Mar del Norte se presentaba en Membrilla hace años y lo hacía por la puerta grande: a través de aquella magnífica gira Pirámide 2007 con la que inauguraban al mismo tiempo la restaurada Casa de Cultura, después del incendio intencionado de mayo del 2005. En aquella ocasión, el ritmo celta nacido de la flauta y el piano se fusionó con una orquesta de cuerda, dotando sus composiciones de un color instrumental extraordinario. Fue el principio de una curiosa y entrañable relación musical con el municipio que ha generado numerosas actividades y colaboraciones, muchas de ellas vinculadas a la Escuela de Música; también memorables veladas musicales ya sea en su versión más celta y rockera, como arropados por el intimismo del arpa o innovadores con el grupo de flautas, a la luz de la luna, en plena calle.
Seis años después, Miguel Ángel Pintado (con -1ºC y las canillas al aire) y Pilar L. Fernández Sacristán, Mar del Norte, recuperan aquella faceta instrumental y sumándose a la Banda de Música Virgen del Espino brindan al público de Membrilla un maridaje perfecto para celebrar la festividad de todos los músicos, regalándonos la estampa más celta y sinfónica de Santa Cecilia, su patrona.
Sobre la base del extraordinario trabajo de instrumentación realizado por Pilar Fernández Sacristán, los músicos de la banda, dirigidos por Jesús Herrera, rescataron el pasado sábado las piezas más significativas de la carrera musical de Mar del Norte inundando de color la Casa de Cultura con las notas de Gipsy Hippie y haciendo bailar al respetable al ritmo canalla, con aire de taberna irlandesa, de Los derechos del Hombre, La Hoguera Medieval y Fransuá en Celo. No faltaron en esta antología ni el intimismo de Nómadas, ni el potencial instrumental logrado en piezas como La danza del oso, la festiva Pilreel y las Escaleras del Viento o en la emblemática La cabra tira al monte. Y para concluir, un guiño clásico con las Czardas de V. Monti. Todo ello arropado por la fuerza del piano y del kilt de Miguel Ángel, el sobresaliente y versátil mundo de la flauta que se reescribe en las manos de Pilar, y el buen hacer de una banda joven con ganas de probar cosas nuevas sobre los escenarios de Membrilla; una banda en la que destacó el trabajo constante de la percusión, sobre todo en la batería, marcando el frenético ritmo celta que protagonizó la velada.
Varios bises y el caluroso aplauso del público que llenó la Casa de Cultura cerraron el evento, no con la sensación de punto final, sino con la seguridad de que el intenso trabajo realizado por las dos agrupaciones musicales en estos meses no se agota en el concierto de Santa Cecilia, sino que lo convierte en un inicio; el punto de partida para una colaboración de carácter regular que seguro nos dará nuevos momentos musicales en un futuro próximo.