La Banda de Música Virgen del Espino ofreció el pasado sábado un concierto en honor al que ha sido su director hasta el año pasado: José María Blanco; un evento que rindió homenaje a toda una vida dedicada a la música y al que quiso sumarse la Asociación Musical Julián Sánchez Maroto de Manzanares, de la que formó parte.
Quién iba a decir que los nervios y el tremendo sentimiento de sentirse abrazado por tanta gente iban a doblegar al genio y al temperamento, y no sólo durante el transcurso del acto en sí, sino también durante las semanas previas. Porque, a fin de cuentas, lo que se vio en el pabellón del Espino no fue un concierto, sino un abrazo colectivo a la persona, al hombre, al músico cuya trayectoria ya conforma parte de la propia historia musical de Membrilla; un reconocimiento que los músicos, sus músicos, tradujeron en dos palabras: Gracias, Maestro.
Nacido en la convulsa Membrilla del año 36, José María Blanco, como buen hijo de músicos, tuvo su primer acercamiento a lo que sería su principal afición en casa del Maestro Emilio Cano García Antón, donde recibía clase dos veces al día hasta ingresar, dos años después, en la banda municipal, con la que debutaría en los Desposorios de la Virgen.
A partir de ahí, muchos serían sus maestros, tal como él mismo relataba en el acto homenaje, y a todos expresó su reconocimiento. Por recomendación de Julián Sánchez Maroto, ingresa con doce años en la Banda de Manzanares, donde alcanzó la categoría de músico-solista en 1958. Compagina su dedicación a esta banda con su pertenencia a las bandas de Membrilla y La Solana.
Su inquietud musical le lleva a participar en otros movimientos artísticos de la época, formando parte de lo que entonces serían las orquestas modernas, como "Alegría Musical", que tanto alegraron las celebraciones y fiestas locales, como carnavales y Desposorios.
José María Blanco fue testigo directo de la triste desaparición de la banda municipal en 1975. Sin embargo, su constante apuesta por la música le llevó a principio de los 80 a ser uno, entre otros músicos locales, de los protagonistas principales de la formación de la nueva banda municipal que debutaría en los Desposorios de 1983. Desde principios de los años 90 y tras la reorganización de la banda, José María permaneció al frente de la Banda de Música Virgen del Espino compaginando sus labores de enseñanza y dirección, cargo este que compartió con el joven Jesús Herrera desde el año 2008.
Música para un músico
Como tributo a su extensa trayectoria musical y a su significativa aportación al desarrollo cultural de la localidad, sus músicos (amigos, educandos, compañeros...), le hicieron un regalo diferente: No música tocada con él, sino música tocada para él.
Abrió el concierto la Asociación Musical Julián Sánchez Maroto de Manzanares que, dirigida por Pedro Delegido, también quiso sumarse a este tributo interpretando piezas como el popular pasodoble Suspiros de España, de A. Álvarez. Los músicos completaron un acertado viaje a través de los pentagramas, trasladando al auditorio hasta la ribera valenciana con la extraordinaria Cançons de mare, de Talens, o hasta los mismísimos Apalaches con la obertura del americano James Barnes Appalachian Overture.
Dirigida por Jesús Herrera Jiménez, la Banda de Música Virgen del Espino interpretó un variado repertorio compuesto por los ritmos celtas de Ireland, of legend and lore, de Robert W. Smith, el tributo a las melodías más pop vestidas de barroco en la obra Concerto d'Amore, de Jacob de Haan y la asombrosa En un mercado persa, de Ketelbey, obra de gran valor didáctico en la que son fácilmente reconocibles mercaderes con sus camellos, mendigos pidiendo limosna, princesas enamoradas, juglares y saltimbanquis, encantadores de serpientes y califas. Los músicos de Membrilla cerraron su intervención con el pasodoble Con el Alma del maestro Cartagena, recientemente fallecido.
Tras los protocolarios y emotivos actos de homenaje y entrega de distinciones, a los que se sumó una proyección multimedia que hizo un recorrido por la trayectoria de José María Blanco y su vinculación a la banda y sus músicos, la banda interpretó un bis en el que contaron con la colaboración de Celia Jiménez: Viva el Pasodoble. Cerró el acto el propio José María, que tomó la batuta para dirigir sobre el mismo escenario a las dos agrupaciones musicales participantes en Amparito Roca, un tema que ya se ha convertido en un himno tanto para la banda como para el propio director.- F. Megías.
Palabras de agradecimiento de José María BlancoSólo unas palabras para expresarles mi agradecimiento por el gran homenaje que me habéis brindado, gracias a todos los que habéis colaborado en este evento, de una forma u otra. Ver la sala repleta de público es un gran honor para mí. ¡Os lo agradezco de corazón! Quiero, por lo menos en la mitad, dedicar este homenaje a mi mujer (Fica, para todos) pues gracias a ella he podido estar al cargo de la Banda Virgen del Espino, como director, tantos años. Su paciencia, sacrificio y ánimo, cuando llegaba a casa con problemas y mal genio (porque las cosas no habían salido bien) han sido fuera de serie. Tantos días, e incluso noches, sola, tantas fiestas sola, desde que la conocí (que aún no tenía 15 años) y, hasta la presente, nunca me ha dicho que dejara la música. Siempre me ha dicho “sigue y sigue que no pasa nada”. ¡Gracias esposa por las miles de esperas que has soportado, siempre con buena cara y muchos ánimos! Quiero expresar igualmente mi agradecimiento a todos los maestros que he tenido desde los nueve años, la mayoría de ellos fallecidos: Quién me enseñó las primeras notas musicales, el pentagrama, los compases, etc., el Maestro Emilio Cano García-Antón; Andrés Crespo Cano; Rafael Cano López-Peláez, éstos de Membrilla. Después, Julián Sánchez Maroto, Vicente Palomaro, Joaquín Villatoro, José Fernández Hidalgo y Manuel Barrajón Casado, éstos de Manzanares. Maestro Motos y Andrés Uriel, de La Solana. Maestro Ibáñez, de Valdepeñas. Maestro Angulo, de Campo de Criptana. Carmelo Ortíz, de Ciudad Real. De todos aprendí algo hasta conseguir la música que llevo dentro, la cual ha sido mi hobby, pues ella no era mi trabajo habitual. Siempre he pensado en inculcarla en mis educandos, alumnos y músicos, dentro de mis propios recursos y así, hasta el pasado año que lo dejé, ya que la edad no perdona. Gracias igualmente a la Agrupación Musical “Julián Sánchez-Maroto” de Manzanares, de la que guardo tantos y tan buenos recuerdos, por su extraordinaria colaboración en este evento. Gracias a todos y cada uno de sus componentes, en especial, a Pedro, su director y a la junta directiva. ¡No lo olvidaré nunca! Quiero dar también las gracias a todos los músicos de otras localidades que, a lo largo de estos años, han venido a colaborar y siguen viniendo como si fueran miembros de la banda. Realmente son músicos de nuestra banda. Gracias. Para mí, la Banda Virgen del Espino de Membrilla siempre será mi banda y sus miembros serán mis músicos y mis compañeros. A ellos quiero pedirles perdón, por los momentos en que me he disparado como una escopeta, pues mi forma de ser, mi carácter y mi genio no me permitía aguantarme. …que sepáis siempre que lo hacía en favor de que todo saliera lo mejor posible y que soy como una gaseosa que se abre y al minuto queda en nada. Para finalizar, os quiero decir una cosa con el corazón en la mano, que os ruego que la tengáis siempre presente, tanto a los que estáis en la banda actualmente, forasteros o locales, como a los que por motivos varios os habéis marchado: que os he querido, os quiero y os querré hasta el último latido de mi corazón como si fuerais mis propios hijos. ¡Muchas gracias! José María Blanco González-Calero |