Disfrutamos del concierto del verano en una noche poco veraniega

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La inauguración del verano se terció poco veraniega. El pasado domingo, día 6 de julio, sobre las 21:00 horas, la Banda de Música Virgen del Espino se daba cita en la Plaza del Azafranal, donde nos deleitaba con el pasodoble “Vicente Marín”, para después partir en pasacalles hasta la Caseta Municipal, interpretando el pasodoble “Fet a posta”  durante el recorrido y “Pepe Antón” a la llegada. Tres pasodobles festeros de las fiestas de moros y cristianos.

Una vez en la Caseta Municipal y pasados unos minutos de las 21:30 horas, la banda comenzó con su primer concierto de verano, en una noche más propia de la primavera, donde un viento fresquito se convirtió en el invitado más molesto de la noche.

El concierto fue dirigido por Pablo Labián Camino, como ya anunciábamos en la presentación del mismo y se dividió en dos partes. Para comenzar un pasodoble torero dedicado al matador madrileño que lleva su nombre “César Jiménez” del compositor Eugenio Gómez García. A continuación una novedad “Pilatus: Mountains of Dragons” del compositor norteamericano Steven Reineken. Una extraordinaria obra en la que representa los viajeros que suben a la montaña de Pilatus en Suiza, con la esperanza de buscar dragones.

En tercer lugar “The Cream of Clapton”, del compositor belga Ron Sebregts, un popurrí de la discografía del británico Eric Clapton, que nos transportó a los ecos de nuestra juventud. Para finalizar la banda volvió a escalar los tres picos de la “Cordillera de los Andes” (Cotopaxi, Illimani y Coropuna), del compositor holandés Ariel Malando.

Tras unos minutos de descanso, el concierto se volvió a reanudar con un nuevo y refrescante pasodoble “Mujer esteponera” del compositor jienense Manuel Navarro Mollor, con el que pudimos disfrutar de los solos de saxo y trompeta. A continuación otra fantasía “Into the storm” una recreación en la que su compositor, el estadounidense Robert W. Smith, explora musicalmente el poder, el drama y la furia de la madre naturaleza con una tormenta como protagonista. De nuevo la nostalgia de la juventud con otra obra de Ron Sebregts, “Abba Gold”. Probablemente el popurrí más agradecido para el público. La interpretación de los temas del grupo sueco dibuja automáticamente la sonrisa en los rostros de los asistentes, que por un momento se olvidaron que habían venido al concierto en manga corta. El concierto llegaba a su fin con otra fantasía, esta vez con “Os Pássaros do Brasil” (Pássaros Coloridos, Pomba Triste y Os Pássaros no Carnaval), del compositor y trompetista holandés Kees Vlak, una obra en la que el autor se refiere en realidad a los habitantes de ese hermoso país, el ritmo de los negros, la melancolía de los indios y los armónicos elaborados de los blancos.

Disfrutamos del concierto del verano en una noche poco veraniegaA continuación nuestro joven director y recién estrenado padre, Jesús Herrera Jiménez, que en esta ocasión, dio el Do de pecho en clave de Fa tocando la tuba, dirigió unas palabras de agradecimiento al público, a todos los que hacen posible que estos eventos se puedan celebrar, a Pablo por dirigir el concierto, a la banda en general por su buen hacer y en especial a la percusión por la importancia de su papel en el conjunto, felicitando a los jóvenes músicos: Severiano (trompeta) y Juan Carlos (percusionista) que este año se han presentado con éxito, a la prueba de grado profesional del Conservatorio Marcos Redondo de Ciudad Real, deseándoles suerte en su nueva andadura musical.

Para finalizar una pequeña sorpresa para uno de los músicos invitados, el joven director de la Banda Maestro Ibáñez de Valdepeñas, Iván Camacho Sánchez-Ballesteros, que ejercía de Clarinete Principal, y al que se le pidió que dirigiese el bis, el pasodoble “Joselito Bienvenida”, del maestro bilbilitano Pascual Marquina Narro, con el que la banda puso punto y final a una soberbia actuación a pesar de las dificultades del entorno. El escenario de la Caseta Municipal tiene una acústica complicada para los músicos y la noche fue bastante desapacible. El viento jugueteó con las partituras durante toda la actuación y además dejó helado al público, que además sufrió el lamentable estado de conservación en el que se encuentran las sillas de la Caseta Municipal. No sólo estaban sucias, sino que cuando intentabas limpiarlas desteñían su color verde, manchando la ropa. Rogamos a las autoridades municipales, que en la medida de lo posible, renueven el mobiliario.

 Como siempre, gracias a todos por estar ahí, en una velada en la que, a pesar de todo, la música fue la principal protagonista.

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