguido que esta aventura, se quede en nuestra memoria como un bello recuerdo. Al menos, esa fue nuestra intención.

Sucedieron muchas más cosas, pero acabo de caer en la cuenta que esto es sólo una crónica, aunque, viajar en autobús, da para mucho.

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