El año musical empezó por todo lo alto en Membrilla, con el concierto de la Banda de Música 'Virgen del Espino', el pasado 4 de enero en la Casa de Cultura. Con renovados bríos, con varios estrenos y con obras propias de los conciertos de año nuevo, con obras desenfadadas y otras más técnicas, los músicos de la Banda 'Virgen del Espino' continúan con la evolución que empezaron hace varios años, y en el primer concierto de este año nuevo supieron hacer de la novedad y la sorpresa otra de sus virtudes.
El concierto fue introducido por las palabras de Manuel Villalta, clarinetista de reciente incorporación a la banda, quien en verso y con gracia hizo un repaso emotivo de las actuaciones de estos músicos durante el pasado 2012, así como de lo que para él mismo había significado encontrar tan agradable acogida en esta banda, pudiendo cumplir de este modo una continua aspiración juvenil.
La actuación musical fue dirigida en esta ocasión por el joven director manzanareño Pablo Labián, quien pese a sus pocos años ha compuesto obras originales y dirigido a diversas agrupaciones musicales. La primera parte del concierto, compuesta por cuatro piezas, trasladó al público asistente a diversos lugares del mundo a través de sus notas, lugares tan distantes y sugerentes como Noruega o Brasil. Empezaron con la Obertura Noruega, de A. Müller, que se basa en ritmos tradicionales noruegos. Le siguió Ireland: of Legend and Lore, de R. W. Smith, composición basada también en melodías tradicionales, en este caso irlandesas, y que ya había sido interpretada por la banda.
Se completó la primera parte con dos estrenos de la banda: La Storia, de Jacob de Haan, pieza al estilo de las bandas sonoras de películas, pero compuesta con la intención de que sean los propios espectadores los que creen su historia; y una de las sensaciones de la noche: Os pássaros do Brasil, de Kees Vlak, suite sinfónica en tres tiempos (Pássaros coloridos, Pomba triste y Os pássaros no carnaval), donde se recrea, con ocarinas y silbos incluidos, el ambiente alborotado de la selva brasileña, con su profusión de vegetación y aves exóticas, mediante los ritmos brasileños de cumbia, bossanova y mambo.
La segunda parte reservó algunas sorpresas a los espectadores. Comenzó con la interpretación de un popurrí de villancicos, con la colaboración de la Coral Battistini. Y siguió con la divertida pieza The Happy Cyclist, de Ted Huggens, donde a la banda la acompañó el ritmo de un timbre de ciclista, y de verdaderos ciclistas que repartieron risas y caramelos entre el público. A continuación, la Polca ignífuga, de Joseph Strauss, y The Second Waltz, de Shostakóvich.
Otra de las sorpresas de la noche fue la interpretación de The Typewriter, de Leroy Anderson, en la que el ritmo de una máquina de escribir, tal como en la película Lío en los grandes almacenes, se unió al resto de instrumentos. Por último, la polca Auf der Jagd, de Johann Strauss hijo, donde se recrea una jornada de caza, divirtió al público con el rastreo de la pieza de caza entre los músicos por parte de un cazador mientras éstos interpretaban.
Abatida la pieza, la banda interpretó la obra de año nuevo por excelencia, la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, y, a petición del público, un bis del tercer movimiento de Os pássaros do Brasil.
En definitiva, el primer concierto musical del año en Membrilla dejó en los espectadores un buen sabor de boca, una sensación agradable y la convicción de que la banda seguirá buscando retos nuevos durante este 2013.