La Asociación Musical Maestro Emilio Cano prometió un concierto extraordinario en sus carteles para honrar a la patrona de la música, Santa Cecilia. Y como lo prometido es deuda, regaló al público de Membrilla una velada musical plagada de virtuosismos técnicos en la que no faltaron momentos de intensa emoción.
Los músicos de la agrupación, dirigidos por Gustavo Ramírez, ya lo dejaron claro desde el primer compás de la noche, cuando interpretaron la Marcha del Ceremonial de Ferrer Ferrán y sobre el escenario de la Casa de Cultura dejaron, como carta de presentación, su impresionante final.
David Calvo, uno de los mejores clarinetistas de España, irrumpió en escena para interpretar el Concierto para Clarinete y Banda de Oscar Navarro en lo que supuso toda una demostración de recursos técnicos de portentoso virtuosismo: glissandos, frullatos, mordentes, escalas y arpegios vertiginosos combinados con unas bellas melodías interpretadas de forma magistral por el solista que, acompañado por la banda, creó un ambiente mágico en el que el público se vio transportado a tiempos de jazz y mafia. David Calvo, superando sus propios registros, obsequió al público con un solo de clarinete muy especial: la zarabanda de la Partita para Violín nº 2 de Bach.
El pasodoble Rubores, de Marquina, rompió el encantamiento para devolver al espectador hasta la madre patria, como preludio de una segunda parte que estaría protagonizada por la particular dirección de Ricardo Espigares, joven músico granadino, estudiante de dirección de orquesta, alumno de Rafael Ramírez y ya amigo de la asociación musical de Membrilla. Bajo su batuta los músicos interpretaron piezas de gran complejidad como Alvamar Overture, de James Barnes, obertura brillantísima, y Orgía, la danza nº 3 de las Danzas Fantásticas de Joaquín Turina, de enorme influencia musical andaluza. Con alma de castañuelas, el palmeo incansable de los músicos y la copla impecable de la trompeta de Jesús Manuel, la fantasía española Mar i Bel de Ferrer Ferrán también llenó el recinto de ritmos andaluces y mediterráneos en una explosión de sol, mar y alegría.
Como colofón a un repertorio tan cuidado, El intermedio de El Baile de Luis Alonso, de G. Giménez, puso la pizca de zarzuela necesaria para completar la selección de piezas españolas. Este bailable de carácter andaluz contiene temas populares como El Vito y su final se resuelve en un gran crescendo sinfónico producido desde un flautín hasta toda la banda al completo, fusión perfecta para cerrar una velada en la que tanto el presidente de la asociación como el director titular quisieron destacar varias cosas: el agradecimiento general por la colaboración y la amistad de los dos músicos invitados y el enorme trabajo que los músicos de la agrupación están realizando en la preparación de los conciertos. También quisieron destacar el valor del esfuerzo de los más jóvenes de la Asociación, subrayando el paso al Conservatorio de Estefanía Atochero y Beatriz Borja y el paso en este concierto desde la Banda Juvenil a la “banda grande” de Juan en la percusión y de María y Marta, saxofones.
Pero el concierto se prometía Extraordinario y, no contentos aún con lo ofrecido en la Casa de Cultura, la Asociación Musical Maestro Emilio Cano se guardó para el final un bis de esos que ponen la puntilla emocional en el espectador: Con un arreglo para banda de Gustavo Ramírez, Inmaculada Cotillas interpretó Ave María, el tema que popularizó Raphael, dejando al auditorio con la piel erizada y un nudo sospechoso en la garganta.