Los Desposorios de la Virgen del Espino, fiestas patronales de Membrilla, tienen su origen en el siglo XIII, cuando el capitán Meléndez Arias, al frente del Castillo del Tocón, las trajo de Talavera de la Reina, su ciudad natal, donde ya se celebraban desde tiempo inmemorial.
En un principio, nuestros Desposorios se celebran en mayo y son similares a los de Talavera: El cumplidor recorre la villa invitando a sus vecinos a la ceremonia.
Todavía en 1901, el cumplidor Matías Battistini recorrió las calles de Membrilla llamando a las puertas y diciendo a los vecinos: “¡Están ustedes convidados a los Desposorios de la Virgen!” Esta tradición se ha perdido a lo largo del siglo XX, aunque hubo un tiempo en el que un tamborilero de la cofradía recorría las calles tocando el tambor a modo de invitación popular a la fiesta. La pesada imagen de piedra de Santa María del Castillo, luego llamada del Espino, es sustituida para las procesiones por la nueva imagen de la Virgen del Espino, que data del S. XVIII y está compuesta únicamente de rostrillo y manos. Ambas imágenes desaparecieron durante la Guerra Civil.
A finales del siglo XIX, los Desposorios se trasladan del primer domingo de mayo al segundo domingo de septiembre y, en el siglo XX, volverán a cambiarse al último domingo de agosto y al penúltimo domingo de este mes en los años 70. Tras la guerra, se adquirieron dos nuevas imágenes de la Virgen y se reorganizó su cofradía y la celebración de la fiesta.
El Jueves anterior a los Desposorios se celebra la llamada “Bajada de la Virgen”: San José sale de la Parroquia y va en procesión a la ermita para recoger a la Virgen del Espino y llevarla a la iglesia. La Virgen es bajada en andas por las rampas de acceso a la ermita y colocada en su carroza. Miles de vecinos acuden a las inmediaciones de la ermita para “bajar a la Virgen” y acompañarla en su procesión hasta la Iglesia, donde permanecerá once días. El viernes siguiente se inicia un Novenario a la Virgen en el que han predicado importantes oradores a lo largo del siglo XX. La primera fuente escrita sobre este novenario data de finales del S. XVIII. Fue costumbre que dos alabarderos acompañasen al predicador desde el altar hasta el púlpito.
El Jueves siguiente se procede a la inauguración oficial de las fiestas, con repique de campanas, desfile de música, gigantes y cabezudos y la tradicional Fiesta del Chico, que data de los años cincuenta y consiste en lanzar juguetes y golosinas a los niños desde el balcón del Ayuntamiento. Por la noche se celebra el acto de inauguración oficial, con pregón y proclamación de la Reina y Damas de las fiestas, costumbre iniciada en 1970.
El Domingo se celebra los Desposorios en los que José y María se prometen, siendo los Cumplidores padrinos de esta ceremonia. Por la tarde habrá procesión. Era tradicional detener la imagen de la Virgen ante las puertas del Monasterio, único momento en que las religiosas franciscanas podían ver a su Patrona. Tras la procesión, la imagen se coloca en la Plaza Grande, escoltada por sus alabarderos, y se produce el Ofrecimiento, acto en el que los vecinos de la villa depositan su ofrenda ante la Virgen. Es el momento en el que los invitados llevan el obsequio a los desposados.
El Lunes de Desposorios, tras la Eucaristía, la Virgen regresa a su ermita y se sube en andas a la ermita en un emotivo acto multitudinario. Por la tarde, se celebra la tradicional Puja de objetos donados a la Patrona.
Los alabarderos acompañan a la Virgen en todos los actos de Desposorios, como Guardia de Honor. En un principio fueron los Caballeros de Santiago los que desempeñaron esta función. Del siglo XVII es una Congregación de Alabarderos de la Virgen del Espino, a modo de soldadesca, que desapareció a finales del XVIII, cuando se instituye la Cofradía.
La fiesta de los Desposorios se completa con numerosas actividades deportivas y lúdicas, conciertos, verbenas, cena de gala, dianas a cargo de las bandas de música, festejos taurinos....- F. Megías